pamplona - Rulo (Raúl Gutiérrez) charló con DIARIO DE NOTICIAS el pasado lunes, justo después de arrancar la gira de su nuevo disco en Valencia y Barcelona con dos sold out. Cansado pero todavía de subidón, no escatimó explicaciones en una charla afable y amena. Como siempre.
No se me ocurre mejor manera de comenzar, pero, ¿cómo ha sido el reencuentro con el escenario y el feedback del público con el nuevo álbum?
-A estos conciertos van los más fieles de cada ciudad, pero es alucinante porque aunque solo han pasado tres semanas de la salida del disco se saben todas las canciones nuevas. En Barcelona lo dije hasta por el micro, “sois unos canallas, os sabéis las de hace tres semanas, las de hace 5 años y las de hace 15. Espectacular”. Y, además, es que las entradas en Barcelona valían 28 euros. Y en la Riviera, es que, sin salir el disco, ya se habían vendido todas las entradas 100 días antes de la salida del compacto.
Parece más que evidente que un temporada en barbecho es muy saludable.
-Yo no soy quien para recomendar nada, pero muchas veces las bandas no hacen parones por miedo a que el público se olvide de ellos, pero yo creo que es muy saludable, no solo a nivel personal, que a mí me ha venido muy bien para descansar, sino porque te da tiempo, y tiempo es igual a cariño. Si estás tocando a la vez que grabando, el feedback del público es continuo y te da mucha confianza. Pero cuando paras un año y medio, casi dos... Porque la gira iba a arrancar en mayo, pero como íbamos lentos con la grabación y yo quería componer más, le dije a Get In (su oficina de contratación) que cancelara los 30 bolos que teníamos cerrados.
Hay que tener un par de pelotas para hacer eso en los tiempos que corren...
-No, lo que hay que tener es un disco que te guste a ti mismo, porque eso es lo que te hace salir con toda la convicción del mundo. Solo hicimos un concierto, porque un colega mío, promotor en Cantabria, me pidió que no se lo quitará, y me gustó la idea de hacer solo uno. Pero lo que no quería es hacer 25 bolos en verano sin el disco nuevo. Además, aquel concierto me sirvió para ver que la gente no se había olvidado de mí, porque vinieron 8.000 personas desde un montón de sitios. Y así, ahora todo te sabe mejor. Por eso paré la gira pasada, por agotamiento, no porque no nos llamaran. Pero he vuelto, me he encontrado con los de antes, que incluso vienen con sus hijos, y con gente nueva, chavales de 20 años que no conocen mi etapa anterior. Así que tras los dos primeros me he levantado con una resaca emocional de la hostia.
Para este disco, aunque la frase ya sea manida, has salido de tu zona de confort, es decir, el estudio Sonido XXI, sito en Esparza de Galar, y el productor navarro Javi San Martín, y has trabajado con Carlos Raya, el tótem de los productores del rock estatal, que además participa en la música de un par de temas. ¿Por qué?
-Yo siempre he sido muy de Javi porque es amigo mío de toda la vida y lo seguirá siendo, además de que me ha enseñado muchísimo durante todos estos años. Casi la noticia ha sido que alguien ha grabado 12 discos con el mismo productor. Yo siempre he funcionado por corazonadas y siempre he pensado que tenía que ser Javi. Pero esta vez, se lo dije hace tiempo, que tenía la corazonada de que debía de ser Carlos. Y, de hecho, se lo dije a Javi antes que a Carlos por el cariño tan grande que nos tenemos. Y ahora estoy pensando que me encantaría grabar otro con Carlos pero también trabajar con otros productores, porque me he dado cuenta de que, no sé si tarde, cada productor tiene una talento innato y una sabiduría particular, y todas son diferentes. Así que con cuantos más productores trabaje, más aprenderé y podré ser un poquitín mejor músico. Javi me ha enseñado todo lo que sé respecto a hacer canciones y grabar discos, pero con Carlos, en este medio año de relación, hemos creado una relación tan intensa que ahora quedamos para ir a conciertos o a cenar, aunque luego acabemos hablando siempre de música. Y, por otra parte, no hay tantos productores de rock en este país; ojalá hubiera un abanico de 20 para poder trabajar con todos.
Las nuevas canciones no las has registrado por pistas sino en directo, a la vieja usanza.
-Quería grabar en vivo, es algo que tenía clarísimo. Dos guitarras, bajo y batería en directo, porque así son los discos que más me gustan a mí, y creo que además le da el punto de imperfección necesario. Es decir, tú pones el disco ahora y parece que lo está tocando una banda.
Has grabado en directo pero llegando a realizar hasta 30 tomas de una canción, ¿cómo se elige la buena... ?
-Eso es un coñazo, tío, lo digo abiertamente. Mira, 22 años después de escribir mi primera canción, ahora, cuando ya tengo publicadas cerca de 150, me sigue fascinando el papel en blanco, la guitarra y que surja una canción de las que te gusta. Eso todavía me parece alucinante, un misterio incluso. Y el otro proceso que me fascina un poco menos, pero casi al mismo nivel, es cuando las llevamos al estudio y las vestimos, las enredamos poniéndoles diferentes trajes hasta que encontramos el idóneo. Pero luego, el tercer proceso, el de grabarlo, tocándolo 30 o 40 veces, me parece un auténtico peñazo, tal vez porque yo me siento más compositor que músico. Pero sí es verdad que, cuando llevamos veintipico tomas, y todos queríamos ir a tomar un café o el aire, Carlos (Raya) siempre decía, con una inteligencia increíble y una psicología maravillosa: “Chicos, está increíble, pero, por favor, vamos a hacer una par de ellas más”. Y, casualmente, me decía Carlos que la ultima o la penúltima son las que se han quedado para el disco. Es llevar el talento de la peña al límite, y no he visto a una persona tan meticulosa en este sentido como Carlos; pero no para que esté todo perfecto, porque el disco tiene su pequeñas imperfecciones, que es lo que a mí me encanta. Ahora, con las pistas, puedes poner todo requeteafinado y en su sitio, pero es que el rock and roll no es afinamiento ni perfección.
