pamplona - Javier Armentia Fructuoso es un astrofísico divulgador de la ciencia que nació en Vitoria el 9 de noviembre de 1962 y que desde 1993 dirige el Planetario de Pamplona. ?

Recuerde el origen de esta peculiar instalación que abrió la ciudad hacia la zona de hospitales e incluso posibilitó otro pulmón urbano en Iruña, el parque de Yamaguchi.

-Empezamos el proyecto en 1990 cuando el Gobierno de Navarra crea la empresa pública. Entonces estaban el Gobierno, el Ayuntamiento de Pamplona y Caja Navarra. Hay un convenio entre Javier Chourraut y Gabriel Urralburu y, después de mirar la Taconera e incluso los Caídos, deciden hacerlo en el solar de Imenasa. El Ayuntamiento cede el espacio y el Gobierno hace el edificio y la urbanización de la calle Acella y busca como socio a Caja Navarra, que paga la mitad del proyecto. Esas son las fases previas (1988-90) y en 1990 se crea la empresa Planetario de Pamplona SA, a la vez que la sociedad pública que gestionó el pabellón de la Expo y la construcción del edificio de la UPNA, que también depende de Educación. Estaban como locos y les llegó el Planetario, pero como proyecto ilusionante. Eran tiempos convulsos y hasta que no acaba la obra y se instala todo, no se inaugura, el 26 de noviembre de 1993. Ello nos permitió ir creando el equipo que empezó a trabajar y que no ha cambiado demasiado.

¿Quién es un astrofísico?

-Astrofísico... es la gente que estudia el cosmos. Les hemos llamado a lo largo de la historia astrónomos. Astrofísico es un término que tiene que ver con los estudios. En general, es gente que se dedica a estudiar el cielo, intentar entenderlo, ver cúal es la física del asunto, el sentido; descubrir nuevos planetas, conocer más los que conocemos, entender la vida de las estrellas, de las galaxias, el big bang y todo eso. Es muy chulo. Una dedicación completamente inútil y muy divertida. Muy bonita.

¿Y astrólogo...?

-Lo mismo pero que saca dinero con esa creencia. Siempre he reivindicado que nosotros debiéramos ser los astrólogos. Los que estudian la vida son biólogos, los que estudian la tierra, geólogos y los que estudiamos los astros debiéramos ser astrólogos pero el nombre nos lo han quitado los cantamañanas esos de los horóscopos.

¿La Astrología es pseudociencia?

-Es una engañufla. Soy muy hostil.

Volviendo a la luna. Habría sido en su momento el director de planetario más joven del Estado e incluso de Europa ¿no?, con 31 años. ¿Un reto?

-No éramos muchos. Sí, era un joven promesa cuando vine a Pamplona (jaja). Yo estaba en la Complutense y el proyecto era muy bonito. Colaboraba con alguna revista, hacía cosas en radio y una página mensual en Conocer y el de Pamplona era un proyecto muy divertido. El Planetario de Madrid se había inaugurado en 1986 y como conocía el proyecto y me encantaba dije: Ahí me tiro. Me enteré por un anuncio en El País, hicieron selección de personal y me contrataron. Vine aquí, pero no me planteaba que esto iba a ser mi vida profesional. La verdad es que ha sido un proyecto muy ilusionante. Siempre haciendo cosas nuevas y, como no podemos acabar nunca, seguimos empezando.

El Planetario de Pamplona, el Pamplonetario como usted bautizó, cumple el 26 de noviembre 25 años. ¿Qué ha aportado, este contenedor de cultura que mira a las estrellas, a Pamplona, a Navarra?

