La localidad de Isaba volvió a disfrutar este sábado de una jornada llena de ciclismo, tras el paso de la décima etapa de La Vuelta hace escasos cinco días, 1.014 aficionados se reunieron en la localidad del Valle del Roncal con motivo del 30º aniversario de la marcha cicloturista no competitiva Larra-Larrau, 106 más que en 2024.
Para celebrar esta fecha tan especial la organización incorporó a los fondos de 146 y 100 km uno de 60 km, que facilita la participación de ciclistas de diferentes niveles.
Desde las siete de la mañana los ciclistas estaban invitados a desayunar en el frontón de la localidad, y nadie se lo quiso perder. La calle principal del pueblo se llenó de ciclistas, acompañantes y vecinos que querían ser testigos de una cita marcada en rojo en el calendario cicloturista.
El recorrido largo de 146 km, con 3.780 metros de desnivel acumulado, estuvo formado por las ascensiones a los puertos de Belagua, Issarbe, Larrau y Laza, siendo cronometrados todos menos el último mencionado; el recorrido medio, de 100 kilómetros, compartió las ascensiones indicadas anteriormente menos Issarbe, siendo cronometrados Belagua y Larrau; y el trazado corto, de 60 kilómetros, que contó con la ascensión a la Piedra de San Martín.
A las nueve en punto, los 476 valientes del trazado largo comenzaron su desafío, seguidos media hora más tarde por los 442 del recorrido intermedio y, a las once, por los 96 inscritos en la ruta nueva.
Entre los 442 participantes de la marcha de 100 km se encontraba Juan Pablo Casillas, natural de Tarragona y miembro del Club Ciclista Alcover que volvió a la marcha por segunda vez, siendo la primera hace siete años: “Volver aquí después de tanto tiempo es especial”. El tarraconense explicó que en su primera vez vino con su cuñado y “ahora lo hago con un grupo de amigos”. “Me animé tras hacer la Irati Xtrem del año pasado”, motivo de su retorno a Isaba en esta edición.
Casillas, quien lleva dieciocho años unido a la bicicleta, dijo que “aquí me siento como en casa”.
Desde Pamplona vino José Manuel Arroyo, que se enfrentó a su sexta participación. “Ya he hecho el recorrido largo, pero ahora el cuerpo me pide un poco menos”, admitió con una sonrisa antes de lanzarse a por los 100 kilómetros. Para él, lo que hace especial esta prueba no es solo el reto deportivo, sino el ambiente que se vive: “Aquí no hay esa presión competitiva. Cronometran las subidas, pero el ambiente es de puro disfrute. Me gusta el entorno, el valle, los puertos... creo que es precioso y bonito”.
El caso de Nil Vila, llegado desde Vic, es parecido. Vino con amigos y sumó su tercera participación: “Hace tres años que no veníamos, pero queríamos volver. Siempre hemos hecho la de 100, salvo un año que probamos la larga y un compañero pinchó”, dijo mientras lo mirba a lo lejos con una sonrisa.
Los ciclistas afrontaron rampas que han visto sufrir a Mikel Landa, Jonas Vingegaard o Juan Ayuso hace apenas cinco días en la décima etapa de La Vuelta.
Los números daban dimensión a la jornada: 1.014 participantes de 1.200 posibles, de los cuales 443 fueron hombres y 40 mujeres en el recorrido larga; 402 hombres y 33 mujeres en el medio y 67 hombres y 29 mujeres en la ruta que se estrenó.