Javier Chicote (Logroño, 1979), periodista de investigación en ABC, colaborador de TVE y Cuatro, ha publicado junto a Juan Fernández-Miranda, adjunto al director de ABC, el libro 'El jefe de los espías' (Roca editorial). Se trata de un recopilatorio de notas que dejó Emilio Alonso Manglano, director del CESID durante 14 años, fallecido en 2013. Su archivo con información sobre sus reuniones con ministros, con Juan Carlos I o con Felipe González, deja material relevante sobre el proceder del Estado en aquellos años y en los inicios de Aznar en el poder. Chicote subraya que "no se han guardado nada", salvo cuestiones personales no noticiables. "Lo que había en los papeles es lo que hemos contado", recalca. Según cuentan los autores en el prólogo del libro, todo el proceso ha supuesto cuatro años de trabajo.

Estos archivos se los cedieron los hijos de Manglano.

-Sí, tenían la sensación de que la imagen que ha quedado de su padre, no se ajusta a la realidad, porque él salió por la puerta de atrás, después de dimitir por el escándalo de las escuchas del CESID. Pensaron que sería bueno que se escribiera una biografía, y buscaron a un periodista que no fuese de la generación de su padre. Salió la sugerencia de mi compañero Juan Fernández-Miranda, y le hablaron del archivo, del que ellos no tenían mucha constancia de qué contenía. Cuando Juan lo miró, me metió en esto, porque solo resultaba casi inabarcable. La prueba de que nadie había revisado el archivo es que cuando abríamos dosieres las páginas se habían pegado unas con otras. Los hijos lo pusieron a disposición como un elemento para la biografía, pero dada la potencia de ese archivo se convierte en el elemento central.

¿Por qué un director del CESID quiso dejar esas notas por más que hubiese podido filtrar información? Parece contradictorio.

-Nosotros no tenemos la respuesta exacta a por qué Manglano las dejó, dado que no dio instrucciones. Mi interpretación es que él ya apuntaba 20 años antes de ser director del CESID, era una costumbre. Después él anotaba por su disciplina militar y porque lo necesitaba, tenía muchas cosas en la cabeza y quería recordar. Una vez que salió del CESID podía haber prendido fuego a eso, pero no lo hizo. Quizás le dio pena quemar sus agendas donde apuntaba sus reuniones con el rey, con el presidente del Gobierno o con el ministro de Defensa, pero la verdad es que no dio ninguna instrucción.

Con la decadencia del rey emérito, fallecido el exministro del Interior Antoni Asunción, y ya sin ETA, tal vez los hijos pensaron que era momento de abrir el archivo.

-Lo lógico es pensar exactamente eso. Pero los hijos viven en Estados Unidos y completamente desvinculados de la actualidad diaria de España. Ellos, segurísimo, no saben ni que se murió Antonio Asunción. No busque en ellos una intencionalidad, porque funcionan de otra manera. Ha sido un asunto puramente personal sobre la imagen de su padre.

Parte del libro lo han ido contando en ABC. ¿Les ha sorprendido el escaso impacto que ha tenido la conversación donde Asunción responsabiliza a Corcuera de estar detrás de una carta bomba que mató a José Antonio Cardosa?

-Tanto esta historia como otras del libro merecerían haber tenido mucha más repercusión. Muchos medios, importantes, no han dedicado una línea a esto. La pregunta creo que se la deberían hacer ellos, porque es una información que están hurtando a sus lectores. Objetivamente es una noticia importante, porque este pobre cartero de 22 años muere, se le reconoce como víctima del terrorismo, pero el caso se archiva por falta de autor conocido. Y aquí tenemos a un ministro del Interior, que es el que sucedió precisamente a Corcuera, que se va a la sede del CESID, que come con Manglano, y que le cuenta que ese envío de paquetes bomba a militantes de HB venía ordenado por la cúpula del Ministerio del Interior. Y nombra a Corcuera. Y eso se graba y se transcribe, y lo guarda Manglano en su archivo.

Manglano dice entonces que "aunque revuelva la conciencia" hay que "defender al Estado". Y llama a Gómez Nieto, conocido ahora por los audios sobre Zabalza y Lasa y Zabala, "pata negra".

-Eso no deja en buen lugar a Manglano, nosotros advertimos a la familia de que no íbamos a hacer una hagiografía, y hay muchas cosas que no le han gustado, pero somos periodistas. Habría sido muy sencillo quitar eso, pero entonces estaríamos dejando de ser periodistas. Eso es feo para Manglano, pero es relevante.

En esa conversación, diciembre de 1994, Manglano le dice a Asunción que ha llamado a Aznar a cuenta del GAL para decirle que "de verdad esto es un tema de Estado".

-Puede parecer muy cínico, pero Manglano tiene que proteger al Estado. No aprueba que se ejecute a terroristas. Pero entiende que se sepan determinadas cosas puede dañar al Estado. Y Asunción sabe que pude haber un relevo de poder, que llegue la derecha y levante alfombras y cuente cosas. Así de complicada era la situación y el papel de Manglano, que se tuvo que comer más de un sapo.

O participar en ese enjuague a la mayor de las alturas.

-En el caso de los GAL lo que denotan los papeles de Manglano es que el CESID en el peor de los casos estaba como observador, pero no con una participación operativa. Hay una anotación, que no se llega a aclarar, en la que Manglano dice que se detecta que iba a haber una reunión en el sur de Francia de la cúpula de ETA, y que eso se habla con Felipe González.

Citan un reportaje de Juan José Millás en El País en 2010.

