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A trancas y barrancas

A continuación se recogen varios fragmentos del último libro de Miguel Sánchez-Ostiz, una nueva entrega de sus imprescindibles dietarios. En esta ocasión, el escritor navarro relata lo correspondiente a 2014. El volumen llega esta semana a las librerías de la mano de la editorial Pamiela.

A trancas y barrancas

Siniestra gallina ciega la de la propia vida, me digo a carcajadas, perseguido por brujas, brujos y demonios, propios y ajenos. Buena imagen esa del ir dando tumbos, a trancas y barrancas, sin saber muy bien para dónde vas, en el invierno y en la noche, “escura”. Unos van de manera envidiable como flecha a la diana -así decía Carlos Castilla del Pino que había ido él-, otros como mejor pueden y todo acaba por encajar?

¿De qué nos reímos? No tengo la menor idea. ¿De nosotros mismos o de los que nos dominan? Nos va quedando la burla como último recurso, la carcajada feroz, un paso más allá de las leyendas que corren: «¡Sonríe?», dicen, y les ves la intención de añadir «o te mato»? Algunos añaden «no es para tanto» y no saben de qué hablan, pero algo sospechan porque respiran el mismo aire mefítico de la ciénaga.

Cunde el más falaz de los optimismos como una máscara de la reacción -al pesimista se le ve como un enemigo a abatir-. Se extiende el dejar la capacidad crítica a un lado, el elogiar lo que ayer se sabía turbio o indecoroso, el encogerse de hombros, el aplaudir y esperar que te paguen por ello, el apuntarse a caballo ganador cuando se huele que esta situación va para largo, que el cambio social ya se ha producido, en dirección distinta a la deseada y puede ser irreversible, que hemos entrado en una época nueva en la que los valores éticos de ayer se han esfumado, ya son otros, también éticos para el que lleva la voz cantante; valores a los que debes acomodarte, que lo que de verdad cuenta es asegurarse el propio bienestar, que te resignes o no, eres un perdedor y un apestado que puede contagiar? a carcajadas, ya digo, a carcajadas. [2.1.14]

¡A la mierda! Corajudo Labordeta, en otro ayer que es hoy: solo les levantan la voz los más débiles, pero les da igual porque los callan a golpes y a multazos. No cabe otra que escenificar ese mandarles a la mierda, no posar junto a ellos con la sonrisa boba de quien juega en el mismo equipo o al mismo juego. Ni juego, ni equipo ni partido: ¡A la mierda! Pero no, algo no funciona cuando ves a la izquierda parlamentaria compadreando, poteando, compartiendo cuchipanda y ventajas, palmoteándose el lomo?

Aniversario de la ejecución de Salvador Puig Antich, anarquista, 25 años, acusado de dar muerte a un policía secreta. Recuerdo aquellos días con tristeza. Recuerdo el «una de las dos Españas ha de helarte el corazón». Le dieron garrote? gracias a los buenos oficios de unos militares infames, cuya mala fe, nulo espíritu de justicia, uso de la mentira descarada, la magistratura de la democracia impide sacar a luz. Porque infame es cometer un simulacro de justicia con el fin de dar cobertura legal a un asesinato -obedeciendo de manera gustosa órdenes de un dictador, eso es lo de menos-, y felonía es también impedir que se reabra un caso que rezuma irregularidades procesales y actitud y actuación dolosa por parte de quienes participaron de manera activa en la farsa: el acusado estaba muerto antes de que el juicio empezara. Que la familia de Puig Antich tenga que recurrir a la justicia argentina para hacerse oír es el colmo de la infamia y un dato relevante sobre la salud, mala, del Estado de derecho en España.

Redes sociales = horas muertas; y a días muertos también. «Se tiraba las horas muertas?» El casino, la taberna, el rincón de la partida, matar la tarde, matar el día, matar el tiempo mirando a ver si apareces en el censo de Babia? matarse a secas, y lo sabes.

Para mí y para la mujer con la que vivo, mi compañera de más de media vida, hoy es un día especial. Pasamos por lo de Jon. Entre el barullo encontramos unas pipas de hueso, un brazalete y una pareja de gemelos dogon. Objetos hermosos rescatados del naufragio y del monumental basurero en que se está convirtiendo la cacharrería étnico-decorativa. Nos gustan esas cosas desde que teníamos veinte años, llevamos juntos más de cuarenta y nos siguen gustando las mismas cosas. La ciudad será antipática, pero es menos antipática si se patea en compañía, en la mejor que he tenido nunca, y que se merece una historia que todavía no he escrito, se la debo, como las dedicatorias de mis libros, este.

