CINCO personajes confinados en un tiempo y en un espacio indefinidos esbozan ambiguas relaciones. No se sabe muy bien qué pasa, ellos deambulan por una dimensión en blanco y negro mientras en una pantalla su vida discurre en color. Es el misterioso argumento de Malson, el espectáculo con el que la compañía cubana DanzAbierta visita por primera vez Navarra de la mano de La Habana Management, agencia empeñada en mostrar al público navarro "productos culturales de primera calidad" procedentes de la isla.
DanzAbierta participa en el festival Escena del Gobierno de Navarra, en cuyo seno ha realizado ya tres funciones y ofrecerá otras tres los días 25, 26 y 27 de marzo en Ansoáin, Burlada y Los Arcos.
Cuando se habla del baile cubano, uno tiende a echar mano de los clichés; a saber,el Ballet Nacional de Cuba, de corte clásico, o, directamente, los bailes tropicales. Pues bien, en 1959, con el triunfo de la Revolución, se crearon tres compañías: el proyecto de la célebre Alicia Alonso, el Conjunto Folklórico de Cuba y la Compañía Nacional de Danza de Cuba, dedicada al contemporáneo. Quizá por su misma esencia, esta última ha sido la menos conocida por el gran público, a pesar de haber despuntado durante años en los circuitos entendidos. Cimentada sobre las bases de la danza moderna procedente de Estados Unidos y las aportaciones del baile afrocubano, esta compañía tuvo herederas a partir de 1988. "Varios de los coreógrafos que trabajaban en ella buscaron dar un paso más", cuenta Guido Gali, actual director de la principal sucesora, DanzaAbierta, fundada por Marianela Boán. "Ella era la más vanguardista y en los 80 y 90 consiguió marco las pautas de la danza contemporánea en Cuba", añade Gali. Las premisas, que aún mantiene, estaban claras: cambio constante y adecuación al contexto social de cada momento. Y es que DanzAbierta se ha alimentado siempre de "todo lo ajeno al hecho artístico", desde la sociedad hasta la política, confluyendo en la vida en general. Aunque, seguramente, su seña de identidad más relevante es el "trabajo colectivo". "Cada bailarín aporta su propio material coreográfico", de ahí, cuenta Gali, que promuevan espectáculos de pequeño formato, con cinco o seis artistas en escena, de manera que el papel de cada uno se aprecia con más intensidad. Además, el director insiste en que DanzAbierta siempre trabaja con material nuevo, renovándose constantemente "y no hacemos repertorio"; es decir, que cuando una obra termina su ciclo de representaciones se pasa a la siguiente directamente sin volver a bailarla nunca.
El uso de las nuevas tecnologías también está muy presente, tanto es así, que Malson se desarrolla en dos espacios: el escenario físico y las escenas audiovisuales grabadas en distintos lugares de La Habana, donde los cinco personajes, ahora ya espectros, celebraban su vida antes del accidente fatal. Sin embargo, la dramaturgia no es lo más importante del espectáculo, "lo importante es que la historia llegue al nivel de las sensaciones", cuenta Gali, que por eso mismo recomienda Malson tanto al público experto como a los no iniciados.