-Ahí González habla de que se plantearon tirar un bombazo, pero no sabemos si se refiere a la misma reunión. En la anotación se habla de que los detengan, no se especifica si van a hablar con la Gendarmería francesa o va a ir un comando ilegal para meterlos en el maletero de un coche.

En 1995 el rey le dice a Manglano que había llamado a Vera para "enviarle un abrazo", y que a Garzón había que "cogerle por temas judiciales". En 1997 Vera se queda sin remuneración en el Banco Santander, llama a Manglano, este habla con el rey, y el rey dice que hablará con Botín.

-Sí, son informaciones muy comprometedoras que no dejan en absoluto bien a los protagonistas, pero que nosotros como periodistas las teníamos que contar, pese a que trabajamos en un periódico con una línea editorial conocida.

Persona mencionada en varios momentos del libro, superviviente de aquella época, es la actual ministra de Defensa. Asunción le dice a Manglano que se pagaban fondos reservados a la Casa Real, y que Margarita Robles hacía pagos en efectivo.

-Esta es una de las informaciones más importantes que contiene el libro, el tema de los fondos reservados, porque afectan a una persona que hoy es ministra del Gobierno de España. Cuando fue nombrada secretaria de Estado, primero de Justicia, y luego del superministerio de Justicia e Interior con Belloch, llega en teoría con una misión por parte de Felipe González de limpiar el Ministerio del Interior. Esto que hace es todo lo contrario. Para no dejar rastro, explica Antonio Asunción, se entregan en metálico 60 millones de pesetas anuales, a razón de cinco millones al mes a la Casa del Rey, de una forma a mi juicio completamente injustificable. Eso lo hace Margarita Robles, esto se publica, y ella no se atreve a negarlo, porque es cierto, pero ahí sigue. Muchos medios han hecho un silencio absoluto. Yo creo que esta información es más que suficiente como para que hubiera estado en serios aprietos políticos.

González se reúne en 1997 con Manglano y establece una especie de hoja de ruta estratégica ante las causas judiciales sobre el GAL.

-Y González le dice que está dispuesto a asumir responsabilidades políticas, pero no penales.

En una reunión anterior habla de "hacer un plan". Dice que "además de las acciones judiciales, están las políticas, las mediáticas. Acciones del rey, acciones mías". Y que su "tesis" es que el PSOE "terminó con los GAL, que habían empezado antes".

-Mucho antes de empezar este libro entrevisté para un documental a Vera, y el argumentario era este. Que a principios de los ochenta, con ETA matando a 70, 80, casi cien personas al año, no era tan fácil ponerle cota a esto, porque por otro lado también había presión golpista. Yo por supuesto no comparto ese argumento, pero no es fácil en 2021 hacer una valoración de 1981. No le voy a quitar ni un ápice de gravedad a la guerra sucia, pero entiendo el contexto de la época.

Da sensación de que la gente hablaba por los codos, y de que todo el mundo o se tapaba o se temía.

-Por ejemplo en temas de la fortuna oculta del rey, o de sus relaciones con determinadas mujeres. Mucha gente sabía lo que estaba pasando. Era una situación mediática distinta a la de ahora, los medios de comunicación estaban muchísimo más controlados, para empezar, porque había muchos menos. Hoy ese pacto de silencio casi absoluto en determinados temas yo creo que es imposible, porque siempre hay alguien que publica y la gente entra en Google y lo ve. Pero si hoy pudiéramos poner un micrófono en algunas comidas de políticos o grandes empresarios, seguramente cuenten cosas que no están llegando a la opinión pública.

En el 93 el rey le dice a Manglano que prefiere que "gane Felipe".

-Sí, porque él tenía muy buen relación con González y de Aznar no se terminaba de fiar, también había varios empresarios que les pasaba lo mismo, y se lo decían al rey. Una vez que Aznar gana al principio hubo un idilio, pero en cuestión de meses aquello explota, cuando le confiesa el rey el chantaje de Bárbara Rey, y que se le está pagando.

Tuvo dos fases, según recogió Manglano. Y resulta tremendo.

-Sí, a mí me parece de una extraordinaria gravedad. Quedan perfectamente documentados los dos chantajes. El del 94 lo paga con 25 millones de pesetas iniciales Manuel Prado y Colón de Carvajal, el administrador privado del rey, y con contratos con Televisión Española. Y el del 97, aún más grande, es el de los 600 millones de pesetas. Aquí hay una cosa muy importante.

Cuénteme.

-En un programa de La Sexta, Gonzo cogió nuestro libro, y preguntó a Alberto Saiz, director del CNI hace años, si pagó el CESID. Él reconoció que a Bárbara Rey se le pagó y se le consiguieron contratos, pero que el dinero no salió del CESID, que lo pusieron donantes, y el CESID actuó como un intermediario. Yo no sé exactamente cómo fue. Lo que dicen los papeles de Manglano, lo que yo sí puedo asegurar, es que el rey afirma a Manglano que el acuerdo es de cien millones de pesetas iniciales en el 97, y luego 50 millones al año durante diez años. Es decir, 600 millones. Y dice el rey: los pagos anuales, que se iban a dar en porciones mensuales, los pondrá el CESID. En los cien millones iniciales aún no se sabe. Eso es lo que dicen los papeles. Si luego el CESID no usó un euro público de fondos reservados, y todo fue por medio de empresarios donantes, yo no lo sé. Sí me consta que hay empresarios que pagaron a Bárbara Rey por indicación del rey, porque a raíz de este libro, un familiar directísimo de un muy importante empresario español, muy famoso y ya muerto, me dijo que su ser querido fue uno de los que pagó por indicación del rey. Pero lo que dicen los papeles es que también se hizo con dinero público.