pamplona - El Teatro Gayarre de Pamplona vuelve a ampliar sus miras artísticas y hace un hueco al arte plástico. En esta ocasión se trata de una instalación creada por Alicia Otaegui y los usuarios del Centro de Día Monjardín-Las Hayas.

Según explica Otaegui, esta particular exposición “surgió hace casi cinco años cuando Pili Gogorza, la anterior directora del centro, vio la posibilidad de crear equipo con sus chicos y una artista para realizar proyectos que se salieran un poco de lo normal, ya que hasta ese momento trabajaban la cerámica o el papel. Tras ver una obra en el puente de las Oblatas realizada con botes de plásticos, me propuso hacer algo con estos chicos. Y así iniciamos una colaboración en 2012”.

Respecto al proceso creativo, Alicia Otaegui explica que “estas personas, sí, tienen una discapacidad intelectual severa, pero también tienen unas habilidades manuales muy acertadas para trabajar una serie de cosas, ya que desarrollan mucho la estimulación sensorial y les activan las manos. Unos tienen más destreza que otros, pero, a los que no tienen tanta fuerza, bien los monitores o yo les ayudamos a realizar las distintas tareas, de forma que todos, en mayor o menor medida, pueden participar, ya que si no pueden grapar, pueden hacer agujeros o pintar, por ejemplo. Son recursos sencillos que ellos pueden abordar; es tan fácil como que yo me meta un poco en su piel y en su limitación”.

Para este proyecto en concreto, y partiendo de la base de que Otaegui trabaja habitualmente con residuos para la creación de sus obras, “me puse como objetivo ver si era capaz de trabajar el libro viejo, algo que se desecha mucho últimamente. Y así fue, me metí en estudio, hice pruebas grapando y pintando hasta dar con un aspecto muy interesante en el libro unitario. Pero esa sería solo una de las piezas del puzzle que luego construiríamos en un espacio público. De esta manera, a través de un proyecto artístico doy visibilidad a un colectivo que está un poco desfavorecido pero que puede demostrar de esta manera que es capaz de hacer cosas muy interesantes. Así surgió también, ya que colaboro con el Gayarre, la idea de utilizar una de las paredes del recién pintado teatro; me aventuré, hice algunas pruebas, vi que queda bien y hemos llegado hasta aquí. La idea original es que fuera un elemento móvil, suspendido, que el espectador pudiera rodear; solo que ahora nos hemos tenido que adaptar al teatro. Pero seguimos con el objetivo de que sea una instalación de mayores dimensiones, puesto que todavía tenemos más de 100 libros, que coloquemos o instalemos en un edificio público o en los propios espacios del centro, buscando es visibilidad pública”.

Para crear esta instalación, los usuarios de Monjardín-Las Hayas han trabajado, juntos a sus monitores, a lo largo de seis meses. Los libros viejos han sido cedidos por Traperos de Emaús como elementos unitarios a los que se da volumen y color hasta convertirlos en un elemento decorativo conformando una “vistosa propuesta que representa la riqueza multicolor de sus miradas; así, la capacidad de la discapacidad quedará a la vista de todos los espectadores”, apunta Alicia Otaegui en el texto introductorio de la instalación.