pamplona. "¡Qué majo eres!". "¡Qué simpático es!". Brillaban por su ausencia los comentarios sobre su nuevo libro o su trabajo como escritor entre el corrillo de señoras que rodeaba a Boris Izaguirre en el Rastrillo de Nuevo Futuro. Su cara reflejaba cansancio pero su carisma y profesionalidad, sin tacha, colocaban un sonrisa perenne que, junto a su ya por todos conocida forma de expresarse, hacía las delicias de las talluditas y emperifolladas fans.
Ha afirmado, sobre los dos protagonistas de 'Dos monstruos juntos', Alfredo y Patricia, que son personas impunes ya que sus actos 'monstruosos' no son castigados por la sociedad actual. ¿Quizá no debieran ser quienes dirigen esta sociedad los que castigaran a sus personajes, dirigentes que, en este sentido, han creado una masa de gente que transige con casi todo?
Pero yo no puedo ir tan lejos. Creo que una novela debe dar espacio al lector para que sea él quien termine de tomar unas decisiones. Yo creo que Alfredo y Patricia son dos monstruos juntos porque se apropian absolutamente de las dos acepciones que en España le damos a la palabra monstruo: por un lado ese personaje que da miedo, aterroriza o que no es agraciado, y, por otro lado, también puede ser un monstruo aquella persona que es agraciada y tiene éxito, y al que la gente se refiere utilizando el término con cariño. Los dos son muy guapos, muy bellos, muy exitosos pero, a la vez, son capaces de hacer cosas monstruosas, a los otros y a ellos mismos, en aras de conseguir algo que es muy determinante para ellos: el éxito. Creo que en los últimos años hemos vivido una cultura del éxito, que celebra permanentemente todo lo que sea éxito... Pero, a veces, esa cultura ha dejado de soslayo las verdaderas razones del talento y el compromiso que puedas tener con tu arte, con tu creación o tu propia identidad. Y creo que esa cultura del éxito ha terminado también por crear una sociedad de la impunidad. Todos los días vemos en la prensa una serie de casos reales que se someten a un estudio por la Justicia y, por norma general, esas personas que sentimos que son culpables, y que hay pruebas que demuestran su culpabilidad, terminan ganando los casos. Alfredo y Patricia observan todo esto y se arriesgan a imitar esas acciones con la sensación de que conseguirán sortear la Justicia y no ser castigados.
En la presentación que hace de su libro afirma que se trata de la historia de una pareja pero que no está seguro de si se trata de una novela que hable de amor, ¿por qué?
Estamos acostumbrados a conocer las historias de amor desde el principio: cómo surgen, se crean y se inicia la andadura. En Dos monstruos juntos, Alfredo y Patricia son ya una pareja, con doce años de relación, aunque Patricia dice siempre que son diez... El hecho de que la novela hable de una pareja ya formada me permite a mí reflexionar sobre otro tema tan importante como la pareja... Ellos dos están sumergidos en un infinito descenso, que es como podríamos calificar el momento actual que vivimos; ellos inician ese descenso pero cogidos de la mano, siempre están juntos. Eso sí, son capaces de, en determinados momentos, soltarse para investigar en determinados túneles, pero siempre se juntan de nuevo porque son una pareja. Y, además, como pareja son, a su vez, una empresa muy fuerte y sólida. Éste es mi punto de vista más personal, como yo intuyo que es una pareja; por eso digo que no creo que sea una historia de amor, es la de una pareja, y eso es distinto, ya que no siempre está sostenida por el amor. La pareja, a medida que se va afianzando, va descubriendo otros pasillos por los que viajar: los arreglos, la funcionalidad o la lealtad.
Lealtad, a pesar de las infidelidades que cometen...
Por ejemplo. La lealtad no es única, no brota, tiene que someterse a muchísimas pruebas.
Con esta novela, ¿tira por el suelo el éxito y la belleza como metas para el ciudadano medio?
Lo que tiro por el suelo es lo que estamos viviendo; y lo que estamos viviendo demuestra que nada es sólido, nada es para siempre. Esto hace muy interesante la novela, y no me iba a asustar de escribir sobre esta realidad porque tengo la sensación de que todavía puedo observar la actualidad como una fuente de alimentación para mi escritura. Patricia, aunque es una persona egoísta, una antiheroína absoluta, tiene momentos de gran visión sobre las cosas y se da cuenta de que, hasta hoy, hemos vivido una cultura acelerada de lo fácil. Era fácil conseguir éxito, era fácil ser bello, era fácil enriquecerse y era fácil corromperse. Pero, de repente, toda esa facilidad, esa capacidad especulativa, no ha hecho sino convertirnos en endeudados. Eso es lo que en el fondo narra la novela: este momento de ahora, a pesar de lo duro de que se presenta, es necesario. Necesitamos estamparnos contra este muro para darnos cuenta de que íbamos a una velocidad equivocada.
Parece como si quisiera que sus lectores, más que sumergirse en una historia, reflexionen sobre hacia dónde vamos y qué estamos haciendo.
No lo sé, porque de esa manera convertiría el texto en una fábula más que en una novela. Yo no he cometido nunca un delito, ni un crimen, pero estoy seguro de que cualquier persona que lo haga, tendrá un momento de reflexión en el que se plantea su nivel de responsabilidad ante lo que acaba de hacer. Como ciudadano, sí creo que uno debe tener cierta responsabilidad y pensar que parte tengo yo en esta crisis. Por ejemplo, pienso que mi parte ha sido entregarle tanta importancia y poder al éxito, a que el éxito fuera algo importantísimo traducido, además, en riqueza.
Como escritor, ¿no cree que le resta credibilidad por su faceta televisiva?
No lo creo, porque la televisión y yo tenemos una relación muy larga, de más de 20 años. Para mí es como una hermana, no podría renegar de ella. No tengo tanto dinero como Madonna para dejar a mi hermano tirado debajo de un puente.
Partícipe de algunos programas del mal llamado 'corazón', o similares, en 'Tele 5', ¿no se ha planteado en algún momento intentar cambiar desde dentro la línea que actualmente siguen?
Son un producto muy afianzado en esta cadena. Sería como una tontería pensar que vas a entrar a trabajar en Tele 5 y que les vas a convencer para afianzarse en otro producto. Yo, al menos, no lo tengo y no veo todavía la razón por la que me tenga que enemistar con ese tipo de programas.