Pamplona. El arquitecto argentino Nicolás Campodonico apuesta, en una entrevista concedida a Efe, por que las escuelas arquitectónicas ahonden en la sostenibilidad pasiva como respuesta a los retos climáticos y define el paso del tiempo como un elemento "inexorable pero maravilloso a la vez" que "puede reafirmar y mejorar" las construcciones.

Ligado a Pamplona a través de la Bienal de Arquitectura Lationamericana de la que hoy día es delegado por Argentina, Campodonico, galardonado con el Premio CICA a la Joven Arquitectura Argentina (2015), ha protagonizado esta semana una de las dos conferencias organizadas por el Colegio de Arquitectos Vasco Navarros (COAVN) en el marco de este encuentro.

P.- En esta tierra, Rafael Moneo es el arquitecto que más proyección internacional ha cosechado. ¿Ha sido para usted un referente?

R.- Ha sido un referente, sin duda. Es uno de los grandes arquitectos españoles, uno de los tantos fabulosos que ha tenido y tiene este país y pieza clave en la nueva ola de la época moderna de la arquitectura en España, que le dio un innegable aire de actualidad.

También me han servido de referentes los arquitectos españoles de la posguerra, como por ejemplo De la Sota. Representan, en mi opinión, la mejor arquitectura del siglo XX. Muy seria, muy elocuente, muy emocionante y todo ello con muy pocos recursos, una particularidad propia de su época.

P.- En una de sus ponencias en Rosario, comentaba sobre el concepto de belleza que, a veces, parece que causa pudor hablar de ella en la arquitectura. ¿Por qué?

R.- Quizás ese pudor tiene que ver con los tiempos de relativización absoluta que vivimos en todos los ámbitos de la vida. La belleza no se escapa a esa relativización, cuesta mucho reafirmar en uno mismo un concepto como la belleza, que pivota en torno al punto de vista de cada cuál. Por ello reside ahí ese pudor. Es importante saber que no se puede soslayar la idea de la belleza, porque enriquece la vida y nos permite llegar a otros niveles, también aplicado a la arquitectura.

P.- Así como socialmente es habitual la aproximación a disciplinas como la pintura o la literatura, ¿cree que no se da igual en la arquitectura? ¿Qué quizás se identifica con algo puramente técnico o mecánico?

R.- Precisamente la arquitectura como disciplina se basa en todo aquello que buscamos y encontramos para dar a una obra un valor agregado, más allá de la mera construcción. Que no aparezca o que los arquitectos no hayan sabido comunicarlo hace que, quizás, la arquitectura se haya alejado de las demás ramas del arte. Pero la arquitectura se compone de partes más técnicas y de otras eminentemente subjetivas.

También hay que tener en cuenta que en parte nos hemos desprendido del resto de las artes porque la construcción en su día se transformó en una necesidad básica del hombre. Creo que el desafío es mostrar ese valor agregado.

P.- En alguna ocasión ha comparado una obra de arquitectura con algo parecido a un poema. ¿Percibe un arquitecto esa poética en una realidad como el envejecimiento de sus proyectos y obras, en el paso del tiempo?

R.- El tiempo es un elemento más, es un material. Es curioso cómo en la sociedad occidental se valora el tiempo a través de las reliquias, de los edificios antiguos, pero, a la vez, se intenta borrarlo porque no hay nada más valioso que lo nuevo, que ser joven. Personalmente, creo que el paso del tiempo es una condición inexorable y maravillosa a la vez.

Para mí, en arquitectura, si uno sostiene lo que hace en valores auténticos, el paso del tiempo lo puede mejorar y lo puede reafirmar.

P.- El cambio climático o el calentamiento global se están convirtiendo en elementos que marcan la agenda en la economía y en el estilo de vida. ¿Es la sostenibilidad también un desafío para la arquitectura?

R.- Sí, porque los cambios son los mismos para la vida que para la construcción. Esa correlación con la sostenibilidad implica tener un conocimiento y una reflexión ajustada de aspectos como el entorno o el clima, porque a veces la creatividad mal entendida produce los peores edificios conocidos.

La arquitectura siempre ha sido sostenible, desde sus inicios, aunque es cierto que quizás en los últimos 50 años se han dejado de lado esos conocimientos básicos que la alumbraron.

Es clave que cada arquitecto sea consciente de dónde está trabajando, de qué condiciones climáticas se va a encontrar, porque a veces el clima se ve como un enemigo cuando es todo lo contrario. Y creo que debemos enfocarnos a la sostenibilidad pasiva, como parte de un sistema vivo proclive al concepto de cambio. Soy partidario de volver a enseñar en las escuelas esos conocimientos iniciales y básicos.