na vez controlada la epidemia, esperemos que pronto, deberá llegar la restauración del vínculo social que ahora está en cuarentena”, estimaba Lluís Bassets en El País del domingo día 15, donde añadía: “El coronavirus nos enseña que sin atención médica de calidad para todos, incluso los más ricos están en peligro”. Es otro punto de vista: “Pagar impuestos para contar con una buena sanidad pública es la mejor inversión que puede hacer una sociedad. La salud colectiva y global ya es parte de la salud individual”.

El caudaloso río informativo generado por el infernal virus procedente de China ha regalado al mes de marzo de 2020 visiones bien diferentes del alcance del fenómeno y la de Bassets se hermanaba, en el mismo ejemplar del rotativo madrileño, a la de Manuel Vicent: “Después de oír a los expertos, saber mandar, no dudar ante un dilema, transmitir confianza en medio de la adversidad, en eso consiste dar la talla”. ¿Dar la talla?

Según la oposición, el gobierno de España no da la talla, se halla dividido e incluso (ahora, según el señor Casado y diversos medios de información), contribuye a ¡propagar el virus! Pero Manuel Vicent echa la vista atrás y examina otros momentos realmente complicados en su columna de contraportada: “Ante el golpe de Estado del 23-F, el atentado yihadista del 11-M, la crisis económica de 2008 y el desafío independentista catalán del 1-O, cada líder se enfrentó a un reto decisivo”. Lógicamente, la grave crisis del coronavirus ha traído consigo todo un conjunto de sinceras preocupaciones…

Y ha acercado otras inquietudes: “Mención especial merece la actitud del presidente autonómico catalán, no ya de una deslealtad inconcebible en un gobernante digno de tal nombre sino de una falta de decencia en una persona con tanta responsabilidad”, estimaba la abogada del Estado Elisa de la Nuez en su página de El Mundo, allá por el martes día 24. “Tampoco -añadía-, aunque ciertamente en otro orden de magnitud, podemos olvidar las primeras reacciones del Gobierno Vasco del PNV, más preocupado por sus competencias que por la salud de los ciudadanos”. ¿Qué había pasado en tan incontrolados territorios?

Según De la Nuez, para “bien o para mal esta crisis va retratando a todos y cada uno de nuestros políticos, no ya frente a las próximas elecciones, sino frente a la historia” y, tras la barbarie, “debemos plantearnos de una vez la construcción de un modelo federal racional en beneficio de los ciudadanos y no de las élites o los partidos locales”. Sí, partidos locales, no los que juega el equipo de casa, sino aquellos agrupamientos que han preferido ignorar a sus ciudadanos (también locales) en beneficio de supuestos réditos electorales, igualmente locales.

Vascos y catalanes, siempre a lo suyo… ¿Y los demás? La Editorial de insurgente.org aparecida el miércoles 25 (“El capitalismo prepara una vuelta de tuerca contra los trabajadores tras el virus”) lo dejaba bien claro: “La búsqueda en los ERTE de la salvación del empresariado (hasta los clubs de fútbol de Primera división pretenden que el Estado pague a sus estrellas millonarias), va a dejar al propio Estado en una situación muy complicada”. “Por ello -concluye dicho texto-, hablan sin pudor de privatizaciones, recorte de sueldos y pagas extras, derechos adquiridos… para ni mentar la subida de impuestos que, en su lenguaje reaccionario, vinculan a la necesidad de proteger a los empresarios y su capital para crear riqueza”.

Dar la talla, ¿es cosa de ricos? ¿Es cosa de los elegidos? Poco a poco, la miseria humana se arrejunta con las enfermedades que escupe la pandemia y Marta García Aller ya se expresaba así en El Confidencial del viernes 26: “A medida que se extiende el virus, lo van haciendo también los ataques racistas que, aunque minoritarios, se ve que son contagiosos en todo el mundo por miedo a esta pandemia”. “Pero”, ¡ojo!, “el racismo no es racional. Y a medida que ha empezado a extenderse el coronavirus por todo el planeta, en cada región la xenofobia se ha ido adaptando de forma pegajosa a los prejuicios culturales de cada sitio”.

Pena, siento pena…

El caudaloso río informativo del infernal virus ha regalado a marzo visiones bien diferentes del alcance del fenómeno