En la cruda? del día siguiente En un cajero de los estafadores de la CAN, varias personas durmiendo envueltos en mantas, rodeadas de bolsas con sus pertenencias. Una escena tan habitual que se ha hecho rutina y ya no causa impacto alguno, si alguna vez lo causó. Es lo que hay y seguimos nuestro camino. «Nosotros ya damos a Cáritas», se decía antes. Ahora no sé si se dice o no se hace, o qué hacemos o qué decimos que hacemos y no hacemos.

Piden en todos los foros que nos conmovamos con los uniformados que fueron heridos en los confusos incidentes del 22-M -algo que deberían probar de manera fehaciente, habida cuenta de que mienten como respiran y su palabra ya no vale nada, salvo para sus secuaces y para quienes les dan cobertura institucional-, pero no tenemos constancia de que ellos se conmuevan con alguno de los muchos excesos de violencia pura y gratuita cometidos en los últimos años y de los que queda constancia documental y fotográfica, la que quieren arrebatarnos con su Ley Mordaza para que no podamos defendernos, cuando menos con el testimonio de los hechos.

En concreto, hoy, esa imagen en la que se ve a una chica joven, armada de un teléfono móvil por el que va hablando y recibiendo por la espalda un patadón de un matón uniformado. Por lo visto la muchacha representa una amenaza para la seguridad del Estado, lo está «desestabilizando», pero a cambio la vileza de la escena atrapada ilustra con eficacia rotunda cuál es la consideración que les merecemos, nosotros y el ejercicio de nuestros derechos y libertades? Por no hablar de la bocacha del fusil que enarbola otro matón, que no apunta al suelo como es preceptivo, sino de manera que pueda causar todo el daño corporal posible. Este país, con su marca España como mascarón de proa, hace tiempo que entró en el delirio.

Ayer me quedé hasta tarde leyendo Un año con Queipo de Llano (Memorias de un nacionalista), de Antonio Bahamonde. Esas atrocidades te dejan perplejo. Resultan inexplicables por mucho que todos nos apliquemos a explicarlas. Las atrocidades y las exacciones, el miedo que tuvo que padecer la población no adepta a la sublevación. Me llaman la atención esos libros primeros, el Ruiz Vilaplana, sobre la represión en Burgos, y este, cuando en mi tierra no los hubo y en principio tenían más fácil el cruzar la frontera y pasarse a Francia donde se estaban publicando testimonios y libros de combate en apoyo de la causa republicana, incluso una vez blindada por los falangistas. Nadie contó lo sucedido en aquellos primeros meses.

Y más lecturas de estos días: El final de la dictadura. La conquista de la democracia en España, de Nicolás Sartorius y Alberto Sabio: qué mugre, qué gentuza, la del franquismo y la que pasó como si no hubiese sucedido nada a la democracia/transición, la de Arias Navarro y Suárez, el Opus, criminales, gánsteres, nacionalcatólicos? Y a Southwoorth, a Umbral con sus pijadas de la derechona, las que la convierten en algo no venenoso, que es lo que era y es, sino en algo «cachondo», muy castizo, muy español. Repulsivo el personaje que ahí aparece, que se ve vive en y del compadreo con los ricos, los poderosos, de la misma clase social que él pone en una picota de mazapán.

Comentarios al margen de una entrevista de hace un año al sociólogo Zygmunt Bauman (El Mundo, 4.5.2013). Dice Bauman que la austeridad es «pobreza para la mayoría y riqueza para unos pocos». Nada que objetar, va a más, solo que el pobre no admite serlo más que en situaciones extremas, entre tanto vive ahogado: pobreza vergonzante de hace más de cien años.

Bauman admite que hoy no hay alternativa viable al capitalismo, nada que no sea regresivo. Causa pavor el regresar o inventar formas económicas más elementales que las que tenemos, disfrutamos y padecemos. Hablamos de cambio, pero sobre todo queremos regresar a nuestra vida de hace diez o quince años.

