- La obra de Antoni Tàpies visita desde ayer el museo Chillida-Leku de Hernani, donde reposa el genial escultor vasco, en una exposición que supone el reencuentro de dos grandes amigos cuyos universos paralelos vuelven a converger ahora en un diálogo artístico.

Esta muestra temporal, que podrá visitarse hasta el 10 de enero de 2022, supone un “hito” para el museo, que inaugura así una nueva línea expositiva con un programa de artistas invitados. La directora de Chillida-Leku, Mireia Massagué, presentó ayer la exposición en una rueda de prensa en la que intervino también Luis Chillida, hijo del escultor y portavoz de la Sucesión de Eduardo Chillida.

La muestra se despliega en todo el piso superior del caserío Zabalaga, que acoge un total de 17 piezas del creador catalán de pequeño y gran formato, fundamentalmente esculturas, fechadas entre los años 1980 y 1990, aunque también murales y tres libros de artista. De esta forma, las obras de Tàpies entablan un diálogo con el propio caserío, espacio que fue restaurado por el artista donostiarra como si de una obra de arte se tratara, ha rememorado su hijo.

“No podía ser otro el primero”, aseguró en referencia a Tápies la directora de Chillida-Leku, quien subrayó el extraordinario paralelismo existente entre las trayectorias vitales de estas dos grandes figuras del arte del siglo XX, que fueron amigos coetáneos, nacidos con apenas un mes de diferencia.

Luis Chillida aseguró que concibe la muestra como “una invitación a casa” que el escultor hace a su amigo Tàpies al que le unían “muchas coincidencias” en “dos mundos diferentes”.

Las biografías de Antoni Tàpies (1923-2012) y Eduardo Chillida (1924-2002) presentan itinerarios paralelos que convergen en momentos históricos y creativos como en reconocimientos públicos, entregas de premios y en la galería Maeght de París.

Precisamente, el material con el que están realizadas parte de las esculturas expuestas es tierra chamota, nexo de unión entre ambos artistas ya que fue Chillida el que invitó a Tàpies a trabajar con esta sustancia granular que ambos tornaron en arte.

Una zapatilla de grandes dimensiones y un escritorio tratado con esta materia, así como una composición que emula nichos fúnebres pueden verse en este rincón en el que se exhiben las dedicatorias personales que los dos artistas se intercambiaron.

Su relación se consolida también en el plano teórico en su trato con la materia y en su pasión por la filosofía y la poesía como recogen los tres libros de artista, que se exhiben en Zabalaga y que Tàpies dedicó a los versos de Rafael Alberti, Jaques Dupin y Joan Brossa. La selección de obras, algunas de las cuales pueden verse por primera vez fuera de la Fundación Antoni Tápies, evidencia la huella que los dos artistas impregnaron en la evolución del arte moderno.