Sin duda el golpe más duro que ha asestado este virus ha sido en residencias de mayores. ¿Qué falló?

­­-Este es un tema muy delicado, pero más que qué falló es: ¿qué nos mostró? En las residencias ha coincidido todo: una población institucionalizada, envejecida, con muchas patologías, que convive en un espacio cerrado y que comparte los mismos espacios. Una de las cosas que hemos visto es que el factor de riesgo más importante para desarrollar complicaciones es la edad. Por encima de las enfermedades previas, lo que más influye es la edad. Las complicaciones y la mortalidad de mayores de 80 años es veinte veces mayor que la de la población general. También la del grupo de 70 a 79 años y la del de 60 a 69, pero estos en menor medida. La edad es un factor de riesgo mayor que las patologías y aquí se junta que las personas de edad más avanzada suelen tener más enfermedades. Entonces ha coincidido una población de estas características en un mismo espacio. Esto, unido a elementos estructurales como el número de profesionales, el ratio de trabajadores por usuario, la propia organización sin espacios diferenciados... Han sido elementos que luego se han ido trabajando por todas las partes.

¿Se han mejorado estos aspectos?

­­-Ha habido una evolución tremenda. Se ha trabajado mucho en medidas preventivas, en organización, en formación, se han hecho cribados masivos a trabajadores y a usuarios... ha habido un esfuerzo tremendo. Ahora es de las cosas más importantes que se están haciendo y es algo que tiene que llegar para quedarse.

En la primera ola hubo un exceso de casi 700 muertes, con días negros con 40 o 50 muertos... Cuando los recibían sería difícil de digerir.

­­-Mucho, la verdad... Nos preguntábamos qué podíamos hacer para mejorar esto y que no volviese a ocurrir. Fueron días muy duros. Y si lo fue para nosotros, mucho más para los profesionales que estaban más en contacto con las familias. De hecho, ya hemos visto el impacto psicológico de la pandemia en los sanitarios.

Otro reto que hubo entonces eran los asintomáticos, porque eran personas que contagiaban sin saberlo, ¿no?

­­-Sí, fue otro reto que se ha sumado. De hecho, una cosa son los casos que se diagnosticaron y otra los que se pudieron estimar. Con el estudio ENE-Covid, que se hizo a la población general tras la primera ola, se pudo ir viendo cuánta infección podía haber habido.