PAMPLONA. El director del Museo Nacional del Prado y presidente del Building Museum Reputation Conference, Miguel Falomir, ha analizado este miércoles las "luces y sombras" del centro de arte, que este año se aproximará a los tres millones de visitantes.

Falomir, quien ha participado este miércoles en la primera jornada del Congreso Internacional de Reputación de Museos, ha hecho una aproximación al concepto de reputación, que "se remonta a tiempos antiguos, aunque su uso ha sufrido altos y bajos".

El director ha afirmado que El Prado ha sido "uno de los principales activos culturales del país" y ha sido alabado por personajes como el expresidente Manuel Azaña, quien afirmó que este Museo "es más importante que la monarquía o la república".

Sin embargo, también ha ahondado en las sombras en materia de reputación vividas por este centro de arte.

En este sentido, Falomir ha recordado que el Museo del Prado fue protagonista de una de las primeras "fake news", cuando se publicó una información que afirmaba que se había producido un incendio y se habían quemado todas las obras maestras que albergaba.

A su vez, ha querido recorrer los principales problemas de imagen pública del centro de arte, que fue calificado como "el museo enfermo de Europa" por el Herald Tribune o por The New York Times, que ahondó en "el estado lamentable en que se encontraba el Museo del Prado", que "quería asemejarse al Louvre" pero que, según apuntaban, "tenía solo tres conservadores".

Falomir ha recordado también algunos de los últimos escándalos, que señalaban a la corta duración de los directores del Museo, "una de las profesiones más arriesgadas", ha dicho, con directores que "apenas duraban cien días".

O el momento en que se decidió otorgar a un restaurador extranjero, John Brealey, el arreglo de Las Meninas, y que puso al museo en el centro de las críticas por no haberse elegido a un especialista del museo.

También ha repasado el camino recorrido por el centro, desde la creación del nuevo ordenamiento jurídico del Prado, que favorecía la contratación directa desde el Museo, algo posible "solo gracias al consenso". Asimismo, ha recordado la primera exposición abierta al público, que no se celebró hasta el año 1983, o la apertura los siete días de la semana.

Por último, ha recorrido las aplicaciones de las nuevas tecnologías al Museo, incluida la prohibición de tomar fotografías dentro del centro, una "medida criticada" por la que recibe "cartas casi cada día para recordar que estamos en el siglo XXI".

Sobre ello, ha afirmado que seguirá la iniciativa que tomó su predecesor y la prohibición se mantendrá.