Si las entrañas de la tierra esconden vasos comunicantes con la memoria histórica de un territorio, las imágenes de un Bilbao asediado a sangre y fuego durante la Guerra Civil resurgen con fuerza tras el hallazgo en el cementerio de Begoña de la mayor fosa común de Euskadi. En la misma se encontraban los restos de 46 personas, la mayoría de las cuales, 42, eran gudaris y milicianos pertenecientes al bando republicano.

Su localización resulta más impactante todavía porque supuso una sorpresa para los miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Según el registro documental del cementerio, tenían constancia de la presencia en la zona de Santa Teresa de una pequeña fosa común con cuatro individuos. Finalmente, salieron 42 más a la luz, lo que supone el hito absoluto en este tipo de trabajos de recuperación en la CAV.

Se trata, por tanto, de una gran pieza del enorme puzzle de aquellos aciagos días, ya que además de los restos humanos se ha recuperado numeroso material, incluyendo cinco chapas identificativas. Tal y como se ha desvelado esta mañana, las "primeras evidencias materiales" apuntan a que los combatientes murieron en la defensa de Bilbao entre los días 15 y 18 de junio de 1937, probablemente en la batalla de Artxanda. Y si fueron enterrados sin ningún tipo de registro fue debido a la inminente caída de la ciudad ante el avance de los sublevados.

Restituir la dignidad

"Esta fosa constituye el mayor hallazgo de restos humanos de la Guerra Civil desde que en 2003 se inició el programa de búsqueda de personas desaparecidas, en colaboración con Aranzadi", ha confirmado la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal. En una comparecencia en el Ayuntamiento de Bilbao junto al alcalde, Juan Mari Aburto, y el secretario general de la Sociedad de Ciencias, Juantxo Agirre, sobre este paso de gigante en el marco del proyecto Begoñako Argia, han explicado que los localizados pueden ser gudaris del Batallón San Andrés, milicianos del Batallón Jean Jaurés y milicianos anarquistas.

El siguiente paso será realizar, a través del banco de ADN del instituto de la memoria Gogora, pruebas a todos los restos para tratar de identificarlos. Para ello se cruzarán con el ADN de familiares de víctimas de la guerra inhumadas en el cementerio de Begoña. Con este mismo fin, Artolazabal hizo un llamamiento a todos aquellos que tengan indicios de que un familiar pudo morir en la defensa de Bilbao para que se pongan en contacto con Gogora y, de ser necesario, donen una muestra de ADN. "Toda colaboración va a ser bienvenida", dijo la consejera, que aseguró que el objetivo del Ejecutivo es "restituir la dignidad de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista".

Junto a lápices, peines y navajas

La "gran fosa común localizada" está dividida en cuatro partes, formando una larga hilera. En las dos primeras partes hay dos individuos en cada una, que serían los que estaban localizados y que propiciaron la excavación. De ellos, al menos uno tiene signos de haber sido ejecutado -se aprecia un orificio de bala en el cráneo y las manos atadas a la espalda- y al menos dos corresponderían a personas del bando sublevado ejecutadas por los republicanos días antes de la toma de Bilbao por las tropas franquistas.

En cuanto al resto, que salieron a la luz en el transcurso de los trabajos, son 17 cuerpos en la parte tercera de la fosa y 25 en la cuarta y última, todos ellos soldados republicanos, tanto gudaris como milicianos. El abundante material hallado junto a los enterramientos incluye monedas, objetos personales como mecheros, lápices, peines, navajas y botones, botas, munición, chapas de soldados y alguna hebilla de cinturón. Los trabajos de exhumación aún no han finalizado, ya que quedan siete gudaris y milicianos por extraer en Santa Teresa y dos combatientes del banco sublevado en la zona de Santa Lucía del cementerio. En las próximas semanas se abordarán sus exhumaciones.