unque a mediados de año todo hacía presagiar que esta Navidad iba a ser diferente a la pasada, la pandemia ha vuelto a hacer que muchas de las personas mayores que viven en las residencias tengan que pasar allí estos días para sortear al virus. Es el caso de Lodosa, centro en el que, eso sí, el ambiente ha cambiado y ha aumentado con la llegada de los ancianos de Funes que tuvieron que ser evacuados por la riada. Desde el día 12 los 52 lodosanos y los 37 funesinos conviven en paz y armonía y esperan disfrutar de estos días gracias a la variada agenda que les han organizado y que servirá para estrechar los lazos de amistad entre ambas poblaciones.

Y es que, cuenta Cristina Cordón, monitora de la residencia lodosana, “aunque en las zonas de las habitaciones no están mezclados, sí que hay actividades, y siempre tratando de respetar al máximo las medidas sanitarias, en las que están todos juntos”. Los recién llegados, insiste, ocupan un ala del primer piso y, para ello, tuvieron que hacer una pequeña reubicación de los residentes que ya estaban, algo que “no requirió de un gran despliegue. Además, todos colaboramos y enseguida lo gestionamos”.

Hasta Lodosa, cabe recordar, se han trasladado también los 21 empleados del centro funesino, algo que hace que el cambio para los residentes “no sea tan grande porque nosotros sabemos qué quieren, qué les pasa, qué les gusta y qué no, sus preferencias, etc”, apunta Maitane Castillo, directora de la residencia de Funes, que explica que no está previsto que vuelvan a su hogar hasta después de Reyes.

Por este motivo, insiste, espera que estos días, en los que aunque las personas mayores tienen permitido salir a casa nadie va a hacerlo, todos olviden las últimas penurias y disfruten al máximo de la programación navideña. De hecho, ayer mismo arrancaron de lleno; guirnaldas, boas, gorros y gafas navideñas en mano, celebraron un almuerzo conjunto con el objetivo de disfrutar y de potenciar las relaciones humanas, una cita en la que, reiteran, no faltó la música de fondo.

Hoy por la mañana, desvelan, está previsto que haya una chocolatada y, además, Olentzero, Mari Domingi y Papá Noel llegarán a la residencia. Debido a la situación epidemiológica, y siguiendo los consejos del centro de salud, serán los propios empleados los que representarán a estas figuras para que no acceda al recinto nadie ajeno al centro. Por la noche, y para celebrar la Noche Buena, habrá una cena de gala a la que seguirá una suculenta comida el día de Navidad.

También, apunta Cordón, tenían pensado que los txikis de los colegios pudieran ir a hacerles una visita pero, debido al aumento de casos por Covid-19, lo han descartado. Los familiares, eso sí, pueden seguir yendo con cita previa; un familiar por residente durante un máximo de media hora.

Todos los excesos gastronómicos convendrá bajarlos por lo que, informan, el día 27 habrá una máster class de zumba. Por otro lado, el día 28 se formará un grupo de autoconocimiento y habrá un masaje de relación y el día 29 los residentes disfrutarán de un vídeo y de actividades anti estrés.

Para ir cerrando el año, el 30 habrá una actividad pre campanadas con un photocall, y el día 31 por la mañana prepararán un refranero y participarán en un campeonato de bolos. La jornada la cerrarán con la cena de Noche Vieja y el 2022 lo recibirán con los brazos abiertos y con una gran comida con un menú especial pensado para la ocasión.

Lo que sí que ha pedido la residencia lodosana, finaliza Cordón, es que los Reyes Magos puedan acercarse hasta el jardín “porque es algo que les hace mucha, muchísima ilusión”.