Se cree que 2016 será el año en que la televisión americana, que es la madre de todas las televisiones, alcance el máximo número de títulos en series de televisión. Ya batió todos los récords en 2015, año en el que se hicieron 409 ficciones si se suman comedias, dramas y filmes. Una eclosión que se ha visto multiplicada por las nuevas maneras de ver la televisión por cable y también en internet. Hay quien piensa que este aumento espectacular no puede durar mucho. Primero porque la calidad de esos productos no puede mantenerse a estos niveles. Otros piensan que la calidad no tiene que ser un límite sino una aspiración de una serie de televisión. Calidad que se pide a las series pero que no está tan garantizada en otros formatos como los realitis y los programas del corazón, donde la calidad técnica de los plató supera con creces la de los contenidos. Una de las nuevas posibilidades que está ofreciendo la nueva televisión es el de crear ficción sobre la petición de los espectadores y no adivinándola como se hacía hasta ahora. El público puede crear personajes y prescindir de ellos de la misma manera en la que es el público en muchos casos quien sube el tono de algunos concursos y pide que se practique el morbo del edredoning y otros usos de los que se están imponiendo en televisión. Por aquí las cifras no están aumentando al nivel de la producción audiovisual norteamericana. Los nuevos canales como Movistar debería animar la producción audiovisual. Pero lo cierto es que el modelo de concurso más información deportiva más serie o filme americano es un marco muy estrecho para que crezca. El canal de series de Atresmedia es más una recopilación de los trabajos hechos que un escaparate para los nuevos realizadores. Y estaría bien que se apostara por aquí. Hay muchos jóvenes realizadores y guionistas que finalmente abandonan el oficio porque no tienen la oportunidad de competir contra esa industria que sí crece en América casi siempre a nuestra costa.
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