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Leonardo Da Vinci, entre sus muchas genialidades, solía elaborar mensajes secretos: escribía medio palíndromo y, al ponerlo en un espejo, se desentrañaba el sentido de su texto críptico. Las primeras frases capicúas datan del siglo IV y, más adelante, por ejemplo Quevedo y Cortázar, tan dados a lo lúdico, se afanaron en estas lides. Por todos es conocido el palíndromo por antonomasia, "Dábale arroz a la zorra el abad". ¿A que lo pueden leer igualmente de izquierda a derecha que de derecha a izquierda? Pues los palindromistas del mundo, que se han reunido el fin de semana en Ermua, tienen esta visión ambivalente de las frases de la vida...

Así lo manifiesta Juan Pablo Sáez Gil, palindromista de Tucumán (Argentina) que participará por videoconferencia en el XXV Congreso del Club Palindromista Internacional, que por primera vez tiene lugar en la CAV. Para Juan Pablo, que acaba de editar su último libro, Simetral Artemis -un palíndromo de casi 7.000 palabras-, "la experiencia palindrómica produce efectos singularísimos. No tiene semejanza con otras sensaciones, es un pequeño éxtasis intelectual. Es por eso que publicamos, organizamos eventos, hacemos concursos... porque queremos compartirlo. Empiezo a pensar que es adictivo".

El coodinador general del Club Palindromista Internacional, el arquitecto barcelonés Pere Ruiz, entiende que esta afición que los mueve, desde diferentes puntos del planeta (especialmente de habla hispana), sí requiere "muchísima paciencia e imaginación", pero observa que "puede ser algo obsesivo o no. Desde luego, requiere curiosidad lingüística, y sí hay quien se obsesiona, pero se puede desconectar". En su caso, su discurso es lúcido y sobrio, no en vano, como la mayoría de los palindromistas del mundo, su profesión es "técnica. En su mayor parte son matemáticos, músicos, ingenieros... Para nosotros es una evasión, un juego, como el ajedrez", describe.

amantes del lenguaje En 1987, el culto barcelonés Josep Maria Albaigès -"un alma inquieta, un renacentista", define Pere Ruiz- contactó con otros intelectuales de diferentes países y decidieron recoger y publicar lo existente sobre palíndromos. Desde entonces, el Club Palindromista Internacional -del que Albaigès es hoy presidente honorífico- está conformado por medio centenar de miembros, especialmente hispanoamericanos y catalanes, "que intentamos dar un impulso a este universo", explica Pere.

Así, entre sus actividades habituales aleccionan en institutos y colegios sobre las palabras simétricas, "y eso crea un estímulo en los niños, un interés por el lenguaje", relata Pere, quien, junto con el presidente del CPI, Jesús Lladó, se halla elaborando un libro antológico del Club, Sé verla al revés, al mismo tiempo que se proponen crear "el primer archivo palindrómico del mundo. Lladó ya tiene una gran biblioteca sobre ello", puntualiza, añadiendo que "hay quien piensa que esto es una inutilidad, pero a nosotros nos hace felices y esperamos que mejores". Así, "como un acto de rebeldía", no un 0,7, sino un 7% de los beneficios de Sé verla al revés van a ir a parar a una ONG.

Los palindromistas tienen un encuentro anual en un lugar "donde tengamos varios socios". Para sorpresa de Miguel Ángel Zorrilla, palindromista y editor independiente que ha publicado Simetral Artemis desde Bilbao para que Sáez no anduviera con envíos transoceánicos, en Bizkaia hay cuatro socios, frente a los tres con que cuenta Madrid. En esta edición, el joven palindromista euskaldun Markos Gimeno organizó el evento, que contó con una conexión con Buenos Aires, donde tuvo lugar la entrega del I Premio Internacional de Literatura Palindrómica Rever 2011. En Ermua, se presentaron los libros Sé verla al revés y Simetral Artemis, hubo una representación teatral y Pablo Nemirovsky dio un recital de música palindrómica, la que ya usaban Bach y Beethoven, especialmente en piezas religiosas.

Miguel Ángel es un poeta vocacional en estado puro y desde 2002 escribe a rachas palíndromos. Le gusta jugar con el efecto de los espejos. Según Pere, "eres dueño de la mitad de tu reflejo", cuando escribes un palíndromo, y Zorrilla añade que ahí "a Satán sólo le salen natas".

Juan Pablo Sáez podría haber batido un récord con Simetral Artemis, si bien hay una novela de Lawrence Levine, récord Guinness, y un libro mayor, del madrileño Víctor Carbajo, de 140.000 letras. "Escribirlo fue un desafío, e intenté que fuera ameno, pero supuso una gran dificultad", describe Sáez. Los palindromistas suelen utilizar tablas con celdas para que todo encaje y sea simétrico.