los que ya peinamos abundantes canas podemos recordar aquellos tiempos gloriosos para el teatro cuando era televisado con asiduidad, creando un espacio maestro del arte de Talía, llamado Estudio 1, por donde pasaron todos los actores y actrices de aquellos años interpretando textos de autores del siglo de oro español y extranjeros, en los estertores del franquismo, que controlaba la televisión como controlaba todo, es decir, asfixiándolo. Este espacio dramático hizo su aparición el 6 de octubre de 1965 y se mantuvo durante veinte años en las parrillas de programación del monopolio televisivo.

Hacer teatro para televisión produjo auténticas joyas de la mano de realizadores, como Pilar Miró, Gustavo Pérez Puig o Pedro Amalio López, que supieron entender las necesidades de los tiempos del quehacer teatral y las exigencias del naciente medio televisivo. No era cuestión de retransmitir con cuatro o cinco cámaras lo que ocurría sobre el escenario de un teatro; era necesario recrear el texto, situaciones, interpretaciones y tempos para que fuese un producto atractivo y digerible, adaptando movimientos e interpretaciones al poder del primer plano, inexistente en un teatro convencional. Todos los actores importantes de esas dos décadas terminaron pasando por los escenarios/platós para enfrentarse a un nuevo reto profesional y artístico.

La actual andadura de TVE exige la recuperación de este tipo de programas, que puede resultar un éxito importante, dada la capacidad de los profesionales de teatro y tele para plantear montajes valientes, arriesgados y contundentes sobre textos clásicos o modernos. Es una oportunidad sobrevenida por razones de fuerza mayor para teatro y televisión que puede redundar en una mejora cultural para los televidentes. Lo que sería objetivo fundacional de un medio público. Cosas del tiempo.