Olatz Ormaetexea es psicóloga sanitaria y psioterapeuta y ha dirigido recientemente el curso de verano de UNED Pamplona que llevaba por título Post Pandemia; cicatrices emocionales. Ahí se han abordado cuestiones de sumo interés en el presente y del abordaje de esas cuestiones para el futuro, poniendo el foco en la adolescencia. "Un país se identifica por cómo cuida a sus menores, y nuestros adolescentes han sido los grandes olvidados en esta pandemia". Con esta frase la psicóloga clínica y psicoterapeuta, Olatz Ormaetxea aseguró que el peaje de la salud mental está siendo demasiado duro, sobre todo, entre los chavales y que eso ya empieza a tener su consecuencias en lo que observa en su consulta a diario. "Cuando la mitad de la población infantil está deprimida y medicalizada, cuando lo que necesitan es ser felices, algo estamos haciendo muy mal. No debemos olvidar que ellos son nuestro futuro y no podemos dejarles de lado y olvidarles".

¿Por qué los adolescentes han sido los grandes olvidados de esta pandemia?

-Se hizo una división social muy clara entre adultos, gente mayor que estaba más identificada en residencias y luego los niños. De repente, los adolescentes, incluso las personas de entre 60 y 69 años, no se mencionaron para nada. En las primeras salidas no se les tuvo en cuenta. Salieron los niños, salieron los adultos y nadie habló de los adolescentes. Una vez más se ha visto que ese periodo de adolescencia es del que socialmente nos hemos olvidado y los que más dañados han estado. No se ha tenido en cuenta sus necesidades, sus carencias, ni su necesidad social que es mayor que la de los adultos y hubo una especie de embotellamiento que ha reventado.

¿Los botellones, los episodios violentos que estamos viendo ahora, es una consecuencia de ese olvido?

-Clara, clara; es como una olla express. Si metes comida, comida y la tienes al fuego y no tienes momento de parar y abrirla, eso estalla. Ha pasado en otras épocas, cuando las personas se han sentido reprimidas y angustiadas y no han tenido una salida social, la tienen después con consecuencias muy agresivas y muy negativas como pueden ser los actos que estamos viendo; botellones que terminan con bronca, ruptura de escaparates, etc. Precisamente son protagonizados por los chavales que más han sufrido y hay que añadirle que muchos de ellos no han tenido esa contención familiar, no han tenido un espacio seguro en sus hogares y estallan y estallan en forma de agresividad.

¿Qué podemos hacer?

-Atenderles, que es lo más importante y no volver a olvidarles. Poner hincapié en que muchos adolescentes se han portado muy bien y lo han hecho muy bien. Pero hacerlo muy bien no significa que no hayan sufrido y que se les pueda olvidar. Debemos de coger a todos estos menores que están con tanto sufrimiento y atenderles, darles opción a que tengan un espacio en la salud mental, que tengan grupos, que la flexibilidad sea algo mayor en ellos ahora que ya están vacunados contra el coronavirus. Poner más atención y no invisibilizarlos de nuevo.

¿Qué se está encontrando en la consulta?

-Menores con mucho vacío existencial. Me cuentan que se sienten vacíos y que no le encuentran sentido a su vida. Para mí es lo más triste ver que los jóvenes que van a ser el futuro estén con una frustración y depresión profunda y sin ilusión ante la vida. No saben a qué atenerse para poder sostenerse. Muchas veces tampoco ayudamos los adultos cuestionando estudiar para qué, trabajar para qué, creyendo que los adultos hemos sido mejores en ese mismo periodo vital; eso deprime. El sostén emocional de los adultos hacia los adolescentes y jóvenes debe de ser absoluto y debemos de buscar las herramientas y recursos para ello.

¿Cree que la sociedad ha aprendido?

-No, porque todavía no hemos sido capaces de pedir disculpas a nuestros adolescentes. Decirles, perdonad, no lo hemos hecho bien. Personalmente, como adulta, me avergüenzo de cómo lo hemos hecho, de cómo hemos tratado a nuestros adolescentes durante esta pandemia. No podemos olvidar que un país se identifica por cómo cuida a sus menores.