acaba de publicarse el informe de audiencias correspondiente al finalizado año 2011 que refleja las posiciones de negocio de las empresas que compiten por los euros y los televidentes. No por intuida ha dejado de sorprender la circunstancia de que la tele pública estatal acapare los mejores registros de audiencia, cuya causa desconocemos: calidad de los productos, ausencia de la torturante retahíla publicitaria o incapacidad de la competencia. Y por ello resulta mosqueante que el nuevo gobierno haya desempolvado la posibilidad de que la publicidad vuelva a las escaletas de emisión televisivas y más curioso que la asociación de televisiones comerciales no haya puesto el grito en el cielo por semejante coyuntura con la afición que tenía a denunciar la doble financiación de las públicas con el objetivo de quedarse con todo el pastel. Las cifras publicadas determinan que hay sitio para dos operadoras privadas y que conseguir registros de seguidores que superen el 12% del share es algo impensable para la mayoría de las ofertas. Solamente TVE, Tele 5 y A3 salvan los muebles de un horizonte ya anunciado hace muchos meses como preocupante. Los mecanismos de fusión y/o absorción deben depurar más un campo de oferta variopinta que no parece corresponderse con las demandas del usuario. Mediaset y Planeta manejan la tele privada, mientras que la pública en su vertiente estatal funciona, mientras las autonómicas sufren para lucir audiencias. La oferta en la cacareada tdt es un fracaso en toda regla, al multiplicarse las ofertas y no atraer demandas que en ningún caso superan el 3% de los posibles televidentes. Las temáticas de pago no llegan al 0.5 y los programas más vistos del año son fútbol, fútbol y fútbol. La audiencia es clara en sus exigencias de mercado; los programadores parecen estar en la inopia.