pamplona - Investigadores de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), liderados por Maite Martínez Aldaya, han analizado, por primera vez en la Comunidad Foral, la contaminación difusa por nitrógeno de las aguas superficiales y subterráneas, a través del concepto de huella hídrica gris. Este indicador mide el volumen de agua requerido para asimilar la carga de contaminantes, provenientes, en este caso, de las actividades agrícolas y ganaderas. Dicha huella hídrica gris y los niveles de contaminación del agua son más altos en el sur de Navarra, particularmente, en zonas agrícolas intensivas de la Ribera, lo que se traduce en un mayor volumen de agua dulce necesaria para asimilar la carga de contaminantes generados y una menor cantidad de agua disponible para su asimilación.

En Navarra, el 64% de la huella hídrica gris relacionada con las cargas de nitrógeno proviene de fertilizantes artificiales; el 16%, del estiércol; el 11%, de la deposición atmosférica; y el 9% restante de la fijación biológica, semillas y otros fertilizantes orgánicos. Entre los cultivos, la producción de cereales tuvo la mayor contribución a dicha huella, con un 54%, seguido de las verduras, con un 17%, y el forraje, con un 11%. - D.N.