barcelona. La actriz de teatro, cine y televisión Amparo Soler Leal falleció ayer en Barcelona a los 80 años dejando tras sí una vasta trayectoria reconocida por un público que la recordará especialmente por sus papeles a las órdenes de Luis García Berlanga, para quien trabajó en siete películas. "Siempre me he sentido una chica Berlanga", declaró la actriz en una última entrevista concedida hace unas semanas con motivo de su 80º aniversario, en unas declaraciones en las que, por otra parte, lamentaba a su manera que su carrera no hubiera sido reconocida con un Goya de Honor.
Nacida en Madrid e hija de los actores Salvador Soler Marí y Milagros Leal, comenzó a trabajar con ellos siendo aún una niña, para después ingresar como meritoria en el Teatro María Guerrero donde obtuvo su primer gran éxito con Historias de una casa, de Joaquín Calvo Sotelo.
Llegó a crear su propia compañía, con la que interpretó sobre todo obras de Chéjov, y después formó el grupo Teatro Realista. Entre sus éxitos en el teatro destacan Vestir al desnudo, La zapatera prodigiosa, Las buenas personas, La gaviota, Ondina -por la que recibió en 1959 el Premio Nacional de Interpretación- y ¡Ay, infeliz de la que nace hermosa! (1967), galardonada con la Medalla de Oro de la Fundación María Rolland.
En cine -donde debutó en 1953 en Así es Madrid, de Luis Marquina- se convirtió en "musa" de Luis García Berlanga, que contó con ella en Plácido (1961), La escopeta nacional (1978), Patrimonio nacional (1980) y Nacional III (1982), así como en La Vaquilla (1984), Todos a la cárcel (1993) y París Tombuctú (1999). La versatilidad de Amparo Soler Leal le fue como anillo al dedo a Luis García Berlanga para protagonizar algunas de sus mejores películas, en las que retrataba tanto a las clases populares como a los sectores dirigentes de la época franquista y la Transición. Amparo Soler Leal actuó con otros grandes directores españoles, como en La gran familia (1962), de Fernando Palacios; El dulce encanto de la burguesía (1972), de Luis Buñuel; en El crimen de Cuenca (1979), de Pilar Miró, y Bearn (1983), de Jaime Chávarri.
Trabajó con Pedro Almodóvar en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), año en el que también rodó Las bicicletas son para el verano, película de Chávarri basada en la obra del mismo título de Fernando Fernán Gómez, con la que logró también un éxito de crítica y público.
Amparo Soler Leal no ocultaba su predilección por Berlanga, a quien definía como un "maestro" o el "mejor director del siglo XX", mientras consideraba a Buñuel "también un genio, pero de otro estilo".
En su última etapa se centró otra vez en el teatro, con obras como La Celestina (1995), Don Juan Tenorio (2001), Las mariposas son libres (2003) y Al menos no es Navidad (2005), que hizo con Asunción Balaguer. Por su trayectoria profesional recibió el premio Pepe Isbert (1995), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1995), el Premio Miguel Mihura (1998) y el premio homenaje de los Fotogramas de Plata (2004).
Estuvo casada con Adolfo Marsillach, del que obtuvo la anulación eclesiástica del matrimonio en 1965, y con el productor Alfredo Matas, con el que tampoco tuvo hijos y del que enviudó en 1996. Desde hacía un tiempo, la actriz, que residía en Barcelona, se encontraba delicada de salud. Amparo Soler Leal había expresado su deseo de que, tras su muerte, no se celebrara un funeral en su memoria ni que tampoco se enviasen flores a su nombre porque no quería "que se corte nada vivo para dárselo a un muerto".