pamplona - “La infancia define el tipo de personas que vamos a tener en la sociedad y los valores por los que se van a regir”, motivo por el cual la profesora y diplomada por el Centro Internacional Montessori (IMI), Amaia Nazar, sostiene que hay que tener un respeto y mimo enorme por esta etapa crucial en la vida de las personas. En este sentido, Nazar defiende y practica el método de enseñanza Montessori, que aunque hoy en día ya está bastante arraigado, mucha gente sigue sin comprender exactamente qué es o cómo funciona. “El método Montessori se centra en el desarrollo del niño de una manera en la que se trabaja la independencia y la autonomía y, para ello, se tiene en cuenta cuales son las necesidades que tienen los pequeños, y a través de ellas el adulto crea un ambiente preparado en el que los críos trabajan con diferentes materiales concretos”, explica Nazar.

Los materiales, a diferencia de los que se pueden encontrar en la educación “tradicional”, están pensados para crear una sensación en los párvulos, algo que perdure de manera más fuerte de lo que lo haría, por ejemplo, una imagen en un papel. “Se trabaja con materiales concretos y sensoriales que se manipulan a través de los sentidos. Imaginemos que queremos ensañar geometría, en ese caso cogeríamos un triángulo, un círculo y un cuadrado con los que el niño podría interactuar. Podría tocar las puntas del triángulo, los lados del cuadrado, la forma del círculo... De esto modo se consigue que el niño vivencie y experimente el proceso”, apunta la profesora.

Una cuestión que hace que el ambiente Montessori se aleje bastante del de la educación tradicional es la figura que cumple el educador, que es secundaria. “Nosotros no les decimos a los niños qué tienen que hacer o cuando lo tienen que hacer. Tenemos una planilla de cada asignatura y observamos en qué proceso se encuentra el niño y, dependiendo de su nivel madurativo, le introducimos diferentes materiales de diferentes áreas. Entonces, una vez el maestro le ha ‘presentado’ esos materiales, es el niño el que trabaja ese material libremente. En general, la labor del profesor es invitar al crío a trabajar diferentes materiales, observarlo e intervenir en caso de que lo considere necesario”, expone.

En este contexto Nazar saca a colación una de las principales dudas que la gente suele expresar respecto a la educación Montessori: la disciplina. Pero, a diferencia de la creencia popular, esta existe y se aplica, pero de modo distinto. “La disciplina es una de las señas de identidad del pensamiento Montessori. En nuestros ambientes esa disciplina se aprende, no se impone. Los niños y niñas toman sus propias decisiones y aprenden gracias a las consecuencias naturales de sus actos. Nuestro objetivo es que los niños y niñas aprendan desde pequeños que todas las acciones traen consigo una consecuencia y que por ello, deben ser coherentes y consecuentes con sus decisiones y actuaciones”, aclara Nazar.

Asimismo, sostiene que las diferencias entre la pedagogía Montessori y la tradicional no se limitan solo a la figura del educador, a la libertad y a la disciplina. “En el método Montessori no se fomenta la competitividad. Hay reportes que hacemos a los padres, pero no notas. También se fomenta más la confianza y el respeto. Cada uno puede elegir su ritmo, no se le fuerza a que trabaje al mismo que el de sus compañeros, no existe el sentimiento de competitividad académica que desde pequeños puede hacer mucho daño al alumnado”, expone.

Nazar, en colaboración con al Universidad Pública de Navarra (UPNA), impartirá un curso en euskera sobre enseñanza Montessori los próximos días 26 y 27 de agosto en la Casa de la Cultura de Berriozar, donde explicará los principios básicos teóricos de la pedagogía. - Efe/D.N.