ay un aforismo periodístico que sostiene que todo es propaganda hasta que sale publicado en el BOE. Y, en estos días de reformas urgentes, los boletines están que echan humo. También el Boletín Oficial de Navarra (BON), que desde que se decretó el Estado de alarma ha tenido que sumar a su paginación habitual (todos los días, de lunes a viernes) ocho números extraordinarios (seis en marzo y dos en lo que va de mes), una cifra fuera de lo normal y que refleja la cantidad de trabajo legislativo que está generando la crisis del coronavirus. Detrás de esos boletines de aspecto tosco y redacción notarial hay un equipo de 14 funcionarios que hace un minucioso trabajo de cribado, corrección, calendarización y archivo de todos los anuncios que generan todas las administraciones de Navarra. Son los últimos responsables en darle al botón para que las leyes y decretos pasen de las palabras a los hechos.

"El BON te da la seguridad jurídica: tú puedes anunciar lo que sea, que hasta que no aparezca en el boletín no será oficial", explica Berta Boj Prieto, responsable del BON. Desde hace tres años está al frente de una docena de profesionales que, durante estos días de crisis, no han escatimado a la hora de prolongar turnos de trabajo para publicar a tiempo todas las reformas. Todo tiene que ir en tiempo y hay que hacer un metódico trabajo para conciliar los más de 100 anuncios diarios que pueden llegar con las urgencias de cada departamento.

Porque el BON no redacta los anuncios. Eso lo hacen las secretarías técnicas de los departamentos. El BON se encarga de recopilarlos para su publicación. Para eso, utilizan una herramienta informática llamada Sorbona que hace años desarrolló Tracasa. Y aunque el BON tenga un aspecto primario o muy sencillo, "exige un montaje tecnológico muy complicado", explica Boj. La docena de trabajadores se divide en dos equipos. Uno, compuesto por cinco administrativas, se encarga de recibir los anuncios. Llegan por una aplicación de encriptado informático (llamada Ces) que garantiza su seguridad, y se encarga de hacer lo que Boj denomina "un control de calidad": las administrativas (el equipo está íntegramente compuesto por mujeres) revisan todos los anuncios, los corrigen, comprueban que no hagan referencia a otras cuestiones, fechan y siglan todas las versiones de los anuncios antes de que entre en escena el siguiente equipo, compuesto por seis profesionales que maquetan la versión definitiva. Después del último repaso y la traducción, se publica. Y ya no hay vuelta atrás. "El boletín es una publicación muy poco flexible. Cada día hay uno, va numero y paginado, y no se cambia nada", aclara.

Por eso, el día que toca hacer un boletín extraordinario (algo habitual durante esta crisis) hay que recalendarizar todo, como ya ha ocurrido y seguirá ocurriendo en la crisis: "Esto está muy vivo y va a haber más medidas transitorias". Cuando recuperen la normalidad, Boj y su equipo dejarán el teletrabajo y volverán a sus oficinas del edificio de Hacienda, donde tienen la sede. También podrán hacer un viaje que se les quedó colgado: a mediados de marzo, una delegación del BON iba a viajar a Madrid para ver cómo trabajan en el BOE. "Teníamos los billetes comprados e íbamos a ver cómo funcionan unos programas que implantaremos aquí", detalla Boj. Para eso también habrá que esperar.

"El equipo ha estado dispuesto a saltarse sus horarios para poder publicar todo a tiempo"

Responsable del BON