“Solo disfruto cuando más me quemo”, dices en una de las canciones, frase aplicable a muchos aspectos, incluido el rock. ¿Necesitas quemarte para saber que eso que escribes en un servilleta es bueno como para llegar a ser canción?
-Sí, hay que quemarse. Tiene que haber una motivación extra dentro de ti para que salga algo. Las canciones buscadas no funcionan, tiene que ser que a la tripa le pase algo, pero no sé qué es... Bueno, tiene que ver con estar vivo con mayúsculas, y que te sucedan un millón de cosas, pero a quién no le suceden... Te pongo un ejemplo. Para este disco me he pegado dos años componiendo y había veces que en dos meses no me salía nada, y me sentía el hombre más frustrado del mundo. Sin embargo, estoy tocando en casa y de repente sale La reina del barrio; una canción que brota, que son las buenas. No sé quién decide que salga una canción, es visceral, pero salió La reina del barrio y se acercó María, mi pareja, llorando, y diciendo: “¡Qué cojones estás haciendo”. Pasa eso, que estés tocando durante horas y no salga nada o que de repente surja, y llames al colega con el que has quedado para decir que no puedes ir. Por eso hago los parones, porque, cuando estás de gira, siempre hay una furgoneta, una prueba de sonido, un avión o una entrevista... Pero cuando estás de parón, la cabeza está totalmente centrada en eso. Y sí, te tiene que quemar. ¿De la Reina del barrio qué me quemaba? Pues que mi abuela murió tres meses después o que la mamá de María con 60 años tiene un alzhéimer avanzado. Pero si yo me pongo a hacer una canción sobre el alzhéimer, error, porque lo premeditado no funciona, te salen tópicos. Y la gente te pregunta si no te quema algo que está sucediendo en ese momento, ¡pues claro que me quema!, pero si no me brota, pues ya brotará más adelante. Es muy visceral lo de componer, por eso me parece dificilísimo esa gente que compone a la carta. Pero es que yo no tengo ninguna prisa, dirijo el 99% de mi carrera. Yo le dije a mi oficina, a Warner y a mi banda que iba a parar mínimo un año y todos me dijeron que de puta madre. Tengo un equipo a mi alrededor que lo único que hace es apoyarme.
Mirando las canciones en su conjunto, ¿qué le ha sucedido o sucede a Rulo que está más romántico que nunca o al menos da un protagonismo al amor y al desamor mucho más importante que en otros discos?
-Sí, el anterior era más oscuro y este tiene más luz. Si tú cantas y compones lo que eres, los discos responden a los dos últimos años de tu vida, en los que en este caso ha habido más luz que sombra. Y eso, al final, se nota en las canciones. Pero yo de eso me doy cuenta después de hechos los temas. La gente se piensa que los discos son algo muy premeditado, y no es así, el que aporta la parte cerebral es el productor, tú haces canciones y desechas las que no te laten. Y luego te das cuenta de que te ha quedado un disco con más luz, dicen que con más amor que desamor, pero lo que hay es esa guerra de ni contigo ni sin ti.
Precisamente, aunque es un disco con mucha más luz, lo cierras con Días dorados, un tema de desamor paradigmático.
-Sí. El disco lo iba a cerrar La flor II, pero a medida que hacíamos Días dorados, que no iba a ser tan oscura... Carlos me ha enseñado mucho a que si la letra es oscura, la música también lo sea un poco; a que la letra y la música vayan de la mano. Días dorados es ahora de mis preferidas, a pesar de ser la anticanción o el antisingle, pero tiene una oscuridad y una fuerza que conformaban un epílogo cojonudo. Tu alambre tampoco es una oda al amor, no lo es ninguna, más bien es todo una dualidad entre te mataría, entre comillas, o me iría corriendo, y otras en las que me tatuaría tu nombre en la piel.
Para terminar, tocas en Pamplona en noviembre, el disco tiene una canción que se titula Noviembre, compuesta entre París y Zahara de los Atunes, ¿cuál es su historia?
-Es mi preferida. Ya no tengo 18 años y tengo que decir que mi preferida es la más cañera, no lo disimulo. Noviembre caerá seguro en Pamplona, pero no sé cómo, porque la tengo también sacada a piano y voz... porque he vuelto a recibir clases de piano, que me encanta y era una de mis tareas pendientes. La canción se iba a llamar Noviembre en París, porque le prometí a mi chica que mientras estuviéramos juntos, todos los noviembres le iba a llevar a París. Y estuvimos hace dos años justo un día antes de que sucediera el atentado de Bataclan. Así que cuando llegamos a casa, pusimos la tele y nos quedamos alucinados, porque justo el día anterior cenamos por esa zona. Al final le cambié el título porque no quería que se mezclaran los temas, ya que no tiene nada que ver con los atentados. Es una canción que habla un poco de las expectativas que puede tener alguien en ti cuando comienza una relación y todo se magnifica; se me da fatal analizar las canciones pero creo que es un especie de autoconfesión.