‘gran miserere de sevilla’

Intérpretes: Orquesta Sinfónica Goya, Coro de la Federación Navarra de Coros (José Antonio Huarte Azparren, director). Solistas: Thomas Bettinger, tenor; David Ortega, bajo; Hugo Bolivar, contratenor; Noemí Irisarri y Andrea Jiménez, sopranos. Director: Jesús Mari Echeverría. Programa: Gran Miserere de Sevilla, de Hilarión Eslava. Programación: 35 ciclo de Introducción a la Música. Lugar: Auditorio de Zaragoza. Fecha: 29 de marzo de 2015. Público: casi lleno (12 y 10 euros).

El Miserere de Eslava se acomoda bien en la tradición pamplonesa, en la Sevilla del Alcázar y, ahora hemos visto que, también, en la Zaragoza de la Aljafería. Entrañable desde que Bello Portu levantara a los tiples preparados por el P. Garaicoechea; con su estreno en Zaragoza, hemos constatado que puede ser obra de repertorio que gusta a todo el mundo: su narración es variada y entretenida, combina solos y coro con esplendor, y sus melodías tienden a quitar dolor al texto. El éxito de Zaragoza ha sido posible gracias a una orquesta que ha funcionado muy bien en la exigencia -con un viento madera y metal sobresalientes-; un coro que nunca resultó chillón -con un trabajo ímprobo de conjunción por parte de Huarte Azparren, que además, ha corregido errores de copia en la partitura-, unos solistas que, con desigual fortuna, cumplieron, y, sobre todo, con una dirección excepcional de Echeverría (hay que aprovecharlo más), que consiguió una versión hermosa, más pulida que la tradicional escuchada habitualmente, y con un control férreo en entradas y tempo, gracias al cual, se mantuvo el edificio sonoro con fluidez.

1.- Christus factus est: preciosa exposición del clarinete; los dos clarinetes van a estar espléndidos toda la matinée; no tocan, cantan. El tenor Bettinger (ligado al conservatorio de Burdeos) sobresale del quinteto solista por su cometido y por su timbre. Quizás, el encaje entre letra y música no siempre fue el acostumbrado. Buena entrada del coro. 2.- Miserere: el oboe, como el clarinete, frasea su exposición como un aria. El tenor despunta sobre el coro, que le respeta. 3.- Amplius: debutaba el contratenor local Hugo Bolívar; este registro no se suele dar en este repertorio; su voz es un poco opaca, y, para compensar el poco volumen que ésta voz tiene de por si, se adornó en vocalizaciones. Muy bien el concertino en su cometido. 4.- Tibi soli: buena entrada del coro en matiz piano que conserva en consonancia con el carácter del número. El tenor se recrea en el rubato, gusta, pero es un poco efectista. 5.- Ecce enim: el bajo no tuvo su día, David Ortega tiene más volumen que el que demostró; la entrada del coro, rotunda, pero no gritona. 6.- Auditui: Muy bien la sección de viento -con matiz mozartiano ese delicioso momento camerístico-. El arranque coral un poco tímido, pero con bello regulador. 7.- Cor mundum: metales se lucen en pasaje tan comprometido: trompeta muy limpia en el tema; los detalles en clarinete -a modo de quejido- magníficos. 8.- Redde: a la bella introducción de flauta y oboe, responden las dos sopranos: son voces que se avienen bien, en equilibrio y color, menos ingenuidad que la versión con infantes, y más hacia el belcantismo, que también gusta. 9- Liberame: buena resolución de la trompa -siempre comprometida-. El coro, fogoso, queda cuadrado por la precisión del maestro. 10.- Quoniam: un pelín desajustado el coro en el tempo, al principio. La batuta, meridiana, hizo que todo acabara muy brillante. 11. Benigne: lo salvó bien el tenor, aunque el adorno del Ut edificetur no fuera muy preciso; hizo bien en no ir al agudo. El piano del coro muy bello. 12.- El coro final, lleno de fuerza. El epílogo orquestal, con dramatismo y frondosidad en la cuerda. Lo dicho, un éxito.