- ¿Quién fue Raimunda Amandarain?

-Una cabaretera que, por no sé circunstancia, se convirtió en amante de un tipo de Madrid, Adolfo Guerrero, que apareció por Bilbao y quería ser espía de los alemanes. Era el sitio al que más barcos británicos llegaban y querían que los submarinos pudieran hundirlos los barcos en el Cantábrico en el camino hacia Inglaterra. Se encontró con Raimunda y la captó porque pensaba que era más acorde para pasar desapercibido. Les trincaron inmediatamente y los condenaron a muerte, pero el rey Alfonso XIII hizo las gestiones oportunas y les conmutaron la pena. Hasta ahí es la verdad, la pura realidad.

¿Cómo llegó hasta ella?

-Hice un artículo sobre la desaparición de un cabaret en Bilbao que era La Palanca, y me pareció un personaje entrañable. Se me ocurrió contar la historia de cómo había sido para los vascos, en concreto, y los españoles en general, la Gran Guerra (1914-1918). Así uso el personaje de Raimunda, dignificándolo. El Bilbao de aquella época era el que empezaba a resurgir económicamente, el de la revolución industrial, de las mimas de hierro, de la gran siderurgia, del obrerismo, del movimiento socialista y cuando aparece el nacionalismo... Bilbao, que había sido siempre liberal contra los carlistas, acaba de terminar casi la Tercera Guerra Carlista, empieza a crear su nueva identidad. El Casco Viejo se empieza a abrir y a recoger los pueblos de alrededor, Begoña, Abando, Deusto y se expande. De hecho hasta mediados del siglo XX, la gente de estos barrios cuando iba al Casco Viejo decía 'me voy a Bilbao'. En ese Bilbao las mujeres o se dedican a lavar mineral, con lo que eso supone, o se dedica a ser prostituta. Donde vive Raimunda es un lugar, la calle San Francisco, que luego estuvo la famosa Palanca. También en esa calle vive Ramona Arregui, madre del doctor Areilza, que era carlista y muy religiosa y fue espía de los carlistas que tuvieron cercado Bilbao años antes.

¿El tráfico marítimo que había en Bilbao era tan importante como para que pudiera haber una espía?

-Ella vive en ese barrio y no excesivamente mal, dentro de la pobreza. Yo la sitúo como hija de un antiguo seminarista navarro de la parte de la montaña que había aprendido a tocar el piano y el órgano y en Alemania conoce a una irlandesa, Patricia Sullivan. Aparecen en Bilbao para irse a América pero nunca se irán. El padre de Raimunda es pianista por la mañana, en una de las iglesias de Bilbao, y por la noche en una casa de citas, y eso era muy típico en Bilbao. Los maestros de la Sinfónica de Bilbao hasta hace nada tocaban en su concierto y a la noche se iban a la Palanca para las vedettes. Raimunda tiene como amigo a un aprendiz de periodista en El Liberal, con Indalecio Prieto, y se conocen en una gran huelga que hubo en Bilbao. A El Liberal, que se posicionó a favor de Francia e Inglaterra, se le ocurre contar las vicisitudes de la guerra narradas por los marineros que llegan a Bilbao y para eso necesitan a Raimunda porque habla inglés, aunque era mujer y debe firmar con pseudónimo. Fue una guerra atroz en que se bombardea por primera vez a la población civil, a las ciudades, se empieza a usar e gas mostaza... Ella comienza también a cantar en un cabaret para conseguir dinero y el llaman La Sultana porque sale con una máscara, ya que no quería que le reconocieran.

¿Es en ese contexto donde en su novela conoce a Adolfo Guerrero?

-Eso es. Ve que se maneja por los muelles y que se relaciona con los marineros y le chantajea para hacerse espía con él.

¿Todos los seudónimos de los que habla sobre Raimunda existieron?

-Aurori de Bilbao y La Sultana si, Ray Sullivan lo he inventado para la novela. Cuando llega a Irlanda, después de todo lo sucedido, como su nombre, Raimunda Amandarain, sería imposible decirlo en inglés, se lo cambia y lo reduce a Ray y se añade el apellido de su madre, Sullivan. Aurori de Bilbao y La Sultana los usaba ella para trabajar, según le conviniera en cada actuación. Es una novela de intriga en la que intento contar una historia de la época. Tenía muy pocos datos de ella, que viaja a Londres con su amante para hacerse espía, les pillan, les condenan a muerte y las gestiones de la diplomacia española les salva de la muerte, eso era todo.

Su conocimiento de Bilbao y de su historia han sido fundamentales para tejer su vida novelada

-Claro. Hay una parte que es una historia periodística la historia de El Liberal. Me interesaba hablar del periódico, de Indalecio Prieto y de su pelea con Facundo Perezagua, que era más radical. Prieto era más dúctil en el tema social y en el nacionalismo y Perezagua era más radical en el aspecto social, acabó creando el Partido Comunista. Quería contar la historia de Bilbao en una época en que comienza la Primera Guerra Mundial y cómo es capaz de hacer millonarios a muchos a base de contrabando incluso con alubias llenas de gorgojos. Lo más importante es todo lo que rodea a la espía, no tanto su vida, y en especial el inframundo de prostitución de las casas de citas donde se podían encontrar carlistas, liberales, monárquicos o republicanos. Las casas de citas se ponían casi siempre en el primer piso para que el cliente no llegara cansado por las escaleras. También reproduzco las letras de las canciones de los cabarets, para lo que me ayudó un libro de Vázquez Montalbán e introduzco la historia de la independencia de Irlanda con la sublevación del Día de Pascua, con la llegada de Raimunda al país de su madre, donde acaba muriendo de la mal llamada gripe española.

