a cámara es un idioma que te hace conectar con las personas”. La trayectoria de Carmen Ballvé se puede traducir con esta reflexión que realizó ayer en el Museo San Telmo de Donostia. Durante más de tres décadas, la fotógrafa ha recorrido algunos de los lugares más desfavorecidos del planeta captando retratos y miradas “sin prejuicios y sin filtros” con las que mostrar “la dignidad dentro de la humildad”. Ahora, una exposición en el museo donostiarra recoge 71 de sus imágenes, la mayoría inéditas, de países como República Dominicana, Tanzania, Etiopía, Perú y Mongolia.

La vida, tanto profesional como personal, de Carmen Ballvé dio un vuelco cuando, en la década de los 80, visitó una barriada gitana en la periferia de Madrid. Hasta ese momento se había centrado en trabajos de retratista, siempre en estudio, pero esa experiencia le animó a seguir esa chispa que ya se estaba gestando en su interior y decidió dar el salto a la fotografía documental.

Así es como arrancó un nuevo camino que, tras vivir durante dos décadas en la República Dominicana, conocer la iniciativa The Dean Project y viajar a lo largo y ancho de tres continentes, toma un punto y aparte gracias a la muestra La mirada cercana, comisariada por su amiga María Millán, y que se podrá visitar hasta el próximo 16 de mayo.

“Son imágenes que producen un nudo en la garganta por su belleza. Parece un mundo que ya no existe, pero que es de los últimos 20 años. Incluso su forma de trabajar se ha adaptado a ello y no parece de la misma época”, contó Millán, quien seleccionó personalmente las 71 ilustraciones que forman parte de la exposición.

En ella se hallan algunas de esas imágenes de la barriada gitana que cambió la vida de Ballvé, compartiendo espacio con retratos capturados en República Dominicana, Tanzania, Etiopía, Mongolia y Perú. “Una sala llena de miradas” en blanco y negro, sin ser invasivas, atentas al momento y a la situación del tiempo y del lugar.

Gran peso de la muestra recae en su extenso trabajo en el país caribeño. “Un proyecto personal” prolongado en el tiempo -algo poco habitual- centrado en los Batey, comunidades repartidas entre los campos de caña de la República Dominicana en las que viven y trabajan principalmente inmigrantes haitianos que se comunican en lengua criolla. “Carmen (Ballvé) es capaz de conectar con ellos a través de las fotografías. Es un trabajo que nada tiene que ver con los tiempos de Instagram y que muestra un gran respeto que le permite aunarse con ellos”, explicó la comisaria, que tuvo que bucear entre 10.000 imágenes realizadas en esta isla.

Otro de los grandes proyectos de la trayectoria de Ballvé es el de Tanzania, donde fue capaz de documentar la vida de la tribu wagogo en Nzali y que se tradujo en el libro Acaba cuando llego, premiado por el Ministerio de Cultura español y, tal y como explicó la directora del museo, Susana Soto, una de las principales razones por las que decidieron apostar por la exposición.

Pero en La mirada cercana hay mucho más, como los diferentes países que ha podido visitar junto a la iniciativa The Denan Project, que trata de crear comunidades autosuficientes en lugares desfavorecidos. Gracias a esta colaboración, Ballvé ha podido colar su cámara dentro de chabolas de Etiopía, entre pastores de Mongolia y en las altitudes de Perú.

A cambio de estas experiencias, la artista cede gratuitamente las imágenes al proyecto, permitiendo que puedan subastarlas e impulsar así futuras iniciativas.

A pesar de que la mayor parte de su trabajo sea de las últimas décadas, la mirada de Ballvé parece salida de otro tiempo. Siempre en blanco y negro y siempre en analógico. “La no inmediatez es un proceso reflexivo que me encanta. Con un carrete te piensas cada imagen, que, en esencia, es la belleza de la fotografía”, apuntó.

“Me la imagino entrando en estos lugares, en silencio, comunicándose únicamente con la mirada. Ellos se dejan ver y ella, sin prejuicios y sin filtros, muestra la realidad”, añadió Millán.

Por ello, entre las 71 ilustraciones que forman parte de la muestra no hay paisajes ni edificios. Solo retratos, siempre en blanco y negro, que forman parte de un mismo planeta y de un mismo prisma: Carmen Ballvé.

“La no inmediatez es un proceso reflexivo que me encanta. Con un carrete te piensas cada imagen”

Fotógrafa