"Vengo aquí porque no me cogéis el teléfono". Son las 8 de la mañana y el centro de San Jorge acaba de abrir sus puertas, donde se acumulaba una fila de unas quince o veinte personas, e Iñaki Fernández -jefe de Admisión del ambulatorio- atiende a la primera persona que entra por la puerta, quejándose de que no han atendido su llamada, mientras los teléfonos no dejan de sonar. "Mira el mostrador, si te atiendo a ti no puedo coger el teléfono, no puedo hacer las dos cosas a la vez; y mira detrás tuya toda la cola que hay", le explica el administrativo. Esta es la realidad que están viviendo los centros de salud en esta pandemia y, en especial, en esta sexta ola, que ha tenido un fuerte impacto en la Atención Primaria. "La gente está cabreada y yo lo entiendo, pero no damos a basto. Aquí estamos trabajando cinco personas, dos atienden mostrador y tres cogen el teléfono o a veces al revés, depende de la demanda. Pero si ha habido días de 400 o 500 llamadas de 3 o 4 minutos y hay una cola de 20 personas, lo intentamos, pero es imposible llegar a todos", apunta Iñaki.

Esta semana están empezando a respirar un poco, sin tanto volumen de pacientes y de llamadas, pero aún así todas las agendas siguen llenas. La sexta ola ha sido más bien un tsunami para la Atención Primaria, que ha tenido que detectar positivos, hacer seguimiento de contagiados, gestionar sus bajas y seguir atendiendo al resto de patologías. "Nos ha costado nuestro trabajo u nuestro esfuerzo, pero aquí no se ha dejado de atender a nadie en toda la pandemia", sostiene la directora del centro de salud de San Jorge y médica de Familia, Almudena Díaz.

Dificultad de acceso"La atención sigue siendo como siempre, impecable"

"La atención sigue siendo como siempre, impecable"

Aún no es mediodía y la actividad del centro de salud llega a su hora punta. Media docena de personas se van concentrando en frente del mostrador de admisión. A escasos metros, José Franco, de 35 años, y su hijo Mateo, de 3, esperan sentados en Pediatría. Pasaron el coronavirus hace un mes y al pequeño todavía no se le ha ido la tos. "Llamé ayer por la mañana temprano y me han dado cita para hoy. Esta semana la verdad que no hay tantos problemas, pero hace unas semanas era casi imposible contactar con el centro. Antes de Navidad, tuve que llamar 48 veces al centro de salud para que me atendiesen, relata José, que saca el móvil y, de motu proprio, muestra al periodista el registro de llamadas.

José, lejos de estar indignado, dice entender esta circunstancia por la enorme carga de trabajo que han tenido que soportar los profesionales del centro durante esta sexta ola: "Siempre que vengo aquí, veo que están a tope". Hace un mes se contagiaron toda la familia y a Mateo no le acaba de desaparecer una tos fuerte desde entonces. "Él está bien, pero sobre todo por las noches tose muchísimo y venimos a que le vea el pediatra para ver si es secuela del virus", explica José, que destaca la "muy buena atención" que le han prestado siempre en el centro: "Cuesta que te cojan el teléfono, pero la atención siempre ha sido muy buena".

En la misma línea se expresa Ana María Juez-Sarmiento, una jubilada que espera a ser atendida por su médica de cabecera: "No he tenido ningún problema para que me diesen cita, supongo que ahora las cosas están algo mejor. Yo estoy encantada con mi médica de cabecera, aquí la atención es como siempre, impecable, yo estoy contentísima".

La covid copa la atención"Hubo una semana con 25.000 casos y todos pasaron por aquí"

"Hubo una semana con 25.000 casos y todos pasaron por aquí"

Las quejas se han centrado, principalmente en las llamadas telefónicas, en las dificultades para acceder a los centros de salud, que se han visto sobrepasados por una sexta ola que a nivel de trabajo ha sido la peor. Los profesionales han realizado un esfuerzo extra para tratar de llegar a todo, pero hay cosas que se han escapado. "El personal está cansado porque el esfuerzo ha sido grande, pero este equipo siempre responde, hacemos piña y nos reforzamos entre nosotros", comenta Ana Beortegui, jefa de Enfermería del centro.

El coronavirus ha copado la mayor parte de la actividad del centro, demorando parte de lo no covid. "La pandemia ha sumado mucha carga de trabajo, porque no solo es hacer test, hay que gestionar las bajas, ha habido que activar carpetas de salud y pasaportes covid; y lo más importante, hay que hacer un seguimiento de todos los positivos, con llamadas periódicas. El coronavirus es una enfermedad muy solitaria y en algunos casos es necesario acompañar al paciente", detalla Ana, que trata de dimensionar el tsunami de casos que han tenido que atender: "En esta sexta ola hubo una semana de 25.000 contagios. De esos 150 son los más graves y los que llegan al hospital, que son los que más repercusión tienen, pero todos ellos han pasado por Atención Primaria antes. Ha habido días de mucho caos".

Una presencialidad segura

"Ahora estamos empezando a respirar un poco"

"Ahora estamos empezando a respirar un poco"

Ahora están empezando a respirar un poco, apunta Ana. Esta semana no han tenido tanta carga de trabajo por covid. Al parecer la sexta ola va remitiendo, aunque todavía se sitúa en cifras llamativamente altas. Lo corrobora Marina Jurado, enfermera encargada de realizar los test de antígenos. "Si está bajando la presión, sí, pero todavía seguimos teniendo muchas citas diarias, especialmente de niños, ahora se están contagiando ellos los que más", explica. El acceso a estas pruebas se hace por la parte trasera del edificio, siempre abierta para garantizar la buena ventilación. Los pacientes están citados cada tres minutos; si nadie se retrasa, uno no tiene porque encontrarse con el siguiente. "Hay gente que manifiesta su miedo a venir al centro, pero aquí hemos preparado todo para que la gente se junte lo menos posible. En consultas tratamos de atender a un paciente presencial y luego a un por teléfono, alternando para que aquí no se junten. Se trata de que esto no sea un foco de infección, que sería algo muy triste", relata Almudena, la directora del centro.

La primera cita para hacerse un antígeno la tiene Luca Bartolomé, un pequeño bebé que llega en brazos de su madre, Elena, tras haber pasado la noche con algo de fiebre. Con cuidado y todo el cariño posible, Marina introduce el palito por la minúscula nariz del bebé. "Los pobres lo pasan mal y les da miedo. Además, hay niños que han tenido que hacerse más de 20 test", comenta la enfermera, que añade que ahora ha cambiado el protocolo: "Ya no se hace seguimiento de a los asintomáticas que no son vulnerables, como sí se hacía hasta ahora".

Precisamente el cambio de protocolos, junto a la tramitación de bajas, ha sido un trabajo añadido para unos profesionales a los que les falta tiempo. "No es solo el cambio de protocolos, es tener que adaptar todo el centro a ese nuevo protocolo para que todos nosotros podamos trabajar de acuerdo a él. Eso nos ha llevado muchas horas de trabajo en casa de planificación", señala Iñaki. "Tengo dos portafolios enteros con todos los protocolos, no sé ni calcular cuantos cambios ha habido", replica Almudena. A eso hay que sumar las bajas, que afectaban a todos los estamentos, y los pasaportes covid y las carpetas de salud, que saturaban el mostrador de Admisión. "Cuando se aprobó el pasaporte covid, todo el mundo quería el suyo y se formaban colas en el centro de salud solo de gente que venía a pedirlo y con cada uno tenías que estar unos 5 minutos, fue un trabajo extra", señala el administrativo.