También afirma Bauman que la falta de confianza en los políticos es un fenómeno a nivel mundial. Cierto, pero siguen teniendo el apoyo de las urnas. Todo se diluye a nuestro alrededor. Cualquiera diría que la «modernidad líquida» que vislumbro? Zygmunt Bauman se ha convertido en un torrente que todo lo arrastra. No va quedando nada sólido a lo que agarrarse. Y lo que es peor: hemos pasado de la fase «ultrali?quida» a la gaseosa. Todo se esta? haciendo cada vez más etéreo.

Mientras el portavoz adjunto del Partido Popular en el Congreso, famoso bocazas, tilda de ilegal la bandera tricolor republicana y de retrógrados a los miles de españoles que hoy la hacen tremolar como símbolo de un cambio político necesario y de una legítima ambición vital, en la Semana Santa castiza unos penitentes desfilan enarbolando el pendón de la División Azul, la que estuvo encuadrada en el ejército nazi. Marca España de nuevo, el país de la total normalidad, de las carroñas milagrosas, los golfos apandadores, los granujas sin tacha? ¿Ley de Memoria Histórica? ¿Dónde, para qué?

Con el fallecimiento de Gabriel García Márquez echo mano de mi ejemplar de Cien años de soledad, conservado contra viento y marea. Un recuerdo, de allá lejos y hace tiempo, de octubre de 1969, según leo en la página de guarda. Mal año aquel, el peor de mi vida tal vez. Acababa de cumplir 19 años y la lectura de Cien años de soledad fue el comienzo de un cambio de rumbo que me ha traído dando tumbos hasta aquí. No había quien no rebuscara en sus propias oscuridades familiares episodios dignos de los Buendía. En balde, pero aquellos rebuscos calentaban las noches de fuego y vino. El libro me deslumbró y me abrió unas puertas literarias para mí insospechadas. No podía soltarlo. No estaba en el corazón de la ciudad vieja, sino lejos, en Macondo. ¿Mitomanía? Es posible, pero de eso también se sobrevive. En la portadilla escribí con un lápiz rojo «Es cojonudo». Lo escribí con vehemencia, cierto, hoy resultará zafia, poco elegante, nada intelectual, pero a mí me ha hecho gracia encontrarla. En el trazo se nota que la novela de García Márquez le gustó mucho a aquel mozo más ingenuo que otra cosa? qué más vas a añadir en esta apretada carrera del «para no ser menos», en la que todos estuvieron, todos tienen algo que decir, sobre sí mismos sobre todo. Se nota que hace mucho que no lo leían, se nota el hablar a bulto, los lugares comunes? como paletadas de tierra sobre el féretro.

‘Donde la ciudad pierde su nombre’ fue uno de los primeros libros que compré en mi vida, en 1966, en un estanco de la calle Ciudadela -iba en compañía de un compañero del instituto que luego se hizo un lince, qué digo un lince, un lobo de la especulación inmobiliaria por completo carente de escrúpulos-. Lástima que no lo conserve.

Vuelven los libros viejos, las lecturas de hace mucho tiempo, las canciones también; vuelven los recuerdos, no todos felices, sobre todo los referidos a aquellos años de universidad y Pamplona.

¿Libros «de actualidad»? No, libros necesarios, libros de combate, no libros «de moda». La bestia sin bozal es de los primeros y también de los segundos: una defensa radical de la libertad de expresión y una denuncia de los ataques que está recibiendo ese derecho por parte del régimen policiaco del Partido Popular en España. Con datos, con casos concretos, sin farfolla.

Los nuevos parias, los nuevos plebeyos, frente a los nuevos patricios de la política, ya sean de izquierdas o de derechas. Más repulsivos desde luego los primeros. No hay más que verlos contemporizar con los segundos en los pasillos de los parlamentos y de las instituciones, su feudo, pertenecientes todos a la misma casta, sonriendo en las fiestas patronales, compartiendo cuchipanda, palmeándose los lomos, morros finos, taurinos consumados? ¿Ya se enterarán de cómo viven o malviven quienes les votan y aquellos en cuyo nombre dicen actuar? Se esfumó la sociedad de las clases, viene la de las castas y los estamentos, algo por completo regresivo.

Amenaza de coalición PP/PSOE La tenaza que se avecina? ¿o que ya está aquí? Un golpe mortal a la democracia española: el Gobierno autoritario neofranquista sin tapujos ni complejos. Cerrado por defunción o poco menos. Todo va bien: el engaño es generalizado, en todos los terrenos, sanidad, obras públicas, energía eléctrica, empleo, paro?

