- Javier García no se lo podía creer cuando en tres días pasaron de 40 personas inscritas para fabricar protectores faciales a más de 400. “He trabajado en muchos colectivos y estoy acostumbrado a organizar y coordinar movimientos sociales, pero esto ha sido una puñetera locura”, explica este tudelano integrado en el colectivo ecologista Helianto. La intención de varios navarros que conversaban por Telegram era tratar de cubrir las necesidades de sistemas de protección, de sanitarios, auxiliares, residencias de ancianos, farmacéuticos; su nexo en común, tener impresoras 3D. Buscando soluciones se dieron cuenta de que es muy difícil crear mascarillas de tela con impresora, pero la opción era “facilitar protectores faciales, de tal manera que si hay un estornudo o una tos, no les caiga a la boca o los ojos de quien sea”.

Bajo esa premisa, el grupo fue creciendo y se dividió por comarcas, siendo Javier García el responsable de la Ribera y la Zona Media. “Las gestiones a lo largo de este fin de semana han sido tremendas, había días que no tenía tiempo para desayunar y comía a las 5 de la tarde”, explica.

Además la colaboración se ha extendido en red y tanto ayuntamientos como particulares se han ocupado de buscar cualquier elemento que complete la confección de los protectores. Los voluntarios fabrican el soporte donde se coloca el plástico (acetato) y una goma para sujetarlo. Para la fabricación de soporte se emplean dos materiales PLA o PETG que se sirven en bovinas de 1 kilo que se derriten en la impresora para crear la pieza.

En esta locura de colaboración ciudadana instantánea se han dado circunstancias como que se pidieran en Sangüesa gomas para ajustarlas y al rato les llevaran 500 metros de gomas, “ya no saben qué hacer con tanta goma, hay para toda Navarra”.

Así, el grupo está fabricando alrededor de 1.500 protectores faciales al día por lo que “en una semana podemos abastecer a todas las necesidades que haya en Navarra”, calcula García, que añade que solo en la Ribera hay casi 70 colaboradores.

Javier García, que asegura estar desbordado por la respuesta, ha participado en colectivos, también en algunos Nafarroa Oinez pero asegura que “la inmediatez de esto es brutal. Es como cuando dices hay una necesidad, todo el mundo esta dispuesto y solo faltaba la chispa para que surgiera”.

Como contraprestación a los hospitales y farmacéuticos solo les piden una foto cuando reciban los protectores “para que la gente vea que el esfuerzo que realiza tiene un sentido y que lo que imprimes va a ir a la residencia donde estuvo tu abuelo, o al centro de salud del pueblo de al lado o donde sea. Pero saber dónde ha ido”.

De esta forma coordinan con Protección Civil y con la Policía Foral tanto la entrega de materia prima a voluntarios que igual no tienen, como la del producto terminado.

Uno de los últimos en adherirse a esta ola de colaboración ha sido el cascantino Alberto Pérez, de 47 años, que fabrica 10 protectores al día desde ayer. “Lo mío en realidad es afición, por eso tengo la impresora y solo pretende echar una mano, toda ayuda viene bien”.

Alberto trabaja en la construcción pero decidió parar en cuanto se decretó el estado de alarma. “La obra no tenía necesidad de parar pero me da lo mismo. Somos cuatro en casa, más mis suegros. Prefiero guardar un mes o mes y medio de vacaciones que después ya me apañaré como pueda. De momento estamos todos bien”.