La asociación DYA Navarra es una entidad sin ánimo de lucro que actualmente colabora en el proceso de vacunación contra la covid 19 de las personas de 80 a 85 años, pero antes sus servicios se concentraban más en salvamento, rescate y servicios preventivos.

Leire Rubio Olcoz es una de las cientos de personas voluntarias de la DYA, donde colabora desde hace tres años, y percibe “notorias” diferencias en sus funciones actuales con las que realizaba antes de la covid-19. “Desde 2020 me ha tocado hacer compras para aquellas personas que no podían salir de sus casas, llevar alimentos, recoger medicinas, limpiar y desinfectar ambulancias y ahora estamos inmersos en la vacunación”, detalla. “Uno de los momentos que se me hizo más duro fue el acompañamiento a grandes dependientes; ves situaciones muy difíciles, pero de esa forma también eres consciente de otras realidades”, explica. Actualmente, Leire y sus compañeros colaboran en el polideportivo de la UPNA en el proceso de vacunación de personas mayores. Desde las 8.30 horas a las 20.30 horas permanecen en el recinto ayudando a aquellas personas que acuden en sillas de ruedas o tienen problemas de movilidad, indicando a la entrada del parking, manteniendo el orden y distancias en las filas de vacunación, en cooperación con la Cruz Roja.

En esta etapa de vacunación, los protagonistas son los más mayores. “Si hay algo en lo que coincidimos todos los voluntarios es el esfuerzo tremendísimo que estas personas han hecho estos meses”, señala. “Después de vivir momentos muy duros en el recorrido de su vida y al final encontrarse con esta situación, es bastante reconfortante acompañarles en el camino a la vacuna”, expresa Rubio Olcoz. “Ver cómo cada día están más cerca de reunirse con su gente y poder abrazarse de nuevo es algo muy bonito y que hace que todo esto merezca la pena”, afirma. Como voluntaria, siente “el agradecimiento puro y duro” por parte de las personas que se acercan cada día para la vacuna.

“Una de las situaciones más conmovedoras que me he encontrado de voluntaria es poder presenciar el encuentro de dos hermanos que llevaban un año sin poder verse y se han encontrado en la fila para recibir la vacuna”, expresa. “Reencontrarse con ese familiar que les acompaña en este momento tan decisivo les emociona, porque ya no saben ni cuánto tiempo llevan sin verse”, destaca. “A la hora de calcular su edad, me quedo bastante confusa. Tienen una vitalidad que ya quisiéramos nosotros, son 80 años muy bien vividos”, declara finalmente.

Junto a Leire, en la entrada al polideportivo, se encontraba José Mari Tabar, voluntario desde hace 7 años. “Nos solicitaron ayuda desde el Gobierno de Navarra, y tanto DYA como Cruz Roja nos estamos turnando en días alternos para cooperar en todo lo necesario”, expone. “Hemos estado en pueblos atendiendo a grandes dependientes ambas instituciones y ahora estamos aquí colaborando para hacer más sencilla la tarea de vacunación”, explica. “Nuestra tarea principal es hacer filtro en la zona del parking, otros dos compañeros ayudan a aquellos dependientes que vienen en sillas de ruedas o con algún problema de movilidad y otros se sitúan en las filas donde esperan para recibir las vacunas”, detalla. “Estamos aquí desde las 8.30 horas hasta las 20.30 horas, que dividimos en dos turnos con seis compañeros en cada tanda”, detalla. “Al final llevo unos añitos en esto y cada día es un aprendizaje nuevo”, expresa. l