Redes sociales: Estar, no estar, existir, no existir, exhibirse, compartir o no compartir nada? «No me importa ser inexistente si recupero mi libertad», dice uno que ha cerrado sus cuentas, sin reparar en que también lo era con estas abiertas a modo de ventana a la que estaba de continuo asomado al grito de: «¡Eh, que estoy aquí!».

No hay infamia que no se ahorren, pero por lo menos muestran su verdadero rostro sin recato: son gentuza. Que Benicio Alonso, un riquito de la casta dirigente, del partido en el poder, el de la derecha franquista, hable de un diputado del PSOE, Eduardo Madina, víctima, siendo muy joven, de un atentado en el que perdió una pierna, como «el cojito de la ETA», revela no la bajeza moral de quien lo dice, sino de toda una clase social y de una casta política. Ahora pedirán perdón, esa farsa nacional, uno de esos perdones de los tartufos, que no sienten lo dicho, sino haber «quedado mal», los perjuicios que sus palabras les puedan causar, su propia imagen dañada, ay, la imagen, nunca el daño que causan, nunca el agravio, el insulto. Befas renovadas las suyas, chulería de clase. La ruina de este país va mucho más lejos que la mera economía, es una podre moral de muy difícil erradicación.

Y ahora descubrimos “que el Partido Socialista no es ni era republicano, que no está por la Tercera República, que sigue siendo cómplice necesario de la oligarquía franquista y de un sistema corrupto y que su oposición parlamentaria era mandanga pura? ah, sí y también descubrimos que han perdido la última oportunidad de regeneración política en el seno de la izquierda. Lo suyo es la complicidad con la peor derecha que ha gobernado el país en casi 40 años y con una monarquía podrida. Cuando hablan de estabilidad lo hacen de sus cuentas corrientes en las que cifran cualquier cambio social. Son golpistas, porque el pacto de Estado que se traen entre manos es un golpe, incruento, pero golpe, una forma de burlar a una ciudadanía que pide cambios y ruptura.

Descubrimos y hemos olvidado décadas de trapacerías y gestión chapucera, o que cuando estuvieron en el poder recurrieron al asesinato (GAL) en su lucha contra ETA o se enriquecieron de manera fraudulenta en la época de Urralburu/Roldán? que para mí no fue sino la punta de un iceberg en cuyo oscuro interior estaba la financiación de esa zahúrda de mamarrachos (Torres Villarroel) y de caraduras de las Cajas de Ahorros y los consejos de administración de las eléctricas, las multinacionales, la fachenda, los puros y los toros.

El poder premia a quien puede domesticar o a quien se deja y calla, eso es obvio. La mayoría de los premios institucionales arruinan la capacidad subversiva de la obra o la ponen en entredicho. Están montados para eso. En el caso del escritor viejo que recibe esos galardones a modo de premio de consolación resultan patéticas esas palmadas postreras en el lomo equivalentes a una burla sangrienta con la que los poderosos quieren enjuagar décadas de desprecio.

La portada de la revista El Jueves en la que se ve al Borbón padre pasándole una corona de mierda al Borbón hijo, ha sido censurada. La fiesta no ha hecho más que empezar.

Hoy, el cortesano Mario Vargas Llosa, que con la marea republicana tal vez vea en peligro su marquesado, sostiene que don Felipe VI va a reinar sobre una «democracia moderna y respetada, un país libre, solvente y culto que figura entre los más avanzados del mundo». Solo quien aspira a que le paguen por ello, puede sostener semejante estupidez o patraña, sobre todo cuando en la página anterior del mismo periódico se puede tener la confirmación de que este es un país de ladrones: la Seguridad Social reclama a la mutua de accidentes laborales Fremap 43,2 millones de euros de dinero público que entre 2006 y 2011 gastó indebidamente en dietas, viajes para la junta directiva y sus parejas, mariscadas colosales, coches de lujo y pago a comerciales para captar nuevos mutualistas (algo prohibido por la ley)?

De estos y otros asuntos que son del dominio público el marqués de Vargas Llosa no hablará jamás. Él es coparticipe y beneficiario directo del régimen que posibilita tales saqueos, destruye empleo, derechos sociales, utiliza sin limitación alguna la violencia policial contra reclamaciones legítimas, hace de la corrupción un signo de distinción social? a qué seguir.