La energía que siempre ha recibido, agradecido, de la naturaleza, la canaliza Gorriti a través de su arte, que es un renacimiento de la tierra, de la madera, del color azul, que es para él el color del infinito. Es el origen de la vida creando otras vidas, y enriqueciendo las de aquellos que tenemos el privilegio de contemplarlas.
Ahora tienen esa suerte los habitantes de la localidad alemana de Tiefenbronn, que alberga hasta finales de agosto una exposición multidisciplinar del escultor y pintor navarro. Sustraiak egan. Aralarretik Ohian Beltzara da título a esta muestra que acoge el Ochsen-Post, considerado uno de los ocho mejores restaurantes de Alemania. Juan Gorriti (Oderitz, Larraun, 1942) ha llevado volando hasta la Selva Negra las raíces de Aralar, hasta la casa -ya también su casa- que regentan Theo y Dorothea. Esta pareja de alemanes, la 24ª generación que está al frente del hotel-restaurante, ha llegado hasta Gorriti a través de su amistad con el experto carnicero vasco Imanol Jaca, de Txogitxu (Donostia), a quien le compran carne alemana. Nada ocurre por casualidad. Este pintoresco hábito de dos alemanes que han elegido a un vasco para comprarle carne alemana, tenía que ser así, para que ahora en su hotel-restaurante Ochsen-Post (La casa del hombre de la vaca) luzca una de las grandes vacas azules de Gorriti, que respira en esta ocasión al aire libre, como siempre ha respirado el artista. Tampoco es casualidad que Tiefenbronn esté a pocos pasos de Pforzheim, ciudad hermanada con Gernika. Pforzheim fue bombardeada el 23 de febrero de 1945 -ocho años después de la tragedia de Gernika- por la aviación británica y murieron allí 18.000 personas, una cuarta parte de la población. Y ahora, el arte se hace memoria en recuerdo de estos dos episodios de sufrimiento en El Bosque Gernika, que Gorriti ha creado en el jardín del Ochsen-Post haciendo renacer la vida. “Ha empleado maderas de más de 400 años, quemadas en incendios y que él mismo ha recuperado. Como dice Gorriti, cuando la madera se quema, en realidad solo se quema la parte superficial, pero no el corazón de la madera”, explica Jabier Lekuona, arquitecto y buen amigo del artista navarro, al que ha ayudado a montar la exposición en tierras alemanas. Este Bosque de Gernika se compone de una treintena de troncos de gran tamaño, dispuestos en vertical, que resurgen de la tierra en un canto vital hecho de naturaleza. “Son trocitos de Euskadi que el artista ha llevado hasta Tiefenbronn en una reinterpretación positiva desde el sufrimiento que sembraron los bombardeos de las dos ciudades hermanas”, explica Lekuona. Junto a esta instalación escultórica, la otra pieza fundamental de la exposición es la Vaca azul que Gorriti ha instalado al aire libre, apoyada sobre dos troncos centenarios de 2.000 kg de peso cada uno. La escultura, visible desde el pueblo y al pie de la carretera principal que conecta a sus habitantes, se erige hacia el infinito entre la vegetación fértil y frondosa de la Selva Negra.
gorriti y los niños
Pintando sonrisas
El recorrido de la exposición continúa por diversos salones interiores del hotel-restaurante. En la sala de banquetes, el escultor y pintor navarro exhibe varias de sus creaciones a base de troncos de madera con aplicaciones de pan de oro, que simbolizan una tradición de antaño: cuando no había luz y no existía el cristal, en las ventanas de las casas se aplicaba oro, cuyo reflejo hacía el efecto de luz deseado. Otras salas del Ochsen-Post están habitadas ahora por numerosos dibujos y serigrafías de Gorriti -se exhiben cerca de 80- en un formato de 60 x 40 cm, con sus característicos personajes y motivos de la naturaleza vegetal y animal como protagonistas.
Gorriti, poeta de lo sencillo, asegura que sus obras nacen “del sentir y del atreverse a crear con libertad”. Ese espíritu propio de los niños que en él sigue vivo, puro y llameante. Por eso, es muy frecuente ver al artista rodeado de pequeños ávidos de curiosidad y de experiencias. Y en su aventura en la Selva Negra, no podían faltar los niños. El pasado 24 de junio, dos días después de la inauguración oficial de la exposición Sustraiak egan, Gorriti realizó un evento con niños en la localidad de Pforzheim en el que también participaron Pirritx eta Porrotx. Juntos, el artista y los pequeños pintaron varios cuadros, y la experiencia formará parte de un documental que ya se está montando, y que recogerá las vivencias de Gorriti en tierras alemanas. En la puerta de entrada a la Selva Negra, que ya se ha fundido a través del arte del navarro con Arribe, hogar de Gorriti y puerta de entrada a otro territorio frondoso y fértil, Aralar. Dos culturas enraizadas por algo tan universal como la naturaleza, de la que, en palabras de Gorriti, tanto tenemos que aprender. “La naturaleza es la gran Universidad que da las formas del tiempo y de la necesidad”, sostiene el artista.
Título. Sustraiak egan. Aralarretik Ohian Beltzara (Raíces volando. De Aralar a la Selva Negra).
Lugar. Ochsen-Post (Tiefenbronn).
Fechas. Inaugurada el 22 de junio, estará visitable hasta final de agosto, cuando está previsto realizar en Ochsen-Post un encuentro sobre gastronomía vasca.
Catálogo y documental. La muestra se completa con un extenso catálogo, de más de 100 páginas, y un documental sobre la experiencia Gorriti en Alemania en el que trabajan Pirritx eta Porrotx y su equipo de grabación y montaje.