pamplona - "Lo que intentamos con esta introducción es que no fuera al uso y que aportara algo diferente. Teniendo en cuenta que se trata de un libro de itinerarios montañeros en torno a los castillos, nos pareció que una manera interesante de dotar de contenido a este primer volumen era hablar de cómo era la vida cotidiana en los castillos". De esta forma, el historiador Joseba Asiron, autor de las 40 páginas que ejercen de ameno prolegómeno, sitúa históricamente al lector antes de afrontar las rutas senderísticas. "Por desgracia, Navarra fue un país en el que la castellología fue muy maltratada ya que en el periodo de la conquista desaparecieron prácticamente todos los castillos, y posteriormente tampoco ha sido algo muy trabajado y se conoce bastante poco", apunta Joseba.

Aquella vida en los castillos, que en el imaginario popular se vislumbra casi como de cuento de princesas, distaba mucho de ser lujosa y atractiva. "La parte del libro referente a los itinerarios, que cuenta con planos, fotografías y gráficos, está destinada a leerla en el campo mientras estás paseando o buscando los castillos o, a posteriori, como una reflexión. En este caso, la introducción, teniendo también en cuenta el carácter de la publicación, intenta ser una herramienta evocadora para que se pueda explicar en familia cómo era la vida en los castillos antes de iniciar la ruta".

En este sentido, Asiron, poniendo las piedras en su sitio y desbancando ensoñaciones, explica que "los castillos eran edificios construidos en piedra, de gran tamaño y pensados para la defensa. Estas características te dan y te quitan, por decirlo de alguna forma. Te da en cuanto a suntuosidad y representatividad, ya que la posesión de un castillo era inherente a la nobleza y la realeza. Pero, por otra parte, un edificio de este tipo era carísimo de construir, mantener, equipar y calentar...". Esto significa que la vida diaria en los mismos no era ni cómoda ni lujosa. "Por ejemplo, las corrientes de aire eran continuas, ya que no existían sistemas de cierre eficaces al no existir el cristal; las chimeneas prácticamente no se daban, ya que su intramural no se extendió hasta el 1500; los sistemas de evacuación de humos eran muy precarios y las goteras eran continuas. Todo esto les obligaba a cubrir el suelo de esteras y las paredes con tapices, creando un entorno muy oscuro, ya que la luz apenas entraba por las pequeñas ventanas defensivas alumbrando únicamente el espacio inmediato. En resumen, eran condiciones muy duras, exigentes y sacrificadas, ya que muchas cuestiones que nosotros solucionamos ahora apretando un botón entonces eran muy complicadas". - F.F.G.