PAMPLONa - Tras beber ayahuasca, la denunciante de abusos experimentó un estado de confusión y pérdida de consciencia. Durante su viaje a Navarra con el chamán, narró que escribió whatsapps a su madre, a su novio y a algunas amigas, pero que no les alertó de que estuviera mal “porque no era yo. No tenía voluntad y él (el acusado) me decía: No preocupes a nadie, tranquila, no alarmes”. Tras parar en el hotel y tener sexo (él dice que consentido y ella que no), el procesado llamó a la amiga común por teléfono para que fuera a por la presunta víctima. Él dice que era porque ella quería más sexo, estaba agitada y él se tenía que ir. Ella afirmó que estaba paralizada y no quería seguir. El caso es que la ruta continuó. Y siguió escribiendo mensajes y contestando alguna llamada. El otro amigo que participó en la ceremonia contactó con ella. También con el acusado, que le había llamado porque “la veía mal”. Este amigo manifestó que “ella solo respondía con monosílabos, sin ninguna frase larga”. La amiga común dijo por contra que tenía “mucha verborrea”. El novio de la presunta víctima, que desconocía el ritual celebrado y el viaje a Navarra, aseguró que al escribirle por teléfono por la mañana le pareció que “tenía una borrachera. Decía cosas inconexas. Decía menudo lío, que me quería, que iba al mar a liberarse... Le pregunté si estaba bien. Me dijo estoy donde quiero estar y con quien quiero estar”. - E.C.