Las elecciones en Madrid no solo han dictaminado el nuevo gobierno autonómico. También han cerrado la batalla abierta en la derecha española por el liderazgo de la alternativa a Pedro Sánchez. Una guerra que llegó a ser cruenta por momentos, y que llevó a Albert Rivera a apostarlo todo en una disputa que, realmente, nunca pudo ganar. Renunció al papel bisagra de Ciudadanos, arropó al PP en los gobiernos autonómicos en su momento más débil, y habilitó a Vox como un partido del sistema institucional dando alas a la extrema derecha. Hoy Ciudadanos es ya historia de la política española.

El nuevo mapa deja al PP como referencia principal de derecha y única alternativa de Gobierno, con Vox como muleta para maximizar el voto en la extrema derecha. Una realidad que se irá haciendo evidente en cada nueva contienda electoral, con la posible llamada a las urnas en Andalucía como siguiente peldaño en el ascenso de Pablo Casado al poder. Y que de facto amortiza Navarra Suma como coalición tripartita.

La apuesta electoral de Esparza nació en un contexto de debilidad electoral de la derecha, divida en tres partidos -cuatro en Navarra-, que amenazaba con atomizar el voto y diluir la tradicional hegemonía de UPN como minoría mayoritaria. La respuesta fue una coalición a tres con Ciudadanos y el PP, liderada por los regionalistas, que mantuviera la unidad electoral como argumento movilizador. La alianza complicaba los acuerdos con el PSN, pero evitaba la imagen de derrota que temía Esparza.

La coalición ha quedado sin embargo obsoleta. De los 20 parlamentarios de Navarra Suma, 15 son de UPN (los mismos que la legislatura anterior), tres de Ciudadanos por solo dos del PP. Un desequilibrio que los populares querrán corregir a medio plazo, y en el que no queda claro el papel futuro de Ciudadanos, cuyos cuadros medios empiezan a buscar acomodo en las filas del Partido Popular.

Ciudadanos afronta además esta nueva situación en medio de una crisis interna en Navarra. Su diputada, Ruth Goñi, enfrentada con el coordinador Carlos Pérez-Nievas, está hoy en el grupo mixto coqueteado con el PP, y la mitad de la afiliación se ha desconectado tras la tensión de las últimas primarias locales. El partido apenas tiene implantación más allá de los cargos públicos que le ha reportado la alianza en Navarra Suma, y su futuro es realmente incierto más allá de 2023. A día de hoy, la reedición de la coalición en sus términos actuales resulta claramente inviable.

Discurso centralista

No es el único dilema que debe afronta UPN a corto plazo. Los regionalistas han recibido con júbilo la victoria de Isabel Díaz Ayuso, hasta el punto de que han comenzado a mimetizar su discurso libertario. "No olvidemos que UPN lleva la palabra libertad en su ADN", defendía el propio Javier Esparza el pasado viernes ante la dirección de su partido.

La victoria de Ayuso sin embargo marca un nuevo camino a la derecha, alejado de la tradición regionalista de UPN. El triunfo del PP en Madrid, además de la reunificación de la derecha en torno a las siglas de la gaviota, también ha supuesto un respaldo al discurso populista de su candidata, sostenido por una visión centralista del Estado basada en la fortaleza económica de la capital a costa de los territorios limítrofes. Un neoliberalismo extremo en el que la protección social de la que siempre ha hecho gala UPN queda relegada en favor del libre mercado. Y en la que cualquier identidad regional se considera algo "de paletos".

Un sustrato ideológico que ya estaba presente en Ciudadanos, y que UPN no ha tenido problema en incorporar siempre y cuando no estuviera presente en el debate político en Navarra. Pero que el regionalismo viene asumiendo como algo propio de forma cada vez más natural, asimilando su proyecto político tradicional al que podría defender la derecha en cualquier otra comunidad.

Cuando Ayuso llamaba "paleto" al regionalismo

Ayuso se ha convertido en la nueva referencia ideológica para la derecha. Su defensa de la "libertad" en plena pandemia, su liberalismo económico y su firmeza contra Sánchez han seducido a su base electoral dándole una clara victoria en las urnas. Un discurso que ha sido aplaudido también en Navarra por los dirigentes de UPN pero que sin embargo viene acompañado por un mensaje centralista que, ciertamente, Ayuso nunca ha escondido.

"Durante años muchos políticos se han dedicado a hacer el paleto, a crear identidades donde no las había, a hablar de ser más leoneses, más navarros, baleares, de ser más catalanes... Han permitido que sus empresas se vayan arruinando, han ido subiendo indiscriminadamente los impuestos a sus empresarios, no han propuesto ninguna política creativa y han permitido que sus jóvenes y la iniciativa privada se fueran a otras comunidades como Madrid", defendía hace apenas un año la presidenta madrileña, hoy convertida en referencia ideológica de todo el centro derecha. También en Navarra.