En ese recorrido histórico también introduce la figura de Churchill

-Churchill hizo muchas burradas en su vida. Hablo del hundimiento del Lusitania, un trasatlántico que venía de Estados Unidos a Inglaterra y un submarino alemán lo hundió. Churchill, para evitar la prohibición de los alemanes de llevar material de guerra, metió armas con pasajeros en el trasatlántico y el torpedo dio justo en esa carga. No ha sido nunca un ángel. Churchill estuvo en la guerra de los boers, haciendo salvajadas en Sudáfrica, entró en Afganistán con tropas desde la India para arrasarlo para hacerse con las amapolas y controlar con el opio a los chinos, estuvo de observador en la guerra hispanocubana, hizo masacres en Bengala...

En su ingente trabajo como periodista y guionista de TV, ¿con qué se queda, escribir sobre realidad o crear personajes?

-Me dicen que meto mucha información, pero es que si no me aburro, y creo que el lector también con descripciones excesivamente recargadas. La gente ya no está para esas cosas. Yo creo que la gente agradece que les cuentes la historia de su ciudad. Por ejemplo que hayan descubierto por qué a los soldados les llaman zortzis, y es porque el batallón de Garellano que siempre ha estado en Bilbao es el regimiento número 8.

De aquel Bilbao de principios del siglo XX, ¿qué queda en la forma de ser de los bilbaínos?

-Durante mucho tiempo fue la zona más rica de España. La gente cobraba un sueldo de muchos empleos y tenía la seguridad de que iba a cobrar al día siguiente. De ahí sale el bilbaíno, muy echado para adelante, muy fanfarrón, queriendo pagarlo todo y eso se mantuvo durante mucho tiempo, aunque se ha apaciguado algo.

El Bilbao del siglo XX era un Bilbao oscuro

-Si, ahora es más limpio pero es que justo encima de Bilbao había una fundición. Las sábanas colgadas se quedaban negras, las calefacciones eran de carbón... era un Bilbao muy sucio y muy feo.

Y ya que habla de la historia de 'El Liberal' y del periodismo, ¿cómo ha cambiado el periodismo?

-Ha cambiado a que es un periodismo muy apegado al conservadurismo, al poder. 'El Liberal' era el periódico, tanto en Madrid como en Bilbao, de republicanos, contrarios a muchas cosas y decía cosas importantes. Tenían a un tal Indalecio Prieto en su redacción. Ahora es un periodismo muy pegado al poder económico. El periodismo político está muy cerca de los gobiernos y también es un periodismo de comunicados. Antes iban a los bares y se decían que eran borrachos porque tenían que buscar sus fuentes. Ahora se llega a las 8 y te dicen a las 9.30 hay rueda de prensa, a las 11 un comunicado... Está institucionalizado.

Con el periodismo que ha vivido en Bilbao, ¿cómo ha cambiado Euskadi desde el fin de ETA? Estuvo a punto de hacer un documental del fin de ETA que no sé si lo acabó.

-Se hizo, pero hubo quien consideró que no era prudente emitirlo. Había cosas muy interesantes como alguna entrevista sobre el tema del GAL. Era un momento de transición con los socialistas en el poder autonómico, pero los nacionalistas eran quienes tenían el poder de facto. Se terminó y se metió en el baúl de los recuerdos. Solo salió una parte que había hecho Ander Landaburu, la parte que hice yo no salió porque no era políticamente correcto. ¿Cómo ha cambiado? La gente tiene ganas de olvidarse de todo, y de quien fue la culpa... La gente quiere hablar con tranquilidad en el bar, sin tener que mirar hacia atrás o pensar que alguien te pueda decir algo... Cuando veo cómo en Madrid hablan tan cómodos desde sus sillones, les querría haber visto yo en territorios comanches de verdad... Mi amigo Gorka Landaburu dice que ahora puede andar tranquilo por el casco antiguo donostiarra y tomarse un vino y eso es lo que la gente quiere. ¿Que pidan perdón? Pues sí, ojalá. Cuando veo a gente de ETA que pide perdón me suena al de La Manada de Sevilla, que lo hacen para ver si me sacan cuanto antes o si puedo mirar al mundo de otra manera. Me cuesta pensar que están muy arrepentidos de lo que hicieron, pero es verdad que yo soy muy mal pensado. Lo que queremos es tranquilidad y vivir en paz.

"De aquel Bilbao de principios del siglo, donde había mucho trabajo, sale la imagen del bilbaíno fanfarrón que quiere pagarlo todo"