El martes se estrenó la segunda temporada de Estoy vivo cuando han recibido la noticia de que la CBS está ya adaptando la serie con el título de Far Rockaway. Y no es de extrañar, ya que creadores como Daniel Écija hace tiempo que se dieron cuenta de que para producir ficción televisiva o cinematográfica había que desprenderse de las cortapisas del realismo dialéctico con la que se venía haciendo ficción por aquí. Desde el primer minuto la fusión entre ángeles, muertos, fantasmas y picoletos ofrece una perspectiva novedosa que atrapa. El primero de los atrevimiento fue el de recoger el argumento de Qué bello es vivir, aquel filme de Capra en el que James Stewart es salvado del suicidio por un ángel que quiere ganarse las alas . El segundo es el de actualizar la frase “en ocasiones veo muertos” de aquel niño llamado Cole de El Sexto sentido que nos trasladó la angustia de su propia experiencia y, para acabar con guinda: traer una aparición de una de las niñas que se aparecían en el hotel de montaña de El resplandor de Stanley Kubrick con un terrorífico Jack Nicholson. Todo esto mezclado con una de polis normalita tirando a mala pero, ojo, con Javier Gutiérrez que todo lo que toca últimamente lo convierte en oro. Una mezcla que ha convencido al mismísimo David Wilcox, un guionista especializado en dramas policiacos entre los que destacó sobre todo en Ley y orden aunque también firmó otros como la última entrega de Star Trek, Discovery o el drama fantástico Sleepy Hollow. Será muy interesante ver si la adaptación norteamericana de Far Rockaway hace un doble salto mortal o se conforma ya con el triple giro que Daniel Écija le ha dado a Estoy vivo. Todo indica que en los próximos años puede haber una época dorada de nuevos productos televisivos nacidos, eso sí, de la copia y del atrevimiento. Dos elementos imprescindibles para hacer televisión.
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