ntre paraguas y mascarillas. Así finalizó ayer la IV Feria de la Edición, Libro y Disco de Navarra, que se ha desarrollado entre el 25 de septiembre y el 4 de octubre en la Plaza del Castillo. Una edición especial que, pese al mal tiempo y a las estrictas medidas de seguridad, se cerró con cerca de 20.000 visitantes y con un balance “muy positivo” por parte de libreros y editores. Después de un verano aciago, en el que tanto el Día del Libro como la Feria del Libro fueron suspendidas, el primer objetivo del sector era claro: salir a las calles. Y lo han hecho unidos en una feria en la que se expusieron por primera vez de manera conjunta la Asociación de editores (Editargi), la Asociación de Libreros y la Asociación del Libro Antiguo. Un evento completo con 28 expositores y más de 40 actividades que atrajo a los lectores de la capital Navarra.

Pese a la lluvia -que cayó en nueve de los diez días-, el público respondió y fueron más de 20.000 los curiosos que se acercaron, siendo los dos sábados los días con mayor afluencia. Para garantizar la seguridad, el control fue total: un recorrido marcado por el interior de la Feria, gel hidroalcohólico en la entrada y en la salida y un aforo limitado a 200 personas.

El resultado de esta atípica Feria fue satisfactorio para libreros y editores. Aritz Otazu, presidente de la asociación de editores (Editargi), hace un balance muy positivo de la Feria. “Teniendo en cuenta que ha llovido todos los días menos uno y que hemos tenido que seguir unas medidas sanitarias muy estrictas, el resultado ha sido muy satisfactorio. Ha venido más gente de la que esperábamos. El objetivo era mostrar el músculo editorial que tenemos en Navarra y sacar la cultura a la calle y lo hemos conseguido. Tenemos un producto de calidad y las personas y autoridades que nos han visitado lo han disfrutado”, reconoce Otazu.

Un resumen similar realiza Raquel Anocibar, presidenta de la Asociación de libreros de Navarra Diego de Haro. “Para las expectativas que teníamos y el tiempo que ha hecho, el balance es bueno. Había muchas medidas de control y no sabíamos cómo iba a funcionar. La verdad es que estamos contentos por cómo ha ido todo y el público ha respondido. Tras el confinamiento, hemos notado que la gente se ha concienciado y está consumiendo más en el comercio local. A ver si la cosa sigue por ahí y se compra menos en las grandes plataformas.”, señala.

La tercera Asociación presente en esta edición era la del Libro Antiguo, cuya Feria se realiza normalmente en el mes de octubre. “Este año, hemos dejado que los demás se unan a nuestro día”, bromea Kike Abarzuza, su presidente, que también ha terminado esta Feria con buenas sensaciones. “Para los tiempos que corren, creo que ha ido bastante bien. Con el frío y la lluvia de los primeros días y con todos los impedimentos, ha habido bastantes asistentes. En Pamplona, cuando sacamos los libros a la calle, la gente siempre responde”, destaca.

Una sensación compartida por muchos libreros fue la de haber atraído a diferentes tipos de asistentes en esta Feria: lectores habituales, pero también familias y mucha gente joven. Peio Olza y Marie, su mujer, son un claro ejemplo de aquellos amantes de la lectura que aterrizan en la Feria con la intención de encontrar alguna obra particular. “Sabíamos que estaba la Feria del Libro en la Plaza del Castillo y hemos venido a ver lo que hay. A mi mujer, que es francesa, le gusta leer novelas de autores de su país y queríamos ver si encontramos alguno curioso”, explica Peio.

Por su parte, Luis Aldaz decidió acudir a la Feria junto a su mujer y a sus dos hijas pequeñas, Alba y Saioa. “Nos apetecía dar una vuelta y hemos venido a la Feria del Libro porque las dos crías, que tienen 6 y 8 años, están ahora empezando a leer. Les hemos dejado escoger un libro a cada una, pero estamos en el primer puesto y ya se quieren llevar varios”, bromea.

La mayoría de los libreros coinciden al señalar un importante número de población juvenil entre los asistentes. Uno de ellos, Abel Huete, se encontraba haciendo turismo por Pamplona y no quiso perderse la oportunidad de disfrutar de la Feria. “Somos de Barcelona, pero queríamos aprovechar que estamos aquí para acudir a la presentación de un libro sobre la insumisión. Además, nos está gustando que haya una propuesta bastante crítica, original e interesante en todos los puestos”.

Raquel Anocibar, presidenta de la Asociación de Libreros y administradora de la editorial Chundarata, destaca el éxito de El infinito en un junco, de Irene Vallejo, que estuvo presentando el libro durante la Feria. Además, destaca Pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz y Con calma, un libro infantil con 50 historias sobre la naturaleza que se llegó a agotar.

En la librería Elkar, Aitziber González, destaca el libro Tratado de Hortografía, de Patxi Irurzun, como uno de los más vendidos. Jon Soldevila, encargado de Katakrak, apunta al gran triunfo de las dos novedades relacionados con los orígenes de Osasuna: Rojos, de Mikel Huarte y Ramón Bengaray, Osasuna y República, de Esther Aldave. Además, señala a Un pirata contra el capital, de Steven Berlin Johnson, como la gran sorpresa de la edición. En cambio, Manu Barceló, de la librería Ménades, destaca Exhalación, de Ted Chiang, unos relatos de ciencia ficción, como un superventas totalmente inesperado.

Leer puede convertirse en un gran remedio en tiempos de coronavirus. Los libreros ya notaron un aumento de las ventas a la salida del confinamiento y esperan mantener esta tendencia en los próximos meses. Aritz Otazu, presidente de Editargi, señala que se está notando una mejora después de los duros meses de abril y mayo porque la gente está más comprometida y hay nuevos mercados que están aflorando. “Creo que nos espera un futuro maravilloso porque, si nos confinan, tendremos que hacer algo. Leer es una opción magnífica, así que soy positivo y creo que nos aguarda un buen porvenir”.

Por su parte, la presidenta de la Asociación de Libreros, Raquel Anocibar, reiteró la buena marcha del sector tras el coronavirus y espera seguir con este ritmo de ventas. “Ahora entramos en la campaña navideña y deseamos que sea positiva. Pero, como en todos los negocios, la incertidumbre es grande porque no sabemos qué va a pasar ni cómo responderá la gente. Esperemos que vaya bien y que tengamos el apoyo de las instituciones y del público para poder salir adelante”, explica.

Por último, Kike Abarzuza, presidente de la Asociación del Libro Antiguo, bromea diciendo que la covid le ha afectado poco al libro antiguo, porque es el más desinfectado que hay en el mundo. De cara al futuro, manda un mensaje optimista para el sector. “Lo que está claro es que la lectura es un gran remedio para tantas horas de confinamiento si nos encierran. Al principio, puedes estar viendo series o películas, pero llega un momento en que te aburres. Y la lectura es otro tipo de ocio que te ayuda a pensar un poco y a cultivarte”, concluye.