En seis años ha conseguido tres ascensos a la máxima categoría del balonmano femenino. Primero fue con el Morvedre en 2018, más tarde con el Sporting La Rioja en 2022 –el mismo año en el que subió el Replasa Beti Onak– y ahora lo ha vuelto hacer, de nuevo, a los mandos del Morvedre. Manu Etayo es un obrero del balonmano y la próxima temporada regresará, por méritos propios, a un banquillo de la Liga Guerreras Iberdrola. El técnico de Murieta atesora una larga trayectoria deportiva que abarca desde aquel descomunal Itxako, mano a mano con Ambros Martín, al Mecalia Atlético Guardés o incluso la selección absoluta femenina, las Guerreras, donde fue durante años ayudante de Jorge Dueñas. Sin embargo, el navarro se considera ante todo un entrenador de la base. De hecho, en el Morvedre compagina el primer equipo con las cadetes y este próximo fin de semana jugará con ellas fase sector en Orio. Etayo ha sabido combinar su faceta en la alta competición con la enorme satisfacción de ver crecer a las jugadoras que forma.

Se está convirtiendo en un experto en ascensos...

Sí, sí (se ríe). Ya son tres en pocos años, así que feliz. Ascendí al Morvedre en mi primera etapa aquí, con un equipo además joven y muy nuevo, y ahora en el retorno otra vez, después de quedarnos a las puertas el año pasado. Y por el medio también con el Sporting La Rioja. Así que muy contento y con ganas de disfrutar de la Liga Guerreras. 

Parece que ha encajado a la perfección en el club valenciano.

Así es. Esta es mi segunda etapa y el año que viene cumpliré mi quinta temporada sumando ambas. Cuando me fui, la sensación era de un hasta luego, de que seguramente podía volver, como así fue. Ahora lo estoy viviendo muy intensamente, tanto en el primer equipo como con la base. Cuando te dejan trabajar, estás contento en un sitio y tienes la confianza de la directiva, todo es más fácil. Nunca me han presionado para objetivos muy altos de ascensos y demás, pero lo hemos conseguido. Así que feliz, sobre todo tratándose de un club de base. Es importante mantener esa referencia y tener un equipo en la máxima categoría, ya que permite dar un empujón a que más niñas practiquen el balonmano, algo que se respira mucho por aquí, tanto en femenino como en masculino.

El pasado año le renovaron para dos temporadas, algo que no es habitual en este deporte. Como dice, hay confianza para que consolide el proyecto.

El año pasado, cuando me renovaron sin saber si íbamos a ascender o no, era al final una confianza en el trabajo, más allá de objetivos ambiciosos. Cuando te dan esa confianza trabajas con mucha más tranquilidad y se agradece. Te dan ganas de trabajar aún más si cabe. Así que agradecido.

El Morvedre ha logrado ascender gracias a esa segunda plaza, en una categoría Oro muy exigente. ¿Cómo ha ido la temporada?

Ha sido muy bonita para el espectador. En cada partido había mucha intensidad e igualdad en los marcadores. También se daban muchos cambios en la tabla y nos hemos estado peleando hasta el último momento Sporting, Zuazo y nosotras. Pero cualquier equipo te podía complicar la vida. Es una Liga muy exigente y un acierto por parte de la Federación el haber creado esta categoría intermedia, porque antes el salto era quizás mucho más grande desde la Plata. Hemos conseguido mantenernos bien hasta el final a nivel físico y sobre todo de cabeza, que es igual de importante.

La próxima temporada se amplían de 12 a 14 los equipos en la Liga Guerreras. ¿Cómo la ve?

Nuestro objetivo claro va a ser mantener la categoría. Ahora toca construir el equipo y preparar bien el próximo curso.

Esta competición le traerá de nuevo a Navarra, que vuelve a tener equipo en lo más alto. ¿Qué le parece el Replasa Beti Onak?

Es algo que me hace mucha ilusión. Yo también estuve en el Beti Onak, llevando a los chicos, y en mi plantilla estaba Miguel Etxeberria. Tengo muy buena relación con toda su familia y con el club. Se está consolidando y de qué manera en la Liga Guerreras, dando pequeños pasos, progresando cada año un poco más y tiene mucho mérito. También Miguel, un entrenador joven, con mucho presente y futuro. Me hace especial ilusión volver a Villava y enfrentarme al Beti. 

"Nuestro objetivo claro va a ser mantener la categoría. Ahora toca construir el equipo y preparar bien el próximo curso"

Lo que está claro es que somos una tierra pequeña, pero damos bastante guerra en esto del balonmano...

Sí. Creo que todo esto no es casualidad. Y no sólo cuando hablamos del Beti Onak en la máxima categoría o de Anaitasuna, que ha ascendido a Oro. Me refiero al femenino, porque el masculino también está arriba. Igualmente la base. Cuando se hacen bien las cosas, cuando los clubes trabajan con sus canteras, desde la Federación también se apuesta mucho por entrenamientos y formaciones, al final tiene sus frutos. A mí también me tocó el tema de selecciones allí hace años, había muchas menos fichas y menos trabajo. Ahora se le ha dado una vuelta y salen jugadores y jugadoras porque se cuida muy bien.

En el Morvedre también trabaja con la cantera. Formar al que viene por detrás también exige mucha responsabilidad, ¿no?

Sí. A mí me gusta mucho entrenar con las pequeñas. Yo siempre me he considerado entrenador de base, me gusta formar y es muy gratificante. Al margen de la responsabilidad, me gusta ver cómo crece y se desarrolla una jugadora que luego llegará o no, pero sobre todo disfruta del balonmano. Aquí hay una estructura muy buena en este deporte y ojalá siga creciendo.

"Los clubes se están dando cuenta de que invertir en la base, a la larga, hace que lleguen más jugadoras a la máxima categoría"

Hay mucha cultura de balonmano allí.

Sí. Están los chicos, que este año han descendido de Asobal, pero si no están en la Plata en los puestos de ascender. Y en femenino también. La idea sería potenciar todo esto más aún y que más chicas puedan llegar a esos primeros equipos. Ese es el sentir de los clubes de base y ahí está el Beti Onak también. 

No deja de ser curioso que es un entrenador que sabe qué es jugar una final de Champions, como hizo con el Itxako, y a la vez está muy volcado en la vertiente formativa.

Al final, cuando estás en la alta competición se viven momentos muy especiales. Pero a mí me encanta el trabajo de base porque es muy gratificante y bonito ver el crecimiento de las jugadoras. 

¿Y cómo es lo que viene por detrás?

En Navarra, como hemos comentado antes, la salud del balonmano es buenísima. En muchos sitios se está potenciando el trabajo de base y se están dando oportunidades a jugadoras de la cantera en la máxima categoría. Quizás también porque los clubes no cuentan con los recursos que había hace años en cuanto a apoyo de empresas privadas y se están dando cuenta de que invertir en la base, a la larga, hace que lleguen más jugadoras a la máxima categoría y acaben creciendo ahí. El futuro pinta bien.