Un quiromasajista de Pamplona se enfrentará en las próximas fechas en un juzgado de lo Penal a una petición de la Fiscalía de seis años de prisión por tres delitos de abusos sexuales de los que se le acusa por parte de tres mujeres que acudieron como clientas al establecimiento que tenía abierto en el centro de Pamplona. El procesado, que ya tiene una condena previa por hechos similares de 15 meses de prisión que está recurrida en el Supremo y al que se le archivó otra denuncia en instrucción, ha sufrido una minuciosa investigación judicial en la que incluso pasó por el médico forense para comprobar su estado mental y si era imputable. Durante la instrucción, que se inició a raíz de la primera denuncia de una joven que revelaba que el acusado se había propasado en zonas íntimas a la hora de efectuarle un masaje en su centro, el juez instructor llegó a plantear que decretaría la prisión provisional en el caso de que se acumularan más denuncias de este tipo. Finalmente, fueron tres las mujeres que denunciaron las prácticas del quiromasajista y en todos los casos el relato de hechos guarda numerosas similitudes en el modo de actuar del especialista con las víctimas. A pesar de que las mujeres declararon que los tocamientos efectuados por el acusado se excedían por completo del masaje concertado, el procesado niega que se excediera en su comportamiento e incluso en dos de los casos negó haber efectuado masajes a las clientes que le denunciaron. Próximamente volverá por tanto a sentarse en el banquillo para responder por estos hechos.

una condena previa

En la condena que ya pesa sobre él de 15 meses de prisión, impuesta por el Juzgado de lo Penal 2 de Pamplona y ratificada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra, se narraba que una clienta acudió al centro de masaje en octubre de 2017. Una vez allí, tras contratar un masaje relajante y descontracturante de cuerpo entero y después de que el acusado le terminara el masaje en la espalda, este le dijo a la clienta: “Hasta aquí el dolor, ahora comienza el placer” y continuó el masaje por las piernas y las nalgas. La víctima, usuaria asidua de servicios de masajes, empezó a sentirse incómoda. Luego, el procesado le dijo que se diera la vuelta, le colocó un antifaz y le empezó un masaje pectoral, que fuera aprobado por la clienta. En la manera en la que ejecutó dicha práctica la víctima pensó que se había equivocado y que quizá estaba recibiendo “un masaje erótico. Se quedó bloqueada”. A continuación, el procesado continuó por la zona abdominal y tocó la vaginal de la mujer, lo que provocó la reacción de la mujer, que le dijo que se mantuviera alejado de esa zona, se quitó el antifaz y abandonó el centro. “Los tocamientos efectuados son impropios de un masaje de las características del contratado y no se atenía a lo pactado”.