en 2009, se halló en una cueva de Abauntz, en el valle de Ultzama, una piedra de 13.660 años de antigüedad en la que se había tallado un mapa, el más primitivo que se conoce en Europa occidental; un croquis que representa el paisaje circundante, con ríos, montañas y charcas. Esta fue una noticia de gran relevancia en todo el mundo y esta zona fue escogida por el realizador vizcaíno Aitor Gametxo para grabar el proyecto de diario filmado con el que el año pasado ganó la convocatoria de X Films. Sin embargo, lejos de adentrarse en la prehistoria, el cineasta ha optado para trazar con sus propias manos, y otras que encontró por el camino, El otro mapa de Abauntz, en el que se dan cita las tradiciones, las actividades cotidianas y populares y, por supuesto, las gentes del lugar.

“En 2013 me llamó Oskar Alegria para invitarme a participar en esta iniciativa en 2014, y ya entonces empecé a documentarme”, cuenta Gametxo, que, investigando, descubrió la noticia de la piedra y empezó a realizar viajes esporádicos muy cerca de allí, a la localidad vecina de Arraitz. “No conocía nadie allí, pero a medida que iba fui haciendo contactos”, añade el director, natural de Lekeito y afincado en Barcelona.

Lejos de segregar el trabajo de campo de la grabación final, el director optó por convertir su proceso de integración en el valle en el auténtico documental. “Me gustan más la espontaneidad de un primer encuentro o de una conversación”. La película, de 60 minutos, gira en torno a varios conceptos. Por un lado, supone una reflexión acerca de las tradiciones, su sentido y el apego o desapego que se puede generar acerca de ellas. “Cualquier tradición parte de una invención inicial y mediante la constancia y el tiempo acaba dotándose de una cierta omnipotencia”, indica Gametxo. En ese sentido, ha grabado manifestaciones como la procesión de las cruces de mayo, con el encuentro en el puente de Alkotz.

Por otro lado, “he intentado hacer de alguna manera el mismo ejercicio que hicieron los que tallaron el mapa y plantear desde hoy, en un ejercicio casi suicida, pensando en cómo se verán estas imágenes dentro de 13.000 años”.

Al margen de estas dos líneas temáticas, Aitor Gametxo también ha filmado actividades cotidianas como un paseo por el monte, una hoguera de San Juan “y cosas así”, además de hacer mención al desarrollo de nuevas costumbres y citas relacionadas con el fomento del turismo, caso de los días de la cuajada y el hongo, por ejemplo. Y está “encantado” de cómo le recibieron en Arraitz y en el resto del valle. “Uno al principio va con un poco de miedo, pero conocí a Tere Huárriz y a su familia”, que le sirvieron de guía, “y al poco de llegar ya era uno más”, dice Gametxo, y recuerda, asimismo, a Periko Zunzarren, carpintero ebanista que lleva años documentando con su cámara fotográfica la vida en la zona.

Con ganas ya de presentar su trabajo en el Punto de Vista, Aitor Gametxo ha abundado con este proyecto en su interés por asuntos como la memoria, la identidad, el lenguaje o la tradición.