- Si no hubiera pandemia de coronavirus, estos días la escritora Anna Manso, autora de una cuarentena de libros de literatura infantil y juvenil, estaría en un coche, viajando de una biblioteca a una escuela y de allí a un instituto para presentar sus obras y para reivindicar el valor de la creación.

En una entrevista telefónica, confinada en su casa junto a sus hijos la víspera del Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, que se celebra hoy, argumenta, sin embargo, que la actual situación la pilla, a ella y al resto de autores en “temporada alta”, muy cerca de Sant Jordi, y habiendo “perdido” todas las actividades preparadas, lo que significa que no cobrarán. A pesar de ello, no quiere quedarse en este momento coyuntural y recuerda que ya en el año 2013 un grupo de escritores de literatura infantil y juvenil se unieron para crear Autores en Peligro de Extinción (APE) y que lanzaron un “grito de alerta sobre lo que supone la socialización del libro literario en el aula”. A su juicio, esta práctica legal, “y que no se puede impugnar, ha llevado a vaciar de libros las casas que no tenían hábito lector, y que, al menos, antes tenían los que leían los hijos en el colegio”. Esta socialización, además, comporta “que nos hayan bajado en picado los derechos de autor”.

En el año 2017, junto con otros autores de diferentes géneros, Manso participó en la creación de la asociación Escrivim, presidida por Maite Carranza, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2011, y en la que también se encuentran otras figuras como Jordi Sierra i Fabra, Care Santos, Elisenda Roca, Gemma Lienas, David Cirici o el también científico Salvador Macip. Entre sus objetivos está el de defender a los “escritores profesionales como trabajadores de la cultura y equipararlos a otros colectivos laborales amparados por las instituciones, los sindicatos y la legalidad”, así como “acabar con la precariedad y la arbitrariedad de un sector desregularizado”.

Anna Manso lamenta que estamos en un momento en el que “se cree que la cultura debe ser gratis, aunque nos da lo mismo que el móvil, la tableta o el ordenador sean cada día más caros. Aquí, nadie discute la necesidad de comprar un móvil, pero sí un libro, cuando es algo mucho más barato”, remarca. Y ahonda en que “al final lo que ocurrirá es que no habrá o habrá muy pocos lectores adultos y esto acabará pasando factura a toda la cadena del libro, no solo a los de infantil y juvenil, también al de ficción, no ficción o ensayo”. “Si vamos fomentando -advierte- que el libro no tiene encanto y es un gasto, ¿quién será el guapo que después irá a una librería a comprar? Todo es una ola, es aquello del efecto mariposa”, apostilla Manso.

Por otra parte, no esconde cierta envidia hacia países como Inglaterra, donde en la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Londres “mostraron al mundo todo su imaginario infantil, algo muy bueno, porque eso abona el talento y que la gente quiera escribir para los más pequeños”. En cambio, “en este país, ¿quién quiere apuntarse a una literatura que es menospreciada, silenciada y dejada de lado?”, y se contesta ella misma que “mientras no hagamos que sea deseable y que tenga incluso cierto glamour, tendremos pocos autores y no habrá relevo. Volveremos hacia atrás más de cuarenta años”, pronostica.

“A los escritores todo esto nos ha pillado en temporada alta, cerca de Sant Jordi”

Escritora