Inspirada en el universo lorquiano, esta obra de teatro ofrece una nueva visión del poeta. Sobre el escenario, tres personajes -Javier Viana, Nerea Cordero y Javier Galiana- reflejan su poliédrica naturaleza y libertad creadora.

Con lo que se ha llevado a escena a Lorca, ¿qué le motivó a crear ‘Espejo, Capricho escénico’?

-Llevo muchos años revoloteando por la vida y obra de Federico García Lorca, algo obvio teniendo en cuenta que cuando llevas 30 años en este oficio como yo te encuentras con Lorca una infinidad de veces inevitablemente. Y, después de haberme leído toda su obra dramatúrgica, poética, etcétera, tenía la sensación de que las propuestas escénicas que veía sobre Lorca estaban impregnadas de una tragedia que realmente no hacía justicia al vitalismo, a la luz y a la luminosidad que destila la obra poética y la forma de estar en el mundo de Federico. Esa fue la motivación principal para hacer este Espejo, Capricho escénico, hacer un viaje vitalista de su vida y obra desde un punto de vista más positivo. Tanto es así que terminamos la obra estando Lorca en Cuba; es decir, su muerte ni la mencionamos.

Ha dicho alguna vez que la obra muestra la parte más luminosa y musical de Lorca. ¿Nos descubre algo que no se había visto hasta el momento?

-De Lorca es complicado decir que se ha rescatado algo que no ose haya hecho ya (risas). Digamos que me he tomado una serie de licencias, con todo el respeto pero también con la libertad creadora que me concede sentirme amigo de Lorca, porque he pasado tantos años trabajando sobre sus obras que ya le siento como a un amigo. Por ejemplo, hay un texto inconcluso que él escribió en el año 23, que es Diálogo con Luis Buñuel. En él, Lorca planteaba que estaban él mismo, Buñuel y una tercera persona que se cree que es Augusto Centeno. Yo he cambiado a este último por Salvador Dalí para ver así cómo se conocieron estos tres ilustres artistas, sus investigaciones y las interrelaciones entre ellos, porque tuvieron sus cositas. De hecho, esta relación eclosiona en un desencuentro que provoca, entre otras cosas, que Lorca se vaya a Nueva York. También hablamos sobre la niñez de Federico, cuando descubre el teatro y, especialmente, a los títeres de cachiporra y queda completamente alucinado... De hecho, la gran aportación de Lorca a este mundo de los títeres es la incorporación de personajes de carne y hueso con el espíritu de los títeres de cachiporra. Fue totalmente vanguardista. En cuanto a la música, está muy presente en nuestra propuesta porque es un hilo conductor que siempre ha estado presente en la vida de Lorca. De hecho, Lorca tenía pensado seguir con su carrera de piano hasta que la literatura le atravesó de manera contundente. Esto no quita que él siguiese tocando el piano y fuera el alma de muchas fiestas, o se preocupase por buscar nuestras raíces, ese folclore que ahora está en el inconsciente colectivo.

Se puede decir que esta propuesta nos permite celebrar la vida de Lorca y no llorar su trágica muerte, que, como ha dicho, ni siquiera aparece.

-Absolutamente. Estamos celebrando la vida y todo el vitalismo que hay detrás del legado que nos dejó Lorca. Yo lo siento más vivo que muerto. Obviamente, que lo asesinaran fue una tragedia absoluta, pero de eso se ha hablado ya tanto y se sigue hablando que también es bonito que haya obras que muestren solamente las luces.

Sobre el escenario, tres voces que dan vida a las distintas facetas de Lorca. ¿Cómo se configura el espectáculo?

-Nerea Cordero nos conecta con el universo femenino de Lorca, con toda esa vinculación con su madre, Vicenta, que fue una mujer maravillosa. Pero también con sus tías o con las nanas sobre las que tanto investigó Lorca. Después, Javier Galiana nos muestra a ese Lorca músico, investigador de la tradición y del folclore, con esa escucha abierta y esa sensibilidad que tanto le caracterizó. Y, por último, está el Lorca más conectado a la tierra, que es el que interpreto yo, con todo mi respeto, mi cariño y la libertad que me concedo. Y lo hacemos así porque Lorca es inmenso y muy poliédrico. Entre los tres nos repartimos algunas de sus facetas, pero aún cabrían en el escenario unas cuantas personas más.

Lo cierto es que la obra, cuando se estrenó en 2018, tuvo una acogida excelente. Ganó incluso un Premio Lorca a la Mejor Composición Musical y fue candidata a los Premios Max.

-Así es. Lo cierto es que la propuesta ha gustado mucho porque, quizás, es una visión de Lorca menos conocida. Para los que nos hemos bebido toda su obra sí, pero no entre el gran público. A mí me gusta mucho que, cuando llevamos la obra a algún escenario, siempre se acerca el público a decir que había visto cosas que jamás hubiese imaginado. Es bonito que se abran los portones de todo ese legado, porque ha habido una cierta saturación de una parte de su obra y está bien abrir un poco y que corra el aire.

¿Qué espera de la actuación este sábado en el Festival de Teatro de Olite?

-Creo que ir a Olite es dar un salto muy necesario. Sobre todo después de todos estos meses en los que hemos estado encerrados en nuestras comunidades. Para nosotros es muy importante mostrar la pieza más allá de Andalucía y esperamos que Olite sea una puerta para poder llevar la obra a diferentes partes del norte de España o incluso de Francia- Además, tengo varios amigos por esa zona y sé que estaremos de primera.