Miguel González (Málaga, 1959) lleva más de tres décadas en El País, y en los últimos años ha cubierto la información de Vox, formación que ha vetado su presencia en mítines y ruedas de prensa fuera de recintos públicos. "No soy un caso ni muchísimo menos extraordinario", aclara. Ahora ha publicado con Península un ensayo sobre la historia y planteamientos de este partido. En esta entrevista desgrana algunos de sus componentes de Vox: nacionalismo español, tradicionalismo, falta de base democrática o un "mensaje de polarización" que según observa puede que haya tenido más dificultad para calar en sociedades "más acostumbradas a la diversidad".

Ese veto es la primera anomalía que hay que comentar.

-A mí me vetaron personalmente por publicar que Jorge Buxadé, cabeza de lista de Vox al Parlamento Europeo en 2019, había sido candidato por Falange en dos ocasiones. Un dato objetivo que está en el Boletín Oficial del Estado. Luego me han vetado como parte del grupo Prisa, por un editorial en que se decía que no había que pactar con Vox. Vetan a todo el grupo Prisa y a un montón de medios, yo diría que probablemente más del 50% de la profesión periodística, mucho más si hablamos de audiencia. Un partido donde más del 60% de sus ingresos son públicos no puede vetar a los medios de comunicación, porque está quebrantando la libertad de información, que es uno de los derechos fundamentales.

Se ha adentrado con este libro en la historia e ideario de Vox.

-Yo pedí voluntariamente en mi periódico informar sobre este partido.

¿Por qué?

-Era un momento en que, iluso de mí, tenía menos trabajo del habitual, y pensaba que contaba con tiempo libre. Y luego, porque me producía curiosidad. El principio motor del periodismo es la curiosidad, el querer conocer algo y su porqué. Ya cubriendo a Vox me llamó la editorial y me preguntó si querría hacer un libro.

Vox irrumpe en el tablero en las elecciones andaluzas de 2018. Parece que no hemos sido capaces de abordar este fenómeno con eficacia democrática. ¿Estamos aún ahí?

-Cuando se producen esos resultados en Andalucía, sorprendentes para todos, Pablo Iglesias lanza lo que llama la alerta antifascista. Hay manifestaciones en algunas ciudades andaluzas, y se les pone la etiqueta de fascistas, ultraderecha, extrema derecha. En esas elecciones obtienen 12 diputados, prácticamente el 11%. Llega 2019 y en las primeras Generales tienen 24 diputados, y en noviembre 52. Ahora en Castilla y León han obtenido más del 17 y medio por ciento. Para mí, esto de ponerle etiquetas nos tranquiliza pero no funciona.

Pero usted mismo ha dicho que Vox no cree en la democracia. Lo cual nos da una dimensión de la cosa.

-Eso es lo principal. Las otras etiquetas primero no funcionan, como estamos viendo. Lo único efectivo para intentar hacer reflexionar a las personas que le votan, a las que creo que lejos de descalificarlas y despreciarlas, hay que darles información, es que Vox no es un partido democrático. Esta afirmación es sobre hechos objetivos. Empezando porque Vox no reconoce que la soberanía reside en el pueblo español, que es la base de la Constitución española. Esto está teorizado por Abascal y por Buxadé. Consideran que la soberanía reside en la nación: los muertos, los que van a nacer y los vivos, que van a estar siempre en minoría con respecto a los muertos y los que van a nacer. Si tú partes de la base de que la soberanía reside en algo tan etéreo como la nación española compuesta por muertos, vivos y no nacidos, eso como ideología está fuera de la democracia directamente.

¿Qué más destaca en ese sentido?

-Se consideran con el derecho de vetar a periodistas. Quieren imponer al conjunto de la población su concepción moral. Defienden el aborto cero, en ningún caso, están en contra del matrimonio homosexual, de la eutanasia... La alternancia política se basa en un terreno común admitido por todos. Para mí Vox acaba con ese terreno común cuando introduce en la política española una de las cosas más dañinas en mi opinión: el término 'enemigo' referido a los rivales políticos. Si lo piensas así, y además consideras que es un traidor y un delincuente, cosas que han dicho del presidente Sánchez, es muy difícil la alternancia. También están los modelos que tiene Vox en el extranjero, por ejemplo Trump, que cuando pierde las elecciones, se niega a aceptarlo, e instiga el asalto al Capitolio. Por tanto tienen modelos que no respetan la alternancia política, sino que hacen lo posible por bloquearla. Otro motivo fundamental es que han eliminado la democracia interna en el funcionamiento del partido. Todas esas características juntas no existen en ninguna otra formación.

A Vox, entre 2018 y 2022 le ha ido muy bien con Casado como competidor. ¿Cómo cree que se le presenta con Núñez Feijóo?

-En teoría mejor que con Casado, porque en la medida en que Feijóo aparece con un discurso más moderado, eso dejaría más espacio a su derecha para Vox. De hecho, ¿quién le deja menos espacio? Díaz Ayuso, con un discurso muy parecido, mientras que el de Feijóo sería más centrado. Pero luego, en la realidad, funcionan otros mecanismos.

¿El de caballo ganador?

-Claro, si se ve que Feijóo puede ganar, la principal motivación para el electorado de la derecha es echar a Sánchez de la Moncloa. Eso puede dar una prima a Feijóo y explicar las últimas encuestas. Pero Castilla y León y lo que puede pasar en Andalucía le quitan a Feijóo el poderoso argumento del voto útil. Lo visto en Castilla y León es que puedes votar a Vox y que el Gobierno sea para la derecha, frente al argumento de voten al PP porque si no gobierna la izquierda.