-Se ha convertido en varias cosas. En los años 90 comenzamos a ser un centro cultural muy abierto. Teníamos exposiciones de mucho pelaje, desde el Museo del Prado a artistas navarros que no tenían cabida en otros sitios porque no había muchas salas en Pamplona (Carlos III, García Castañón, Museo de Navarra). Tuvimos a ONG, trabajamos con UNICEF todos los años o con el Anaita para hacer cosas de montaña, charlas de Afan y otras entidades. Además, Pamplona no tenía auditorio y el de Barañáin se inauguró después... nuestro papel era claro. Éramos un lugar donde pasan cosas pero, además, algo más especial porque era el único en el que se planteaba hablar de ciencia. Desde el principio tuvimos claro que la ciencia es algo que interesa a la gente. Estaban las universidades pero no salían mucho y nosotros les animamos a salir a la calle. Fuimos trayendo noticias que otras veces se quedaban en esos sueltos que llenaban la prensa y la radio local y lo empezamos a convertir en algo propio: eclipses, perseidas o cuando llegaba la estación especial a no se dónde... todo eso empezamos a contarlo aquí.

Hasta entonces, ¿de todo esto aquí no había habido casi nada?

-Esa era la idea. Ir abriendo camino. Por ejemplo, el festival de creación audiovisual de Navarra, que se hizo en el Museo y pasó al Planetario ya que es un espacio donde apetece hacer cosas audiovisuales. Hemos estado jugando con unos y otros, ahora metiéndonos también con tecnología, robótica y dejando que venga un artista y nos invada como Natxo Barberena, geólogos o un astronauta...

¿Cuántas personas han podido pasar en estos 25 años?

-Escolares hemos tenido unos 15.000 de media al año, en total 750.000, seguro, en breve haremos el millón. De público en general, el año que menos visitantes ha sido 100.000 por lo que calculo unos 3 millones de visitantes y, afortunadamente, alguno de ellos ha repetido. Hay gente que viene al Planetario con el cole y luego ha vuelto con sus niños. También hay personas que vienen a conferencias y nos dicen: ¿Sabes que todavía no he visto la película del Planetario? Y les decimos: pues ya va siendo hora, ¿no?

¿Ha pensado alguna vez que se estrellaba?

-Muchas. Casi constantemente. No por meternos en algún berenjenal del que no podamos salir porque tenemos un equipo todoterreno y hemos encontrado complicidad muy maja en gente de todo tipo, la última con el disco. Hay gente que nos quiere mucho; que nos trae historias como el Ateneo o las semanas de la ciencia con las que hemos sacado las ciencias a la calle. El mayor riesgo ha sido el económico.

¿Cual es su inyección económica?

-Principalmente del erario público. Pero el Planetario genera ingresos que pueden constituir un tercio de nuestro presupuesto, entre la producción, taquilla y patrocinios. Los recortes de 2012 en Cultura nos afectaron mucho, de 550 millones se pasó a 50 y hubo que suplirlo. Hoy, estar en NICDO nos permite tener cierta libertad y saber que se mantiene el proyecto de Planetario. No somos gravosos.

Se creó el Planetario de Pamplona en un tiempo junto a otros muchos en el Estado. ¿Fue la oferta del año?

-Posiblemente hubo algo de eso, Todas esas compras que se hacían a Alemania, pero lo cierto es que desde finales de los 80 se dio importancia a la cultura científica. Los museos de la ciencia de Barcelona, Coruña; los planetarios de Madrid, Canarias, Castellón... Fue una época muy buena para la divulgación científica, se empezó a ver que era parte de la cultura. Duró poco y se pasó a los grandes contenedores culturales. En los 90 hubo hachazo por crisis y esta dependencia pública nos ha obligado siempre a esa constante mesura en el gasto, que decía Román Felones, 1º presidente del Consejo de Administración.

¿Que pintaba un Planetario en Pamplona?

-No tengo una buena respuesta porque Pamplona no tenía una tradición astronómica. En otras ciudades se demandaba, aquí no. Yo creo que fue una idea que tienen a veces los munícipes. Aquí se pedía un auditorio pero y se decía: eso se hará pero es que Moneo o Saiz de Oiza están muy ocupados, mientras tanto vamos a hacer el Planetario. Yo creo que fuimos eso: el mientras tanto.