LA cuarta acepción para el término montaje que señala el diccionario de la RAE dice que es "acción que solo aparentemente corresponde a la verdad" y nos viene a pelo para describir un comportamiento muy habitual en la gente, gentuza, gentecilla que habita el planeta de los famosos, famosillos, famosetes, que llenan las páginas couché de las revistas del corazón, prensa amarilla con sus correspondientes mamporreros, porque está claro que estos montajes sólo son posibles si hay reporteros y fotógrafos dispuestos a tragarse la bola y hacerla extensible a sus lectores en millonario número. La potencia expansiva de la tele ha hecho que la práctica del montaje adquiera unas dimensiones galácticas en cuanto a complejidad, número y dinero que se mueve en estas golosas transacciones económicas que nos quieren vender las informaciones camufladas como materia de elevado precio, cuando es inútil matute, y jugando con nuestra simplona capacidad de separar engaño de realidad, mentira de historia, nos vamos alimentando para transitar por este jodido valle de lágrimas, endulzado por separaciones, traiciones, hijos habidos fuera del matrimonio, desfalcos, caídas en la droga y otras zarandajas que abastecen el baúl de los montajes diseñados, preparados y guionizados en oscuro despacho y trasladado a reportaje de fotos robadas, posadas disimuladas, vídeo de cámara oculta que no engaña ni al más espeso de la clase. Simulación, engaño, guión trufado de poses mentirosas y pactadas hacen la vida diaria de muchas redacciones y muchos representantes que cubren diariamente la apetencia de medios que aun sabiendo la procedencia espúrea del material, pagan por él y lo hacen público, permitiendo una forma de periodismo deleznable y mentiroso que consiste en trucar, en hacer ver que lo que muestra es, cuando sólo lo es en apariencia. A lo mejor, hasta la vida misma es un montaje.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