Llama a Intereconomía "la Fox de Vox". Pero no analiza otros medios, periodistas u opinadores que contribuyen a normalizar sus marcos.

-Vox ha hecho una lista negra en la cual estoy yo y muchos más, no quisiera hacer la antilista negra de los periodistas afines o que facilitan su penetración.

Sin dar nombres concretos, un fenómeno así no brota de la nada.

-Vox empieza primero con una actuación muy eficaz y profesional apoyada en redes sociales, donde la hegemonía de Podemos era prácticamente absoluta. Vox se ve favorecido por muchas cosas, primero por ese apoyo de profesionales, y por ejemplo porque Facebook cambió su algoritmo en 2018 por el cual dio tres veces más valor a los mensajes de rechazo que a los positivos. Vox manda mensajes al público de izquierdas para provocarlo, que reaccione y crear polarización. Eso multiplica el efecto de sus mensajes. Esa 'Fox de Vox' le sirve de cancha de entrenamiento. Cuando digo que Intereconomía es el grupo de Vox, no hago opinión. El que era su dueño, el señor Julio Ariza, participó en un Congreso del partido y figuró en una candidatura al Congreso. De todas maneras, Vox empieza a tener cada vez más problemas en las redes sociales, porque estas empiezan a censurar, ese es otro debate, mensajes que consideran que son de odio, y ahora Vox ya está construyendo una constelación de medios afines. Luego hay otros medios que usted dice que favorecen a Vox. Yo no señalaría a nadie con el dedo, pero hemos hablado de cómo esta formación veta a determinados medios. En muchos países si la mitad de los medios fueran vetados en las ruedas de prensa de un partido, el cien por cien de los medios se negaría a entrar.

Por solidaridad.

-Por un sentido de defensa de la libertad de información. Claro, eso en España es impensable. No sucede. Hay un hecho evidente: la forma en que Díaz Ayuso mima a Vox. Todos los medios que de alguna manera están en la órbita de Díaz Ayuso mantienen esa misma actitud. Y con eso le digo varios sin citarlos.

"El pensamiento reaccionario tiene una larga tradición en España", escribe. De repente ha vuelto a fraguar conectado a algo que habitaba durmiente en el PP.

-Vox se crea en diciembre de 2013. De pronto en 2018 es cuando pega el salto. Vox era una especie de barca a la deriva, un chiringuito en el cual Abascal cobraba más de 6.000 euros brutos al mes, y llega una ola que es la del procés, que despierta a un nacionalismo español que estaba aletargado.

Para cuando en 2019 se celebran dos elecciones Generales, el procés se había deshecho tras el 155.

-Fíjese, la primera de esas dos elecciones fue en abril, mientras se estaba celebrando el juicio del procés en el Supremo. Luego, en noviembre, se había conocido la sentencia y se produjeron los disturbios en Barcelona y en toda Catalunya. Es decir, había una atención centrada en ese tema. Por una parte se despierta ese nacionalismo español, por otra, en junio de 2018, había sido la moción de censura en la cual cae Rajoy. De pronto hay un Partido Popular que se encuentra desplazado del poder, con su líder desaparecido y en una situación de orfandad, mientras ha subido al poder un Partido Socialista apoyado por los independentistas. Yo creo que esa es la ola fundamental, la del nacionalismo. Luego hay muchas otras.

Hay quien habla de una guerra cultural, con consensos o mayoría sociales ahora en riesgo.

-En mi opinión, estamos en una época que se caracteriza por una gran incertidumbre social. ¿Qué es lo que ofrecen los partidos de la ultraderecha? Básicamente, seguridad, desde la física entrrecomillas, la de resolver los problema sociales a base de la actuación de la policía. Un problema tan complejo como la inmigración con la Armada patrullando las aguas de Canarias, hasta la seguridad de las instituciones tradicionales. Vox juega mucho con el factor familia tradicional, la patria y la religión. Lo que están haciendo es recuperar los valores tradicionales como refugio de seguridad ante muchos factores. Por ejemplo, lo que supone el feminismo de cambio en los roles de género hasta la llegada de la inmigración en tu barrio que toda la vida ha sido igual y con todos más o menos parecidos, y de pronto sales a la calle y te encuentras a personas de distintas culturas y lenguas. Tú puedes adaptarte a eso o sentirte inseguro. Por no hablar de la revolución digital, que deja a mucha gente atrás.

La monarquía es consciente de que tiene en Vox un apoyo, pero hay abrazos del oso.

-Creo que el rey es consciente de que tiene que mantenerse absolutamente equidistante de todos los partidos, sobre todo los representados en el Congreso.

Está en tela de juicio si lo hace.

-Vamos a decir que debe hacerlo. Ese furor monárquico de Vox yo lo cuestiono. En el libro se recoge alguna declaración de Abascal diciendo que él no es monárquico, que considera que la monarquía es un bastión para frenar a los nacionalismos periféricos, pero que si en un momento determinado le dieran a elegir entre una monarquía confederal y una república unitaria, da a entender que se decantaría por lo segundo. Con lo cual el de Vox es un monarquismo táctico.

Un mensaje para la Casa Real...

-Un apoyo en tanto mantenga su concepción de Estado. Y hay actuaciones de la Casa Real en relación con temas de feminismo o cambio climático que no están en la línea de Vox. Eso es un hecho.

SUS FRASES

"Castilla y León y lo que puede pasar en Andalucía le quitan a Feijóo el poderoso argumento del voto útil"

"Todos los medios que están en la órbita de Díaz Ayuso mantienen su misma actitud de mimar a Vox"

"Según Abascal, la monarquía es un bastión para frenar a los nacionalismos periféricos, su apoyo es táctico"