pamplona - ¿Por qué es importante el sueño de calidad? ¿Qué consecuencias tiene dormir mal?

-Aunque no conocemos todas las funciones del sueño, sí sabemos que es un estado durante el que se ponen en marcha los procesos de eliminación de sustancias de deshecho que se acumulan a lo largo de la vigilia, de reparación del organismo y de consolidación de la memoria. Lo fundamental es que nuestro sueño sea capaz de cumplir estas funciones. El sueño escaso o de mala calidad se ha relacionado con problemas de salud tales como alteraciones del estado de ánimo, cambios de carácter, disminución de la atención y la memoria, hipertensión, obesidad, diabetes, alteraciones de la inmunidad e incluso algunos tipos de cáncer.

¿Cuáles son los principales problemas de sueño de los navarros?

-No disponemos de datos de la frecuencia de los problemas del sueño específicamente en la población navarra, pero probablemente no sea muy diferente a la de otros países occidentales. Lo más frecuente suele ser el insomnio. Todos hemos dormido mal en alguna ocasión, pero desde la medicina del sueño se considera que es un problema cuando ese dormir mal no es un fenómeno puntual, sino que se mantiene en el tiempo y nos repercute en nuestra vida diaria. Hablamos de insomnio crónico cuando tenemos dificultad para dormir al menos 3 días de la semana durante al menos 3 meses. Es difícil establecer la prevalencia real del insomnio crónico y los datos son dispares, pero se estima que es cercana al 20%. Lo que está claro es que es más frecuente en mujeres. Sin embargo, el principal motivo para la realización de pruebas del sueño son las apneas del sueño, que afectan tanto a niños como a adultos. Se estima que el 10% de los varones y el 5% de las mujeres tienen apneas. Se considera un factor de riesgo cardiovascular, por lo que su correcto diagnóstico y tratamiento es fundamental. El síndrome de piernas inquietas también es frecuente, pero la lista de trastornos del sueño es larga.

¿Cómo se pueden prevenir?

-Mejorar los hábitos de sueño ayudan a mantener un sueño saludable, pero cuando hay un problema significativo del sueño no suele ser suficiente y tenemos que acudir al médico. A veces no somos conscientes de la influencia de nuestras actividades y el horario durante el día sobre el sueño. La exposición a la luz natural a primera hora del día y el ejercicio por la mañana o a primera hora de la tarde es una buena preparación para dormir bien esa noche. Por el contrario, a última hora del día debemos evitar exponernos a luces intensas, especialmente si son del espectro azul, y no realizar actividades físicas ni mentales intensas. También se deben evitar bebidas estimulantes. Las condiciones adecuadas de la habitación y los horarios regulares de sueño, permaneciendo un tiempo suficiente en cama, son básicos. Como norma general recomendamos evitar la siesta, pero en algunos casos una de 20-30 minutos puede ser aconsejable.

¿Qué costumbres provocan que no consigamos descansar?

-En la sociedad actual uno de los grandes enemigos del sueño es la tecnología. Utilizar dispositivos electrónicos en la cama, además de la exposición a la luz, produce hiperactividad mental. Produce un estado de hipervigilia que puede hacer que nos cueste dormir, pero también que nos despertemos muchas veces por la noche. Ver la televisión en la cama es otra actividad que debemos evitar. Pero existen otras costumbres que afectan negativamente al sueño, como realizar ejercicio físico a última hora del día, cenar tarde o no tener un periodo de relajación antes de acostarnos.

¿Cómo podemos saber que nuestro sueño es de calidad?

-Lo fundamental es que al despertarnos tengamos la sensación de que el sueño ha sido reparador, de estar descansado. Esto no nos lo puede decir ninguna aplicación. Aunque muchas veces están directamente relacionados, no depende necesariamente del número de horas de sueño o del número de despertares nocturnos. Hay algunos trastornos del sueño en los que el paciente no es consciente de nada y se levanta descansado, y es el acompañante el que nos va a dar la pista. - M. Pérez