pamplona - ¿Qué siente un actor cuando le llega la oportunidad de dar vida a Edipo, uno de los grandes personajes masculinos del teatro?

-Pues lo primero, una responsabilidad muy grande, pero a la vez un placer muy grande. Si no llega a ser por Alfredo (Sanzol), no me hubiesen dado este papel, porque normalmente suelo hacer comedias y no entro en el arquetipo de un héroe griego. Pero estoy encantado de estar con los compañeros con los que empecé a hacer teatro. Estoy muy contento.

¿Da vértigo?

-Claro, este es un placer sobre el que tienes que poner muchos ojos. Como digo, hacer Edipo conlleva una enorme responsabilidad, pero estoy en familia. Con Alfredo y con mis compañeros me siento en casa.

Precisamente, Alfredo Sanzol ha querido contar con el reparto prácticamente idéntico con el que hizo Como los griegos.

-Sí, nuestro trabajo juntos empezó ahí. Como los griegos contaba el mito de Edipo, pero ubicado en la Inglaterra de Margaret Thatcher, y se volcaba un poco más hacia la comedia, aunque sin perder la fuerza dramática y trágica del original. Así que, de alguna manera, con este nuevo montaje hemos cerrado el círculo, hemos dado una vuelta para coger fuerzas y seguir. Y qué mejor que estar con mis compañeros del alma para hacerlo. Todo es genial.

¿Este es el mayor reto de su carrera hasta ahora?

-Ha supuesto un cambio de registro y por eso me siento en un terreno un tanto pantanoso, porque habitualmente suelo hacer comedias dramáticas con Alfredo. Meterse en una tragedia son palabras mayores, pero, de cualquier manera, el trabajo ha sido muy placentero porque para encontrar el estilo hemos tenido que rebuscar mucho en nosotros mismos, y la búsqueda, el viaje que hemos emprendido con Teatro de la Ciudad lo estamos disfrutando mucho.

De hecho, el director les propuso que buscaran en sus propias familias algún referente trágico, fundacional, para dar forma a los personajes.

-Sí, porque cuando te dicen que vas a hacer Edipo Rey, en un primer momento tiendes a colocarte en un sitio que puede ser muy peligroso, algo así como vestido de griego, con túnica y declamando esas palabras tan grandes. Y eso nos llevaba a una clave de comedia que no era lo que se pretendía con este trabajo, así que hemos tenido que rebuscar en los aspectos trágicos de nuestras familias. Por suerte, mis compañeros y yo hemos tenido una existencia muy cómoda, pero la tragedia no hace mucho tiempo que estuvo presente en las personas de este país. Estoy hablando, por ejemplo, de la Guerra Civil, un hecho trágico que está presente en la vida de nuestros antepasados en mayor o menor medida. Yo me inspiré en la vida de una de mis bisabuelas, que tuvo una vida muy tremenda y azarosa, pero que siempre mantuvo la dignidad y la mirada alta. Eso es muy propio de los personajes trágicos, siempre mantienen la vertical y una valentía ante todo lo que se les avecina.

Al final, los héroes, por muy griegos y clásicos que sean, son seres humanos.

-Claro, y por eso siguen resonando. Estas tragedias se siguen representando todos los veranos en los festivales porque nos hablan de personas como tú y como yo.

¿Y qué nos dice Edipo Rey a los ciudadanos del siglo XXI?

-Edipo es un ídolo que poco a poco va descubriendo que tiene los pies de barro. La obra habla de una búsqueda de la verdad que termina muy mal y hoy en día hay gente que nos ha iluminado el camino hacia la verdad y que ha acabado en la cárcel o refugiada en una embajada. Estos grandes héroes clásicos son reflejo de la humanidad.

¿Cómo definiría al Edipo que ha creado Juan Antonio Lumbreras?

-Yo he querido apegarlo a mi realidad para contar la verdad ante todo. Los héroes suelen caer en la soberbia, que es un pecado que solemos cometer todos en algún momento, yo también, y he usado ese sentimiento. Además, Edipo se da cuenta en un momento dado de lo frágil que es y de que no puede con todo y yo también lo he hecho. Poco a poco, conforme van pasando los años te percatas de que ni eres eterno ni estás siempre acertado. Esa toma de conciencia de la propia fabilidad me ha servido para construir el personaje.

Esta función es una de las tres con las que ha arrancado el Teatro de la Ciudad, ¿es la colaboración el camino para seguir haciendo teatro de calidad?

-Sí, y creo que también las circunstancias han ayudado a que las mentes se abran y se pongan manos a la obra. Ha sido una suerte que este proyecto haya caído en manos de estos tres por el empuje y el entusiasmo que le imprimen. Los tres juntos y cada uno por separado. Esta actitud es muy necesaria en los tiempos que corren, porque el panorama profesional está muy mal y hace falta gente así. Ellos generan en otros esa misma ilusión y volveremos a juntarnos, porque ha sido una experiencia enriquecedora en muchos sentidos.