Pamplona - La figura de Juan Huarte Beaumont era bien conocida en los distintos ámbitos de la cultura de dentro y fuera de Navarra. De ahí que la noticia de su muerte haya generado reacciones que coinciden en destacar su “generosa” e “incondicional” contribución a su desarrollo.

ana herrera La consejera de Cultura, Deporte y Juventud del Gobierno foral recordó que conoció a Huarte en febrero de 2006, con motivo del homenaje a la X Films celebrado en el marco del Festival Punto de Vista. “Pude entonces participar en el reconocimiento a la labor de uno de los principales mecenas del siglo XX, que realizó su mecenazgo de una manera impecable: con respeto absoluto a la libertad del artista”. En dicho homenaje, Ana Herrera profundizó en la aportación que el empresario realizó al cine español a través de las palabras de José Luis Garci, Antonio Giménez Rico o Jordi Grau, que subrayaron “la pasión, honestidad y generosidad de Juan Huarte”, en su “exquisito trato y el respeto absoluto a la libertad artística” y en “el respeto absoluto a la palabra dada”. Como la que le dio a José Antonio Sistiaga, que contó cómo le pagó un sueldo durante todo el tiempo que se dedicó a realizar la película pintada Ere Erera Baleibu Icik Subua Aruaren. Cuenta la consejera que Henri Langlois, director de la Cinemateca Francesa también asistió a ese acto y tras la revelación de Sistiaga afirmó “a ese señor habría que hacerle un monumento”. “La labor de Juan Huarte en la promoción del arte fue muy importante. Y su relevancia no estuvo solo en la cantidad, sino en la calidad de esa aportación: una aportación incondicional”, terminó la consejera.

gregorio díaz ereño El director de la Fundación Museo Jorge Oteiza consideró que Huarte es “una de las referencias claves para comprender la importancia de la configuración del arte contemporáneo tanto en Navarra como en el Estado”. “Su fino olfato supo discernir en la década de los 50 y 60 dónde se encontraba el verdadero arte revolucionario de nuestro país”. Y es que, primero fue adquiriendo obras de artistas “hoy totalmente irreemplazables” como Palazuelo, Antonio López, Tàpies, Chillida y, sobre todo, Oteiza. “Sentía que el arte tenía que formar parte de la vida cotidiana, de ahí que, de manera discreta, se convirtió en mecenas de artistas que sin su apoyo habría tenido mucho más difícil su presencia en el panorama nacional e internacional”. Además de sus múltiples facetas, Díaz Ereño destacó su labor en los Encuentros del 72, que supusieron “el paso adelante que nuestra comunidad para necesitaba para alcanzar la contemporaneidad en el ámbito de la cultura”. “Asumió el papel de impulsor discreto del arte en una comunidad que hasta entonces había estado anclada en el conservadurismo político”. Y ya en los 90 “volvió a convertirse en la energía propiciatoria para hacer realidad la última voluntad de Jorge Oteiza”, al que apoyó desde 1954, y cuyo museo pudo ver inaugurado en 2003. “Sin duda nos queda el legado emocional de este gran hombre, de este gran humanista que tanto amó a Navarra y consecuencia de ello uno de sus últimos gestos fue la donación al Museo Oteiza de una de las piezas más significativas del artista: Formas lentas cayéndose y levantándose en el laberinto”, agregó el experto.

mercedes jover Para la directora del Museo de Navarra, Huarte fue “un mecenas auténtico” al estilo clásico: una persona culta y con sensibilidad que de manera altruista favorecía que los artistas pudiesen desarrollar su trabajo con libertad y con los medios necesarios”. “Fue un profundo y convencido amante del arte de vanguardia cuando el arte contemporáneo era algo muy minoritario”, dinamizando todas sus manifestaciones como la música, el cine, la arquitectura... y logrando que “una pequeña ciudad de provincias” se convirtiera en el epicentro cultural de Europa durante unos días gracias a los Encuentros del 72. “Navarra tiene mucho que agradecer a su generosa labor en este campo”, agregó Jover.

JAIME GARCÍA DEL BARRIO Por su parte, el director general del Museo Universidad de Navarra conoció a Juan Huarte “de manera indirecta”, de la mano de sus hermanos, en particular de su hermana María Josefa, “y más tarde de su hija Charo”, elegida por la familia para representar a su tía en el Patronato del MUN. “En 2008, fecha en que la Universidad de Navarra recibió la donación de la Colección de arte de María Josefa, comenzó mi grata relación con los Huarte. Pero Juan ya estaba afectado por su enfermedad, hecho que nos impidió un mayor conocimiento y trato personal”, señaló García del Barrio, que calificó al mecenas de “generoso y desinteresado”, con una “mirada amplia” y una “mente abierta”. “Como él solía decir, lo interesante era ‘no preguntarse por qué apoyar una iniciativa, sino por qué no’. Y con estas razones hizo posible que muchos artistas produjeran obra nueva. Como Jorge Oteiza, a quien hemos dedicado una sala en el Museo Universidad de Navarra, donde se muestran algunas de sus esculturas y otros murales muy especiales, por ser obras que el artista produjo en la propia casa de la hermana de Juan”, añadió el director del MUN. - A.O.L.