Casi un mes sin noticias de Maider Arostegi. La familia de la cooperante guipuzcoana lleva desde el pasado 3 de noviembre sin saber nada de ella. Creen que continúa en la ciudad de Wukro, en la región de Tigray donde desde hace un mes ha estallado un conflicto bélico entre el gobierno local y el federal que ha dejado sin telecomunicaciones a la zona. Su hermano Aritz confía en que la proclamación del primer ministro del país, Abiy Ahmed Ali, de dar por finalizado el conflicto militar tras apoderarse de las principales ciudades de esta región sirva para permitir el paso a la ayuda humanitaria y así tener alguna nueva sobre ella."Esperemos que esta semana la situación cambie y se restablezcan las comunicaciones y se permita la entrada de la ayuda humanitaria", cuenta para este periódico Aritz, que, no obstante, se muestra preocupado por las últimas noticias que llegan desde el país africano, ya que, aunque el gobierno federal se ha hecho con el mando de los principales núcleos de la región, incluido Wukro, el bando local no se ha rendido y todo apunta al inicio de una guerra de guerrillas.

Sin embargo, este nuevo cambio de paradigma podría beneficiar la huida de Maider, que, a diferencia de otros cooperantes que han conseguido escapar en vehículos privados ?como es el caso de David Unzueta, de la Fundación Etiopía Utopía, tal y como contó ayer este periódico? no lo ha podido hacer antes. "Ella se encuentra a 50 kilómetros de la capital de la región, por lo que es la única europea en la zona. No tiene forma de salir y hacerlo sola sería muy peligroso", apunta su hermano.

La propia embajada española recomienda que la cooperante de Alegia permanezca en Wakro y trata de, junto a otras oficinas europeas, trazar un plan de evacuación de todas aquellas personas del Viejo Continente que aún permanecen en Etiopía. "Nos dicen que al ser europea y blanca, no le tendría que pasar nada, pero el miedo está. Queremos saber que se encuentra bien", añade Aritz.

El fin del conflicto armado por parte del presidente del país y Premio Nobel de la Paz 2019 abre una puerta a la esperanza, ya que, hasta ahora, se ha impedido el acceso a la ONU. "Es un país con mucha hambruna, a la que se le suma el coronavirus y la guerra. Tienen que permitirles el paso", apunta.

Hasta el pasado 3 de noviembre, la familia de Maider tenía contacto con ella semanalmente. A los mensajes "cada dos o tres días" se le sumaba una videollamada todos los sábados, por lo que en ningún momento intuyeron un corte de las telecomunicaciones tan repentino.

La cooperante guipuzcoana llevaba en Etiopía desde el 22 de agosto, trabajando en un proyecto propio para mejorar la atención de los niños y adolescentes con problemas psicológicos de la zona, un tema "que le interesaba especialmente". No era la primera vez que viajaba al país africano: antes de embarcarse en su proyecto propio ?que ya le llevó a estar allí de febrero a julio de este año, en plena expansión del coronavirus? había colaborado anteriormente con la ONG vinculada al Padre Ángel Olaran.

"Era un proyecto de todo un año que había gustado mucho a las instituciones locales. Ya habían construido una escuela especial", relata Aritz, al tiempo que añade que su hermana "estaba encantada" con la experiencia.

Ahora, a la familia no le queda más que esperar y confiar en que la situación se calme, permitiendo la salida de todos los extranjeros que aún quedan atrapados allí. "Aunque antes nos conformamos con saber de ella", asegura.