Un pupitre vacío. Un colegio roto. Una comunidad escolar dolida. Una familia destrozada. Un profesorado tocado. Un director teniendo que capitanear desde la serenidad un centro sacudido por la tragedia y la impotencia de la muerte de Imanol a sus 4 años de edad. Concentraciones y reivindicaciones de puertas hacia afuera. Trabajo educativo y psicológico en las aulas. Uno de los días más duros los más de 75 años e historia de un colegio enraizado en el territorio urbano obrero y multicultural que se abre a ambos lados de la avenida de Villava, en la Txantrea y Ansoáin.

¿Cómo arranca una jornada un colegio en cuyas aulas falta uno de sus alumnos tras un fatal atropello a escasos metros de su puerta? Al director Patxi Ciáurriz le tocó liderar el manejo una jornada muy difícil. Agotado por las llamadas y gestiones, desde el primer momento del accidente tuvo claro que lo importante era poner todo el calor humano y los recursos del colegio para arropar a la familia. En la mañana de ayer tocaba reanudad la actividad lectiva. “Evidentemente no podía ser un día normal. El componente psicológico es muy importante y en esto hemos contado con la colaboración de varios equipos de la Cruz Roja. El profesorado ha sido el primer colectivo en tener contacto con ellos y luego los alumnos y las familias que lo han requerido”, explicó. Los compañeros de clase de Imanol dedicaron la mañana a pintar dibujos de recuerdo que luego pusieron en el patio junto a su foto. Cuatros años es una edad muy sensible para asimilar determinadas cosas aunque los psicólogos de la Cruz Roja y los propios docentes se esforzaron en hacerles entender que había sucedido un accidente y no volverían a ver a su compañero de juegos. Complicado. “Dado lo especial de la jornada y sin hacer de menos para nada al nivel del resto de la plantilla también hemos reorganizado las clases para que fueran los profesores tutores quienes atendieran los grupos”, recuerda Ciáurriz.

La dirección, en estrecha colaboración también con la apyma, organizó un pequeño acto privado para familias y alumnado dentro del recinto del colegio. A las 12 horas el silencio y la emoción contenida sustituyeron las reivindicaciones y consignas a pie de paso de cebra de primeras hora de la mañana y la tarde. Treinta minutos para escucharse, abrazarse y sentirse unidos con la foto de Imanol y una canción de fondo.

“Siempre en nuestros corazones”. “Nunca te olvidaremos”. “Todos somos Imanol”. Estas tres leyendas en castellano, euskera e inglés (las lenguas en la que se imparten clases en este colegio de 428 alumnos de Infantil y Primaria con 29 docentes) presidieron un cartel construido en las aulas para este sencillo acto en el ecuador de una jornada que se cerraría a la tarde con una nueva protesta vecinal y de la comunidad educativa en el lugar del accidente. El director lanzó un mensaje apelando a la calma y la serenidad desde la lógica “rabia, dolor e impotencia”; agradeció las muestras de interés de diferentes instituciones (alcaldes de Pamplona y Ansoáin, departamento de Educación, la red de escuelas concertadas, la congregación....); pero también dejó clara la demanda histórica del centro de contar con vigilancia y supervisión policial en las entradas y salidas. Esta reivindicación centraba gran parte de los pensamientos en voz alta de padres y madres que se acercaron al lugar aunque es un tema que trasciende al propio centro cuyas aulas, según Patxi Ciáurriz, son el más fiel reflejo de plural entorno social que lo rodea en esta zona de Iruña y Ansoáin y del que están orgullosos.