Pablo Ochoa de Olza (Pamplona, 1968) ama el arte urbano, su medio de expresión desde que empezó “pintarrajeando paredes”, allá por 1985.

Desde entonces, mantiene vivo ese vínculo con el grafiti, con sus materiales y técnicas. Se palpa en su obra más reciente, visitable en la Galería ArteA 2 de Zizur Mayor. Los paisajes urbanos del artista navarro rezuman olor a spray, aunque estén pintados sobre lienzos y láminas con tintas y pinturas. En esta exposición, Pablo Ochoa de Olza pone las ciudades en el centro, con sus luces y sombras. Con todas sus problemáticas: la pobreza, la corrupción, la violencia, la contaminación, la soledad más dura, la que se siente rodeado de una multitud que va y viene a un ritmo acelerado, sin apenas detenerse.

El artista sí detiene su mirada, y la alza, a los tejados, al cielo, a las nubes. “Será que tengo la cabeza en no sé dónde...”, dice entre risas. Pamplona, Madrid, Barcelona, Nueva York y el municipio mexicano de Ecatepec son protagonistas de estas estampas urbanas, que reflejan con frescura y a través de “un prisma más amable, menos agresivo”, la dureza y el conflicto social en las grandes ciudades. Por ejemplo, el que se vivía a comienzos de los 90 en la calle 42 de Nueva York, que protagoniza las cinco obras de la serie Papaya rosa, en las que “el personaje central es una chica joven que está en esa calle que conozco porque viví en ella, y en aquellos tiempos no era una buena calle, era una zona bastante conflictiva”, cuenta Ochoa de Olza. En esa línea van otras dos obras centradas en Ecatepec, “el municipio mexicano con mayor número de feminicidios, un lugar muy peculiar, donde hace tres años un colectivo artístico, Germen Nuevo, promovió la creación, en una colina, de un mural de 20.000 metros cuadrados, una burrada; y ese mural pintado consiguió reducir de una manera espectacular la criminalidad en ese lugar, porque aunó al vecindario en su organización. Un sitio con todos los problemas de corrupción, narcotráfico, crimen y violencia, mejoró enormemente a raíz de esta acción artística”, destaca el artista urbano, que ha pintado esa colina en dos obras, una en blanco y negro y otra en colores.

Hasta el 17 de abril puede disfrutarse esta obra, creada en este año de pandemia que para Pablo Ochoa de Olza, Premio Nacional de Grafiti BMG Ariola en 1990, ha sido “muy fructífero” en lo que a creatividad se refiere. Tras esta exposición en Zizur Mayor, el artista pamplonés llevará su obra a Bilbao, donde tiene programadas dos muestras seguidas, en las salas Saski Naski y Espacio 600.