espectacular la campaña de Los muertos vivientes, la serie que la Fox estrena mañana. Es una pena que no haya llegado hasta nuestras ciudades. Y es que ayer 1.000 zombis recorrieron las calles de Madrid, Buenos Aires, Nueva York o Londres. Había que ver la cara de susto de los transeúntes de la Gran Vía o de Central Park. A veces las campañas de promoción más evidentes son las que más tirón consiguen. No sólo ya por el efecto inmediato que consiguen con los ciudadanos que se topan de frente con estos seres, sino porque la promoción fue recogida en la mayor parte de los informativos de televisión, es decir, de la competencia. Y esto en los tiempos de vigilancia milimétrica a la que se someten la cadenas es misión imposible. Aunque para imposibles los que hay que hacer para seguir las emisiones de EITB. Da igual que te apuntes a las emociones de altura de El Conquistador del Aconcagua, que intentes resintonizar la ETB 1 cada vez que quieres ver algún partido de pelota.
Hablo desde la perspectiva de los espectadores navarros así que me perdonen los que lo sintonizan. Es una falta de respeto por parte de las responsables de ambas comunidades. Más que apagón analógico lo que han hecho en Navarra y con EITB tiene nombre: se llama censura. Un ocultamiento bestial a la que le ponen como excusa la tecnología. Los datos hablan por sí solos: el público navarro sigue la actualidad desde esta cadena porque valora la cercanía, la inmediatez con la que cientos de trabajadores han tratado esta información. Los responsables están haciendo vivir una evitable situación kafkiana tanto a los profesionales como a los espectadores. Han conseguido crear miles de ciudadanos desinformados o muertos vivientes digitales. Víctimas de la necedad de unos vampiros políticos de pacotilla.